“En nuestra casa la Nochebuena era un acontecimiento bastante tranquilo que empezaba con la oración de Navidad en la iglesia a las cinco y seguía luego con una comida alegre, pero mesurada — cuenta Bergman en sus “Memorias” —.Después se iluminaba el árbol, se leía el evangelio de Navidad y nos íbamos pronto a la cama porque teníamos que levantarnos a tiempo para la misa del alba que en aquella época era de verdad el alba. No se repartía ningún regalo, pero la noche era animada, un prólogo excitante de los festejos del día de Navidad. Después de la misa del alba, con sus velas y trompetas, daba comienzo el desayuno de Navidad. Después del desayuno íbamos todos a la cama a dormir unas horas. La organización interna tuvo que haber seguido funcionando ya que a las dos en punto de la tarde, justo al anochecer, se servía el café. La casa estaba abierta para todos los que querían desear Felices Pascuas en la rectoría. Algunos de los amigos eran músicos de profesión y en las festividades de la tarde solía haber un concierto improvisado. Y así se iba acercando el cenit pantagruélico del día de Navidad, que era la cena. Tenía lugar en la amplia cocina donde provisionalmente se había suprimido el rango social. La comida estaba en la mesa y en los bancos del fregadero cubiertos con manteles. Los regalos se repartían en la mesa del comedor. Se traían los cestos, mi padre oficiaba provisto de un puro y una copa de licor, se entregaban los paquetes, se leían versos, se aplaudían y comentaban; no había regalo sin verso.”
(Imágenes —1-Ghiberti/ 2- Christmas – Salvador Dalí)