LAS COSAS NUEVAS

 

“Leer las cosas nuevas —decía Berenson — con el solo objeto de “estar al día” es uno de los pecados contra el espíritu. A las cosas nuevas no hay que dedicarlas más que la décima parte del propio tiempo y una parte mínima de la propia energía ( que es siempre inferior a lo que esperamos)  Los periódicos, sí, los lee uno por las “cosas nuevas” que anuncian, pero es una lectura que cuesta poco trabajo. ¿Leer las novedades sirve para ejercitar el gusto crítico? Esta es una pregunta equivocada. El gusto se ejerce volviendo a experimentar con inocencia  por propia cuenta lo bello en las obras ya admiradas. En las cosas nuevas no se puede ejercerlo con libertad. En lo que está en formación entra demasiado nuestro porvenir personal: deseos y  dudas, esperanzas y temores. Confluyen en él intereses que no son estáticos, de los que no nos podemos apartar. Por lo tanto, no se puede estar seguro de la “duración” de la obra de arte si no es a una cierta y bastante notable distancia (…)  Los que se creen en la corriente, los “innovadores”,  estiman las obras nuevas y preferidas como revelaciones de nuevos mundos y de nuevos órdenes , en contraste con todo el pasado y en cambio, al “humus” ya rico de nuestra cultura no se puede añadir más que una sutil  y superficial capa de moho; capa que después, al contacto con la vieja tierra se volverá fértil y ya no distinguible ‘humus”.

 


 

(Imágenes—1-invasión del arte americano -Versalles – The new yorker/ 2 -twombly)

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