LAS COSAS NUEVAS

 

“Leer las cosas nuevas —decía Berenson — con el solo objeto de “estar al día” es uno de los pecados contra el espíritu. A las cosas nuevas no hay que dedicarlas más que la décima parte del propio tiempo y una parte mínima de la propia energía ( que es siempre inferior a lo que esperamos)  Los periódicos, sí, los lee uno por las “cosas nuevas” que anuncian, pero es una lectura que cuesta poco trabajo. ¿Leer las novedades sirve para ejercitar el gusto crítico? Esta es una pregunta equivocada. El gusto se ejerce volviendo a experimentar con inocencia  por propia cuenta lo bello en las obras ya admiradas. En las cosas nuevas no se puede ejercerlo con libertad. En lo que está en formación entra demasiado nuestro porvenir personal: deseos y  dudas, esperanzas y temores. Confluyen en él intereses que no son estáticos, de los que no nos podemos apartar. Por lo tanto, no se puede estar seguro de la “duración” de la obra de arte si no es a una cierta y bastante notable distancia (…)  Los que se creen en la corriente, los “innovadores”,  estiman las obras nuevas y preferidas como revelaciones de nuevos mundos y de nuevos órdenes , en contraste con todo el pasado y en cambio, al “humus” ya rico de nuestra cultura no se puede añadir más que una sutil  y superficial capa de moho; capa que después, al contacto con la vieja tierra se volverá fértil y ya no distinguible ‘humus”.

 


 

(Imágenes—1-invasión del arte americano -Versalles – The new yorker/ 2 -twombly)

CAPILLA SIXTINA

arte.-runnm.-Capilla Sixtina.-4

«Hay numerosos artículos muy eruditos – le contestaba Gombrich a Didier Eribon cuando éste le grababa las conversaciones para «Lo que nos cuentan las imágenes«(Debate) – sobre los significados que pueden encontrarse en el techo de la Capilla Sixtina: ¿por qué ese profeta y no otro? Pero yo he llegado, como muchos otros, a creer lo que decía Miguel Ángel. Decía que le habían dado la libertad de hacer lo que quería. Y lo que quería era seguir la tradición. No hay ninguna razón para pensar que el techo de la Capilla Sixtina tenga otros significados que los que se ven. Después de todo, ¿qué más quiere usted, sino la creación del mundo y del hombre? Podría demostrarse en detalle que fue el propio Miguel Ángel el que estructuró todas esas historias del Antiguo Testamento y que lo aprendió sobre todo a partir de la tradición del techo en mosaico del baptisterio florentino, de Ghiberti y de Jacopo della Quercia; que las sibilas eran en aquella época un tema muy popular para los pintores…»

arte.-ennhn.-Capilla Sixtina.-5

Los ojos se alzan despacio pintura arriba hacia los frescos y los pies caminan sobre un silencio de siglos, apartando murmullos de asombro y de admiración. La voz guiada del gran estudioso Charles de Tolnay anida en los auriculares y nos va explicando cómo Miguel Ángel «aceptó la superficie cóncava de la bóveda tal como se presentaba y evocó en ella un marco arquitectónico y un mundo de figuras gigantescas que personifican las energías vitales contenidas en la bóveda misma. Con las grandes figuras de los profetas y las sibilas, él encuentra los símbolos artísticos que explican la forma encorvada de la bóveda: su peso parece tirar de cada lado hacia abajo la gigantesca estructura arquitectónica».

arte.-iinh.-Capilla Sixtina.-detalle del fresco.-wikipedia

Nos apartamos un poco de tanta muchedumbre y escuchamos al fondo, en un rincón, las personales opiniones que Bernard  Berenson le está exponiendo a Umberto Morra:  «Miguel Ángel le confía Berenson – «era un alma terrible. Hubiera debido morir a los cuarenta años, al terminar la Capilla Sixtina. Mientras más estudio a Miguel Ángel, más veo que es una sola fuerza, siempre igual, lo que lo hace moverse a los diecisiete años y durante sesenta años lo estimula, hasta la extrema vejez. Puede variar el contenido de su obra, pero el motivo es siempre el mismo, idéntico, con la misma intensidad, siempre presente. Miguel Ángel es fuerza desencadenada, inmensa turgencia de la forma, anhelo desmedido».

Sixtina,.rvggb-,.detalle de la Capillla Sixtina

Y ya al final, cuando vamos a salir de la Sixtina, nos dice Vasari : «No hay nada que no se haya incluido con ingenio; y todas las figuras que hay están en escorzos hermosos y artísticos, y todo lo que se contempla es sumamente admirable y divino. Pues, ¿quién no admirará y no se sentirá perdido al ver lo terrible de Jonás, última figura de la capilla? (…) ¡Oh, edad verdaderamente feliz la nuestra, oh, afortunados artistas, que bien se os puede llamar así, pues en vuestro tiempo habéis podido con la fuente de toda esta luz disipar las tinieblas de los ojos, y ver allanadas todas las dificultades, gracias a tan maravilloso y singular artista como fue Miguel Ángel!«.

Y luego se cierran definitivamente las puertas.

(Imágenes:-detalles de la Capilla Sixtina -.wikipedia)

CONFIDENTES Y PERIODISTAS

Ahora que distintos diarios hablan nuevamente del arte de la entrevista periodística, evoco aquí algunas de las anotaciones y matices que en su momento hice sobre el tema en mi libro «Diálogos con la cultura». Históricas entrevistas no realizadas sin embargo por periodistas:

«Los diálogos con figuras de la Historia – recordaba entonces – tienen una cita excepcional cuando el portugués Francisco de Holanda conversa con Miguel Ángel en Roma, en San Silvestre, en coloquios de muy alto valor, a los que asiste Lactancio Tolomeo y la marquesa de Pescara. Los diálogos de este dibujante portugués « tienen toda la frescura y atractivo de una conversación escuchada – dice Sánchez Cantón -. Son los diálogos gratos de leer. Nos descubre un punto de aquello a que el historiados siempre aspira, hacer moverse y oir a las grandes figuras del pasado. Por una vez en su vida tocó Holanda las cimas a pocos reservadas; y dio ejemplo que imitar«. En verdad vemos a Miguel Ángel reirse y opinar entre el embajador de Siena en Roma, Lactancio Tolomeo y Victoria Colonna, poetisa, gran señora, viuda del marqués de Pescara, amiga de Miguel Ángel. El creador del «Moisés», «que posaba al pie del Monte Caballo – escribe Holanda -, acertó, por mi buena dicha, de venir contra San Silvestre, haciendo el camino de las termas, filosofando con su Orbino por la Via esquilina y hallándose tan dentro del recado no nos pudo huir, ni dejar de ser aquel que llamaba a la puerta». (…) Así, aprovechando su estancia cerca de diez años en Italia, de 1538 a 1547, Francisco de Holanda recoge en tres amplios diálogos lo que Buonarroti comentó sobre pintura y sobre varios temas.(…)

Pero Francisco de Holanda en el siglo XVl no es un periodista, como no lo fue Eckermann para Goethe, ni lo había sido Platón para Sócrates, ni lo sería James Bosswell para el doctor Samuel Johnson. Tampoco fue periodista el fotógrafo Brasaï en sus conversaciones con Picasso, el director Robert Craft para Stravinski, Umberto Morra para el crítico de arte Berenson, Gustav Janouch con Kafka, Goldenveizer para Tolstoi, o Émile Bernard con Cézanne. Más escritor también que periodista fue André Malraux en el siglo XX, acercándose a Mao, a De Gaulle y a Picasso, pero la pluma de Malraux «re-creará» ciertas cosas. (…) Alguna vez en Mi Siglo me he referido a todos ellos.

Hay libros de entrevistas como las realizadas por Alain Bosquet a Dalí que están muy por debajo de vivencias y evocaciones de marchantes como Kahnweiler o los recuerdos de amigos de artistas como Sabartés lo hiciera con Picasso. A veces, como en el caso de Bosquet, el periodista queda aplastado por las «boutades» encadenadas de un Dalí brillante, siempre resbaladizo, jugando a los equívocos permanentes. Se sabe que Dalí era así, pero el profesional del periodismo se ha quedado en el umbral de las captaciones, fuera de una atmósfera que quisiéramos habitar. Brassaï, en cambio, lo consigue. Conoce a la perfección que Picasso quedará en la historia de la pintura y no duda en entrar y salir de esos años – finales de los treinta y principios de los cuarenta – como entra y sale de estudios y de humores, abriendo puertas y anécdotas y estableciendo una corriente de vida, con Sabartés, Henri Michaux, Malraux o Kahnweiler. Brassaï, no siendo periodista, nos deja un calor más cercano de una existencia que se mueve, y al moverse provoca arte. Quisiéramos que Francisco de Holanda hubiera estado más tiempo con Miguel Ángel, que Platón nos describiera más gestos y movimientos de Sócrates, que Brassaï nos hubiera dejado más días con Picasso«.

Son confidencias y confidentes de vidas que permanecen en la Historia, confidencias que – sin provenir de periodistas – enriquecen el caudal de la entrevista. Al fin, el caudal del humanismo, también del periodismo.

(Imágenes:- 1.- Brassaï/.-2.-Miguel Ángel Buonarroti. autorretrato-grabado por A. Francois/3.- Picasso en la rue des Grandes Augustin.-1952.-Denise Colomb/4.-André Malraux.-Gisele Freund/5.-Dalí pintando en 1939.-ngv.vic.gov.au)

LO BELLO Y LO BUENO

figuras.-CC4.-por Osang Gwon.-2002.-Arario Gallery.-Beigjing.-Seoul.-Korea.

«La esencia de lo bello. Según mi parecer – le decía el gran historiador del arte norteamericano Bernard Berenson al periodista Umberto Morra -, si se procede indagando, en el fondo de lo bello se encuentra lo bueno, como en el fondo de lo bueno se encuentra lo bello: es una fusión que forma el sentido del destino humano; bello (y bueno) lo que no se contradice, sino que ayuda y acompaña al destino humano, un quid que tiene, por lo tanto, en sí algo heroico y trágico. También la gente común siente este deseo; por lo tanto, lo bello es una cosa eminentemente deseable. Pero la gente está también lista a equivocarse y a correr tras falsos mensajes de belleza; obras falsamente míticas que parecen empapadas de un gran impulso heroico y plenas de destino: éstas son las más fácilmente traducibles».

Todo esto se lo decía Berenson a Morra ( «Coloquio con Berenson«) (Fondo de Cultura) en agosto de 1932, paseando por I Tatti, la villa situada en las colinas de Florencia, pero sobre todo paseando por las reflexiones del arte, como habían paseado también por otras avenidas parecidas el portugués Francisco de Holanda, en Romacon Miguel Ángel, Eckermann con Goethe, James Bosswell con el doctor Samuel Johnson y como lo haría el fotógrafo Brassaï con Picasso, el director de orquesta Robert Craft con Stravinski, Janouch con Kafka, Goldenveizer con Tolstoi o Émile Bernard con Cézanne, por citar algunas grandes conversaciones.

Tales conversaciones y tales palabras eran recogidas en la memoria o en el cuaderno de quienes escuchaban y en esas improvisadas lecciones de sabiduría, confesiones de destilada experiencia, parecía como si el arte, la filosofía y la historia se remansaran y el pensamiento entregara, a cada paso, la síntesis de una meditación.

figuras.-5519k.-foto por Jin-Ya Huang.-2007.-Sous les etoiles gallery.-New York.-photografie artnet

«Leer las cosas nuevas con el solo objeto de «estar al corriente» – le decía también Berenson a Morra en 1931 – es uno de los pecados contra el espíritu. A las cosas nuevas no hay que dedicarles más que la décima parte del propio tiempo y una parte mínima de la propia energía (que es siempre inferior a lo que esperamos) ¿Qué es esta «corriente»? Es un minúsculo río casi subterráneo que aparece en pocos salones; y hay corrientes, o mejor, hay una corriente más verdadera que aquella en que se piensa refiriéndose a la moda. Los periódicos, sí, los lee uno por las «cosas nuevas» que anuncian, pero es una lectura que cuesta poco trabajo especialmente a quien, como yo, tiene una práctica de cinco mil años de crónicas escritas».

Es esa gran cuestión de la reelectura de las cosas esenciales y la lectura esencial de cuantas cosas importantes nos quedan por leer, sin dejar por ello de atender a ciertas novedades.  Es el paseo bajo los árboles de la cultura,  confidencias de un amigo del espíritu.

(Imágenes: 1.-«Black hole».- Osang Gwon.-2000.-Arario Gallery.-Beijing.- Seoul- Korea.-artnet/2.»Guyver, dptych 2007″-.Jin-Ya Huang.–Sous Les Etoiles Gallery.-New York.-artnet)