OLAS Y TEMPESTADES

 

 

 

“En días en que la naturaleza se altera violentamente, uno entra en las cuevas de los símbolos y lee en silencio que las olas en China se las considera morada de los dragones y símbolo de la pureza. Esto se debe a que toman significados de dos aspectos distintos de la misma forma oceánica: por el ritmo ondulante, las olas se relacionan con los dragones; por la espuma blanca, con la pureza. Las olas simbolizan el principio pasivo, la actitud de aquel que se deja llevar. Pero las olas pueden estar agitadas con violencia por una fuerza extraña. Su pasividad es tan peligrosa como la acción incontrolada. Representan toda la potencia de la inercia masiva.

Las olas levantadas por la tempestad simbolizan las irrupciones repentinas del inconsciente, una masa distinta, de orden psicológico, de una inercia engañosa, lanzada por pulsaciones instintivas al asalto del espíritu pilotado por la razón. En las leyendas griegas, las innumerables olas del mar son de una gran belleza y pasan su tiempo cantando y nadando con los delfines y dejando flotar sus cabelleras.

El historiador Michelet cuenta el enfrentamiento de un niño con las olas. “El niño más bien odia que teme esa cosa salvaje que parece enfrentársele. A su vez, lanza piedras al gran enemigo rugiente. En el Havre observé ese duelo. Un niño al que llevé al mar se sintió lleno de joven valor y se indignó ante esos desafíos. Devolvió guerra por guerra. Lucha desigual, que hacía sonreír, entre la mano delicada de la frágil criatura y la espantosa fuerza que tan poco se preocupaba de ello.”

(Imagen —Ralph Fleck)

SONREÍR EN UN BLOG (11) : BAÑOS DE BASTÓN

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“Bioy Casares, por indicación de Borges, se puso a leer párrafos de la biografía  de don Miguel De los Santos Álvarez, poeta español del siglo XlX: “ Don Miguel tiene  motivos particulares para no creer en la riqueza. El resultado de sus meditaciones a este respecto es la convicción de que andan por ahí 25 duros y algunos diamantes que van dando la vuelta al mundo de mano en mano. Los primeros los ha tenido en la suya una vez, según asegura. A los segundos no los conoce más que de vista todavía.

Don Miguel es uno de los hombres más frioleros del Viejo Continente. Nadie puede jactarse de haberlo visto en la calle como no ser en el mes de julio, sin levita, gabán, capa, bufanda y chanclos. Toma sin embargo en el estío sus “baños de bastón”, que consisten en hacer preparar la tina con agua templada, ponerse en mangas de camisa y meter en el líquido refrigerante el tercio inferior de su palo habitual. La impresión de la frescura absorbida por el bastón dice que le basta para tiritar un momento. Enseguida se abriga convenientemente y sale del cuarto con las mayores precauciones ( A esto él lo llama hidroterapia)”

 

(Imagen —1-Ansel Adams)