
He tenido respecto a niños algunas experiencias que he observado bien. Yo trabajaba en un cuarto bastante grande, mientras uno de mis sobrinos jugaba con una pelota. Era un niño de diez o doce meses que apenas andaba, yo le miraba de vez en cuando. De pie o a gatas, tomaba la pelota y la tiraba, corría tras ella y comenzaba de nuevo. De pronto la pelota cayó bajo un sillón y él se deslizó para encontrarla. Un poco después, la pelota desapareció por el lado opuesto de la habitación y fue a parar debajo de un sofá, cuyos faldones resbalaban hasta el suelo. El niño se agachó y miró, pero no vio nada. Entonces se levantó con rapidez y fue a buscar la pelota en el sillón de antes. ¿No es una maravilla? El objeto no resultaba todavía enteramente localizable para él y lo buscaba allí donde su acción había tenido éxito. Había logrado encontrar la pelota bajo el sillón: había fracasado cuando estaba debajo del sofá, así que fue a buscarla bajo el sillón.”
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(Imágenes— 1- Walter Morí – 1956/ 2- Peter Jones)