EL TIEMPO Y LAS AVES

 

 

“Soñé  — describe  el inglés J B Priestley así su sueño —que estaba de pie en lo alto de una torre elevada, solo, contemplando desde arriba miríadas de aves que volaban en una dirección. Estaban allí todas las especies de aves, todas las aves del mundo. Era un noble espectáculo aquel vasto y aéreo río de aves. Pero, de pronto y de manera misteriosa, cambió el engranaje y el tiempo se aceleró, de modo que vi generaciones de aves, las vi romper los cascarones, nacer a la vida, debilitarse, vacilar y morir. Las alas solo crecían para  arruinarse; los cuerpos eran lisos y lustrosos, y luego, en un abrir y cerrar de ojos, sangraban y se consumían, y la muerte  hería por doquier a cada segundo.  ¿Cuál era la finalidad de aquella ciega lucha hacia la vida? (…) Permanecía de pie en lo alto de la torre, solo, desesperadamente desdichado. Pero el engranaje volvió a sufrir un cambio y el tiempo corrió aún más deprisa, y con tal velocidad lo hacía, que no se percibía en las aves el menor movimiento, asemejándose a una enorme llanura sembrada de plumas. Sin embargo, por aquella llanura, oscilando entre los cuerpos, pasaba ahora una especie de llama blanca, temblando, danzando, apresurándose luego. Y, tan pronto como la vi, comprendí que aquella llama era la vida misma, la quintaesencia del ser. (…) Lo que yo juzgara tragedia no era sino mero vacío, o sombras chinescas. Porque ahora todo sentimiento genuino  estaba capturado y purificado, y danzaba extáticamente con la blanca llama de la vida.  Jamás había experimentado  dicha tan profunda como la de mi sueño de la torre y las aves…”

MIS MEJORES DESEOS PARA 2020, Y ESPECIALMENTE  PARA TODOS CUANTOS LEEN “MI SIGLO”

 


 

(Imágenes—1-anónimo francés del siglo XVll/ 2- las aves y las flores – periodo moyomana- escuela  Kano -siglo XVll)

CANCIONES ESPAÑOLAS (5) : SALAMANCA

 

 

“Levantáivos, gañanes

para la arada;

ya se posa en los campos

la luz del alba.

Al paso de los bueyes

van los gañanes;

van cantando y arando

los surcos grandes.

El gañán en el campo

de estrella a estrella

mientras pasan los amos

la vida buena.”

”Cuarenta canciones españolas” – “ Arada” – Salamanca – Eduardo M. Torner -Residencia de Estudiantes – Madrid.- 1924

(Imagen —Raoul Dufy)

LLEVAR LA VIDA MÁS HÁBILMENTE

 

 

 

“Hay quienes llevan a cabo la vida más hábilmente.
Tienen orden en su interior y a su alrededor.
Para todo la manera y la respuesta adecuada.

Adivinan inmediatamente quién a quién, quién con quién,

con qué objetivo, por dónde.

Ponen el sello en las verdades absolutas,

arrojan a la trituradora los hechos innecesarios,

y a las personas desconocidas

a las carpetas destinadas a ellas de antemano.

Piensan justo lo debido

ni un segundo más,

porque tras ese segundo acecha la duda.

Y cuando los dan de baja de la existencia,

dejan su puesto

por la puerta señalada.

A veces los envidio;

afortunadamente se me pasa.”

Wislawa Szymborska—“Hay quienes” – “Hasta aquí” ( traducción de Abel Murcia y Gerardo Beltrán)

(Imagen —William Clutz-  1999- Katarina Rich Perlow gallery – artnet)

LA MUERTE DE IVÁN ILITCH

 

 

 

“Cuando se lee “La muerte de Iván Ilitch” sorprende siempre el poderío narrativo de Tolstoi, su agudeza de observación ante los vaivenes de la vida, la constancia de narrador para no concentrarse en un solo aspecto de la existencia sino mantener con pulso extraordinario los contraluces matrimoniales, los contraluces  laborales, las envidias, sufrimientos, obsesiones, discusiones, ambiciones, reveses, fatigas, cambios de humor y de domicilio, sospechas, miedos, dudas, reconciliaciones, ilusiones amorosas y desgastes de convivencia, sueños y decepciones, desprecios, miedos, la cercanía de los conocidos y la lejanía de los amigos, el cálculo, los intereses, el temor a los pliegues de la muerte y  a los latidos de la enfermedad, las escenas familiares y las escenas sociales, las intrigas, los pellizcos de humor y de ironía, las alegrías y preocupaciones, el rostro vuelto  hacia la pared buscando la inmersión en la soledad.

Toda una vida está aquí, cuando Tolstoi tiene 56 años y las peleas con Sonia, su mujer, marchan, como en tantas otras ocasiones,  sobre senderos tortuosos. Es normal que a esta novela corta se la considere una obra maestra. Lo certifica  Francois Porché cuando traza el retrato psicológico del gran escritor. Lo anota Henri Troyat en su “Tolstoi”.  Lo analiza minuciosamente Nabokov en su “Curso de Literatura Rusa”. También Steiner en su “Tolstoi o Dostoievski” hablará de la epopeya de  visión  que posee el novelista, y aquí está la epopeya de la vida corriente y familiar.

Cuando se lee “La muerte de Iván Ilitch” se lee simplemente su vida. Asombra que un escritor pueda sintetizar en pocas páginas toda una existencia. Y sin embargo,  Tolstoi lo hace normal.”

José Julio Perlado

 

 

 

( Imágenes —1- Tolstoi en el campo -por Repin – Wikipedia/ 2- Tolstoi y su mujer)

VISIÓN DE ESPAÑA (7) : BILBAO

 

 

“Mi Plaza Nueva, fría y uniforme,

cuadrado patio de que el arte escapa,

mi Plaza Nueva puritana y hosca.

tan geométrica.

Tus soportales fueron el abrigo

de mis vagas visiones juveniles,

mientras el cuadro de tu pardo cielo

llovía lúgubre.

(…)

En torno a aquel estanque de las ranas

de metal, vomitando el agua a chorros,

se alzaban desterradas las magnolias

soñando a América.

Llegaba primavera con sus flores

y el perfume, recuerdo de la selva,

a embalsamar el patio despedían

las blancas ánforas.

Tiritando las pobres bajo el terco

orvallo, con los trinos se adormían

que entre el verdor de su follaje alzaban

cientos de pąjaros.

Así, bajo el tedioso sirimiri

que hizo en mi alma caer la parda Lógica,

florecieron magnolias que soñaban

la patria mística.

Y me dieron perfumes de la selva

nunca hollada, y los pájaros celestes

bajaron a cantarme en su verdura

de amores trémulos.

Mi Plaza Nueva, fría y uniforme,

cuadrado patio  de que el arte escapa,

mi Plaza Nueva, puritana y hosca,

¡mi metafísica!”

Miguel de Unamuno —“Las magnolias de la Plaza Nueva de Bilbao” —“Poesías”, 1907)

 

 

(Imagen —Bilbao- La Vanguardia)

LOS BRINDIS DE FIN DE AÑO

 

 

”Para brindar, los germanos usaban y usan descomunales jarras para trasegar su desbordante cerveza — cuenta María del Carmen Soler en sus “Banquetes de amor y muerte” —,  con gestos rituales entre los estudiantes universitarios, la mirada en la mirada, el codo que empina alzado más de lo usual entre nosotros, y él gaznate tragando sin parar  hasta que deje de beber el que empezó el “te lo ofrezco”.

En Rusia, se estrella contra el suelo la copa, al vaciarla tras los brindis, que eran muy numerosos en tiempos de los zares. Tostoi nos describe un banquete de 300 cubiertos, que se da en el Club Inglés, lugar de reunión y francachelas de los más ilustres personajes de San Petersburgo; principalmente oficiales, que asisten luciendo uniformes o de frac, y algunos incluso con pelucas empolvadas. Al servir los criados el enorme esturión, empezaron a la vez a destapar las botellas de champán y, al dar todos buena cuenta del pescado, comenzaron los brindis, que aquí son de carácter general, empezando siempre por el Emperador.

Se brinda puestos en pie y a los acordes de una orquesta que siempre empieza  por tonadas bélico- patrióticas que todos conocen. Los oficiales lagrimean sobre las burbujas del líquido, pero no es el champán el que les hace llorar, sino la evocación de su emperador ( que está a pocos metros, por lo demás). “Hurra” -gritan a una los trescientos comensales, que apuran la copa de un trago y enseguida la arrojan por encima de su hombro.

Los brindis con el dorado champán están asociados a la “belle époque”, en la eterna Francia y romántica, Rubén Darío evoca así a la Dama de las Camelias :

“Sorbías el champagne

en fino bacarrat…”

y su imagen va siempre asociada a una copa en alto. Bebiendo, disimulaba o calmaba sus accesos de tos.

En España esta bebida es la culminación de la fiesta. Su estampido inicia el máximo de jolgorio en las comilonas familiares y sus espumas y burbujas encantan a chicos y grandes, en las jubilosas celebraciones de Navidad y Año Nuevo.

Los brindis en los escenarios en que se desarrolla la alta política no tienen nada de espontáneos, aunque a veces lo parecen. En el opíparo y exótico banquete que el gobierno chino de Mao ofreció al Presidente de los Estados Unidos, Nixon, tras 18 años de hostilidad, desconfianza y miedos mutuos se brindó con corteses efusiones por una nueva “larga marcha” que lleve a la amistad y a la cooperación a ambos grandes pueblos. Cada palabra estaba calculada, y los temores eran tantos, que hasta se confiaba en parte en la bendición de esa visita por el Papa Pablo Vl desde Roma.

El pragmático Nixon advirtió, al salir de su país, que iba  a Pekín sin ilusiones, pero alzó su copa innumerables veces, recorriendo codo a codo con Chu-en- Lai la inmensa sala de fiestas del Gran Palacio del Pueblo en brindis protocolario.”

 

 

(Imágenes -1- Pamela K Crooks- hay gallerie girl – Londres/Joan Brossa- elpais)

CANCIONES ESPAÑOLAS (4): CIUDAD REAL

 

 

“Fuego  y nieve despiden,

niña, tus ojos:

fuego para quien amas,

nieve a los otros.

Y yo te ruego

que aunque me hagas cenizas

me arrojen fuego.

Cuatro lunares tienes,

niña, en tu rostro:

tienes abril y mayo,

julio y agosto.

De tal manera

tienes, niña, en tu cara

la  primavera.

Nada me aflige y tengo

melancolía;

yo no sé de qué nace

la pena mía .

Sólo me alivio

cada vez que me miras

y yo te miro.”

Ciudad Real- “Cuarenta canciones españolas” -Eduardo M. Torner- Residencia de Estudiantes- 1924

(Imagen —Fantin Latour-1900)

TOLSTOI Y LA NAVIDAD

 


MARTÍN, EL ZAPATERO O EN DONDE ESTÁ EL AMOR, ALLI ESTÁ DIOS

Todo esto comenzó la noche del 24 de diciembre…

Vivía en la ciudad un zapatero remendón que se llamaba Martín Avdiéitch. Su morada era un cuarto minúsculo en un sótano, cuya única ventana daba a la calle. A través de ella solo veía los pies de las personas que pasaban.

Martín reconocía a muchos transeúntes al ver sus botas, que él había reparado. Tenía mucho trabajo, pues se esmeraba en hacerlo bien, utilizaba buenos materiales y no cobraba  demasiado.

Su esposa e hijos habían muerto años atrás, y eran tan grandes su dolor y desesperación, que llegó a reprochar a Dios por su tragedia. Pero cierto día, un anciano que había nacido en la misma aldea que Martín y que se había vuelto peregrino, visitó al zapatero y este le abrió su corazón.

―Ya no deseo seguir viviendo ―le confió―. He perdido toda esperanza. El anciano respondió:

―Estás desesperado porque solo piensas en ti y en tu propia felicidad. Lee el Evangelio y allí verás cómo quiere Dios que vivas.

Martín compró una Biblia. Al principio se proponía leer solamente los domingos, pero una vez que hubo comenzado, sintió tal felicidad en su corazón que empezó a hacerlo a diario.

Y así sucedió que una noche, ya tarde, al leer el Evangelio según San Lucas, llegó al pasaje donde el fariseo rico invita al Señor a su casa. Una pecadora se presentó ante Jesús, le limpió y ungió los pies, y luego los enjugó con sus lágrimas. El Señor le dijo al fariseo:

―¿Ves a esta mujer? Yo entré a tu casa y no me diste agua con qué lavar mis pies; sin embargo, ella ha lavado mis pies con sus cabellos. Tú no has ungido con óleo mi cabeza; y ella ha derramado sus perfumes sobre mis pies.

Martín reflexionó: “ese fariseo debió ser un ignorante, como yo. Si el Señor viniera a mi casa, ¿me comportaría de esa manera?”

Luego, apoyó la cabeza en sus brazos y se quedó dormido.

De pronto, escuchó una voz y despertó. No había nadie ahí, pero oyó que le decían claramente: “Martín, asómate a la calle mañana, porque vendré a verte”. Y esto fue por dos veces.

El zapatero remendón se levantó antes del alba, encendió el fuego y preparó una sopa de col y avena con leche. A continuación, se puso el delantal y se sentó a trabajar frente a la ventana.

Mientras recordaba lo que le había sucedido la noche anterior, miraba hacia la calle más que hacer su labor. Cuando pasaba alguien con unas botas que él desconocía, miraba hacia arriba para verle la cara. Pasó un portero. Luego un aguador. Un anciano llamado Stepanitch, que trabajaba para el comerciante vecino, empezó a quitar con una pala la nieve acumulada frente a la ventana; Martín lo vio y prosiguió su tarea

Después de hacer una decena de puntadas, miró de nuevo por la ventana. Stepanitch había apoyado la pala en la pared, estaba descansando o tratando de entrar en calor. El zapatero se asomó a la puerta y lo llamó.

―Entra; pasa a calentarte, debes estar helado.

―¡Qué Dios lo bendiga! ―le agradeció Stepanitch.

El hombre entró, se sacudió la nieve y empezó a limpiarse los zapatos. Al hacerlo, se tambaleó y estuvo a punto de caer. ―¡Cuidado! ―le dijo Martín―. Siéntate; tomemos un poco de té.  Y llenando dos vasos, dio uno al visitante, que lo bebió enseguida. Se veía que deseaba más. El anfitrión volvió a llenar el vaso. Mientras bebían, Martín siguió mirando a la calle.

―¿Espera a alguien? ―preguntó el anciano.

―Anoche estaba leyendo que Cristo visitó la casa de un fariseo que no lo recibió dignamente. Me dije: ¿Y si esto me pasara a mí? ¿Qué haría para recibirlo como se merece? Entonces me venció el sueño y escuché a alguien decir: “Busca en la calle mañana, porque vendré”, y así dos veces. Pues bien, ¿querrás creerlo? No puedo sacármelo de la cabeza, por más que me riño a mí mismo, estoy aguardándole a Él, a nuestro Señor”.

Al escuchar esto, a Stepanitch se le arrasaron los ojos y dijo:

―Gracias, Martin Avdieitch, me has reconfortado el cuerpo y el alma.

A continuación, se despidió y salió.

El zapatero se sentó a la mesa de trabajo a coser una bota. Al observar por la ventana, vio que una mujer que calzaba suecos pasó y se detuvo cerca de la pared. Martín advirtió que iba pobremente vestida y con un niño en brazos. De espalda al cierzo, trataba de proteger a su pequeño con sus delgados andrajos. Martín salió y la invitó a pasar.

Sirvió sopa caliente y algo de pan.

―Come, buena mujer, y entra en calor ―le indicó cordialmente.

Mientras comía, la campesina le contó quién era:

|           ―Soy esposa de un soldado. Hace ocho meses lo mandaron lejos de aquí y no he sabido nada de él. No he podido encontrar trabajo; tuve que vender todo lo que poseía para comprar comida. Ayer empeñé mi último chal.

Martín revolvió sus estantes y volvió con una vieja capa.

―Tome ―le dijo―. Está  raída pero le servirá para arropar al pequeño.

Al coger la prenda, la campesina rompió en llanto y exclamó:

―¡Qué Dios lo bendiga!

Martín sonrió y le contó sobre su sueño y la visita prometida.

―Quién sabe, todo puede ser ―comentó la mujer. Luego se puso de pie y envolvió a su hijo con la capa.

―Tome esto ―añadió Martín, mientras daba un poco de dinero a la mujer para que recuperara su chal. Por último, la acompañó a la puerta.

El zapatero volvió a sentarse y reanudó su tarea. Cada vez que notaba una sombra en la ventana, alzaba los ojos para ver quién era. Al poco rato avistó a una mujer que vendía manzanas en un cesto. Llevaba sobre la espalda un pesado costal, que intentaba acomodar. Al apoyar el cesto en un poste, un mozalbete tomó una manzana e intentó huir corriendo. Pero la anciana lo asió por el pelo. El muchacho gritaba y ella lo insultaba.

Martín corrió a la calle. La vendedora amenazaba con entregar al chico a la policía. “Déjalo ir, madrecita”, le suplicó Martín. “Perdónalo en el nombre de Dios”. La mujer lo soltó. “Ahora, pídele perdón a la abuela”, ordenó el zapatero al muchacho, que empezó a llorar y a ofrecer disculpas.

Martín tomó una manzana del cesto y se lo dio al ladrón.

―Te la pagaré yo, madrecita ―se apresuró a decir.

―¡Este pillo merece una paliza! ―refunfuñó la vendedora.

―¡Ay, abuela! ―exclamó Martín― si él merece que lo azoten por haber robado una manzana, ¿qué no mereceremos todos por nuestros pecados? Dios nos invita a perdonar, o no seremos perdonados. Debemos perdonar, sobre todo, a un jovencito irreflexivo.

Cuando la mujer iba a cargar el costal a la espalda, el joven dijo: “Permítame cargarlo yo, voy por el mismo camino.

Martín regresó al trabajo. Al cabo de un tiempo la escasa luz ya no le permitía ensartar la aguja en el cuero. Recogió sus herramientas, sacudió los recortes de cuero y colocó la lámpara en la mesa. Por último, cogió la Biblia del estante.

Quería abrir el libro en la página señalada, pero lo abrió en otro sitio. En eso, oyó unas  pisadas y volvió la cabeza. Una voz le susurró al oído:

―Martín, ¿no me reconoces?

―¿Quién eres? ―musitó el zapatero.

―Soy yo ―dijo la voz. Y del oscuro rincón surgió Stepanitch; sonrió y como una nube, se desvaneció.

―Soy yo ―dijo la voz. De las sombras salió la mujer con el niño en brazos. La madre  y el niño sonrieron; poco a poco, ellos también se esfumaron.

―Soy yo ―dijo la voz una vez más. La anciana y el muchacho de la manzana emergieron de las sombras, sonrieron y se diluyeron en la penumbra.

Martín sintió una gran alegría. Empezó a leer donde la Biblia se había abierto sola. Al principio de la página decía: Porque yo tuve hambre y me diste de comer; tuve sed y me diste de beber, página

            En la parte inferior de la página, leyó: Lo que has hecho por el más pequeño de mis hermanos, es a mí a quien lo has hecho”.

El zapatero comprendió que Dios en verdad lo había visitado aquel día y que él lo había recibido dignamente.”

León Tolstoi

 

(Imágenes-1- Tolstoi 1901/ 2- Tolstoi wikipedia)

LAS COSAS NUEVAS

 

“Leer las cosas nuevas —decía Berenson — con el solo objeto de “estar al día” es uno de los pecados contra el espíritu. A las cosas nuevas no hay que dedicarlas más que la décima parte del propio tiempo y una parte mínima de la propia energía ( que es siempre inferior a lo que esperamos)  Los periódicos, sí, los lee uno por las “cosas nuevas” que anuncian, pero es una lectura que cuesta poco trabajo. ¿Leer las novedades sirve para ejercitar el gusto crítico? Esta es una pregunta equivocada. El gusto se ejerce volviendo a experimentar con inocencia  por propia cuenta lo bello en las obras ya admiradas. En las cosas nuevas no se puede ejercerlo con libertad. En lo que está en formación entra demasiado nuestro porvenir personal: deseos y  dudas, esperanzas y temores. Confluyen en él intereses que no son estáticos, de los que no nos podemos apartar. Por lo tanto, no se puede estar seguro de la “duración” de la obra de arte si no es a una cierta y bastante notable distancia (…)  Los que se creen en la corriente, los “innovadores”,  estiman las obras nuevas y preferidas como revelaciones de nuevos mundos y de nuevos órdenes , en contraste con todo el pasado y en cambio, al “humus” ya rico de nuestra cultura no se puede añadir más que una sutil  y superficial capa de moho; capa que después, al contacto con la vieja tierra se volverá fértil y ya no distinguible ‘humus”.

 


 

(Imágenes—1-invasión del arte americano -Versalles – The new yorker/ 2 -twombly)

LA POESÍA ES ASOMBRO

 

 

“Encuentro un significado más profundo —decía Pessoa — en el aroma del sándalo, en unas viejas latas que yacen en el montón de inmundicias, en una caja de cerillas en la cuneta, en dos papeles sucios que un día ventoso ruedan y se persiguen calle abajo, que en las lágrimas humanas. La poesía es asombro, admiración como la de un ser caído del cielo en plena consciencia de su caída y atónito ante las cosas. Como la de alguien que conociese el alma de las cosas y se esforzara por rememorar ese conocimiento recordando que no era así como las había conocido, no con esas formas y en esas condiciones, pero no recordando nada más.

 

 

Hay poesía en todo, en la tierra y en el mar, en los lagos y en las márgenes de los ríos. La hay también en la ciudad — no lo neguemos —, hecho evidente para mí mientras me encuentro aquí sentado: hay poesía en esta mesa, en este papel, en este tintero; hay poesía en la trepidación de los coches por las calles; en cada movimiento ínfimo, vulgar, ridículo, de ese obrero que, al otro lado de la calle, pinta el rótulo de una carnicería.”

 

 

(Imágenes—1-flores del desierto – Sueo Takano/ 2-Vivían Maier- Nueva York – 1955/3- Pessoa por José de Almada Negreiros)

RECORDAR LA INFANCIA

 

 

“Hay dos tipos de autores —dice Bárbara Jacobs —: los que deciden hablar de su infancia, de este modo o del otro, más apegados a la realidad o más a la fantasía, y los que deciden no hacerlo. Casi podría asegurar que a estos últimos su infancia se les colará en el momento en que lo crea oportuno, a pesar de la resistencia razonable o no que ellos le opongan. Y se colará, se hará presente, en una frase, en una palabra, por la sencilla razón de que ellos no son quienes son sino sólo a partir de ella. Lo cierto es que apenas un autor llama a su infancia y ella aparece, ha empezado el recuerdo.

Cuando un autor escribe acerca de su infancia, la relee, la recorre en la memoria, mira por primera vez el niño que fue, y del que es hijo, y entonces le  pregunta cuanto ese niño le habría preguntado a él, si él hubiera sido su padre; y ese niño, a la hora del recuerdo, resulta que conoce las respuestas y se las dicta, con naturalidad, al autor que, de niño, nunca las supo. Eso es el recuerdo.

 

 

Y si un autor redacta con fidelidad ese recuerdo individual, real y a un tiempo imaginario, la  historia se vuelve hospitalaria: recibe a cuantos llegan a ella y les dice, pasen, siéntense, ésta es también su casa. Y no hay más que un tipo de casa; o más bien: a los infinitos tipos de casas los habita un único ambiente; o más bien: los infinitos tipos de ambientes llevan a un componente inconfundible que los une, que los hace ser el mismo, siempre el mismo, y este componente con un sabor adaptable a todo paladar, nombrable o identificable por cada paladar según su propia naturaleza, es el de la nostalgia.

Cuando un autor recuerda su infancia, cuando escribe lo que su recuerdo le dicta; cuando un lector lee esta memoria con forma y la hace suya; cuando uno visita esta ciudad, esta novela, lo que experimenta es nostalgia. Puesto a recordar, un autor advierte, además, que la ciudad de su infancia, la novela de su infancia, recorrida igual que la brisa por la precisa nostalgia, es inagotable.

(…) El recuerdo, la recreación de este recuerdo, no es una recuperación de la infancia; es afianzar el hecho de que la infancia, esa ciudad, esa novela, se ha dejado atrás. Es el tiempo de llorar. Es el tiempo de regalar nuestras tallas pequeñas al fuego; las cenizas volarán como el polen y, como el polen, rozarán los dientes de león de los campos y se posarán sobre todas y cada una de las margaritas blancas y amarillas para que, ahora sí,  uno pueda jugar entre ellos con toda libertad: en la noche, a la hora de soñar; ante las hojas encima del escritorio, a la hora de sentarse a recordar.”

 


 

(Imágenes—1-Eugene Smith/ 2-Vynn Bullock/ 3- Robert Doisneau)

NAVIDAD 2019 ( y 3) : NOCHEBUENA DE BERGMAN

 

 

 

“En nuestra casa la Nochebuena era un acontecimiento bastante tranquilo que empezaba con la oración de Navidad en la iglesia a las cinco y seguía luego con una comida alegre, pero mesurada — cuenta Bergman en sus “Memorias” —.Después se iluminaba el árbol, se leía el evangelio de Navidad y nos íbamos pronto a la cama porque teníamos que levantarnos a tiempo para la misa del alba que en aquella época era de verdad el alba. No se repartía ningún regalo, pero la noche era animada, un prólogo excitante de los festejos del día de Navidad. Después de la misa del alba, con sus velas y trompetas, daba comienzo el desayuno de Navidad. Después del desayuno íbamos todos a la cama a dormir unas horas. La organización interna tuvo que haber seguido funcionando ya que a las dos en punto de la tarde, justo al anochecer,  se servía el café. La casa estaba abierta para todos los que querían desear Felices Pascuas en la rectoría. Algunos de los amigos eran músicos de profesión y en las festividades de la tarde solía haber un concierto improvisado. Y así se iba acercando el cenit pantagruélico del día de Navidad, que era la cena. Tenía lugar en la amplia cocina donde provisionalmente se había suprimido el rango social.  La comida estaba en la mesa y en los bancos del fregadero cubiertos con manteles. Los regalos se repartían en la mesa del comedor. Se traían los cestos, mi padre oficiaba provisto de un puro y una copa de licor, se entregaban los paquetes, se leían versos, se aplaudían y comentaban; no había regalo sin verso.”

 

 

(Imágenes —1-Ghiberti/ 2- Christmas – Salvador Dalí)

NAVIDAD 2019 (2) : LA CAMPANADA BLANCA DE MAITINES

 

“La campanada blanca de maitines

al seráfico artista ha despertado,

y al ponerse a pintar tiene a su lado

un coro de rosados querubines.

Y ellos le enseñan cómo se ilumina

la frente, y las mejillas ideales

de María, los ojos virginales,

la mano transparente y ambarina.

Y el candor le presentan de sus alas

para que copie su infantil blancura

en las alas del ángel celestial,

que, ataviado de perlinas galas,

fecunda el seno de la Virgen pura,

como el rayo del sol por el cristal.”

Manuel Machado. —(“La Anunciación” – Beato Angélico)

(Imagen —Agnolo Bronzino -1540 – nacional gallery)

DIBUJAR DILUVIOS Y TORMENTAS

 

 

 

“ Va aconsejando Leonardo da Vinci a quien desee dibujar un diluvio :  “Representa en primer lugar — dice — la cima de una montaña escabrosa, con valles a sus pies . Deja que la superficie  del suelo cause la impresión de que se desliza, llevando consigo pequeñas raíces de arbustos y arrastrando grandes bloques de las rocas que rodean los valles. Y al bajar entre los precipicios el cauce tumultuoso, causando ruina, haz que pongan al descubierto y arrastren consigo las raíces de los árboles, retorcidas y nudosas, y que las montañas privadas de esa protección, aparezcan tal como son mostrando las fisuras que produjeron en ellas antiguos terremotos. La base de la montaña debe estar cubierta con restos de matas, mezcladas con barro, raíces, ramas de los árboles y toda clase de hojas, formando una misma masa con la tierra y las piedras.  Los pedazos de alguna montaña deberán haber caído en la profundidad de algún valle, represando las aguas revueltas del río que corría por él, que se habrá dividido en diferentes partes y correrá formando olas enormes; las mayores de éstas golpearán y destruirán los muros de las ciudades y las casas del valle. Las ruinas de los edificios de las ciudades y los pueblos, al desmoronarse, levantarán gran cantidad de polvo, que se alzará hacia el cielo, formando nubes en forma de humo, que se opondrán a la lluvia que está cayendo. Pero las aguas revueltas se levantarán contra lo que las contenga, formando remolinos y golpeando contra diversos obstáculos, haciendo una espuma sucia; y después, cayendo de nuevo, el agua batida se arrojará contra el viento…”

 

 

Y a quien desee dibujar tormentas Leonardo le aconseja: “Debieras ver sobre muchas de las cumbres o de los altos animales de distintas clases aterrorizados, reunidos y dominados, en compañía de hombres y mujeres que han huido allí con sus hijos. Sobre las aguas que cubren los campos se ven tablas, trozos de camas, botes y distintos artefactos que los hombres han ocupado obligados por la necesidad y el temor a la muerte. Sobre ellos se han refugiado hombres y mujeres con sus hijos, llorando atemorizados por la furia de los vientos, que se revuelven con violencia tempestuosa levantando las aguas y los cuerpos de los ahogados. No hay allí ningún objeto menos pesado que el agua que no estuviese mezclado con distintos animales, entre ellos, lobos, zorros y serpientes, que, en su afán de escapar de la muerte, han hecho una tregua y se forman un grupo atemorizado, que busca la manera de salvarse.

Podías haber visto también grupos de hombres que, con armas en la mano, defienden los pequeños espacios donde han logrado refugiarse contra los leones, lobos y fieras que buscan su salvación en los mismos lugares ¡Ah!, podía haber visto a muchos tapándose los oídos con sus manos, para evitar el ruido ensordecedor, que se capta en la oscura atmósfera por las ráfagas de aire y los vientos que se mezclan con la lluvia y los truenos de los cielos y la furia de los rayos…”

 

 

(Imágenes—1-Turner- 1843/ 2-Turner- 1830/ 3- Turner -1843j

NAVIDAD 2019 (1) : LOPE DE VEGA

 

“Norabuena vengáis al mundo,

niño de perlas;

que sin vuestra vista

no hay hora buena.

Niño de jazmines,

rosas y azucenas,

niño de la niña,

después dél, más bella,

que tan buenos años,

que tan buenas nuevas,

que tan buenos días

ha dado la tierra.

Parabién merece,

parabienes tenga,

aunque tantos bienes

como Dios posea;

mientras os tardastes

dulce gloria nuestra,

estábamos todos

llenos de mil penas;

mas ya que vinistes

ya la tierra alegra

ver que su esperanza

cumplida en vos sea.

Digan los pastores,

respondan las sierras,

pues hombre os adoran

y Dios os contemplan:

Norabuena vengáis al mundo,

niño de perlas;

que sin vuestra vista

no hay cosa buena.”

Lope de Vega—“Endecha”

 

 

(Imágenes —1-Boticelli —National Gallery/ 2- Jean Fouquet)

LA LLEGADA DE LA LUZ

 

 


“Incluso así de tarde, sucede esto:

la llegada del amor, la llegada de la luz.

Te despiertas y las velas están encendidas como por sí mismas,

los astros se juntan, los sueños se vuelcan en tus almohadas

enviando cálidos ramilletes de aire.

Incluso así de tarde los huesos del cuerpo resplandecen

y el polvo del mañana destella en el aliento.”

Mark Strand -” La llegada de la luz”

(Imagen —Bertha Wegmann)