
Recuerdo la vez que vi y escuché a Neruda en televisión con una voz cansada y nostálgica,, grave, alternada por pausas. Nunca le había visto ni oído y me dio la impresión de que su vida llena de tantas cicatrices emergía en sus palabras. Cada frase que decía, algunas con un acento dulce y con sabor de amargura, delataba al poeta meditativo y al soñador. Y me pregunté en cierto momento mirándole en la pantalla dónde y cuándo habrían salido de él — de aquella frente— hallazgos como los de las “Alturas de Machu Pichü”, metáforas que llegan a la cumbre
l(Imagen—tomada por Solar Dynamic Observatory)