“Cuando uno lee “Al faro”, la novela de Virginia Woolf , se descubre en ella lo que la escritora inglesa llamaba el”método de los túneles”, algo parecido a unas galerías subterráneas del relato por donde voces y conciencias discurren entremezclándose para contar — según Virginia —“ las cosas que la gente calla.” Para algunos lectores este libro seguramente no aportará demasiado ya que siempre , y eso es muy legítimo, aspiran a descubrir en una obra una acción exterior, unos movimientos concretos y palpables que desencadenen una historia. Para otros, en cambio, leer o releer este libro — publicado en 1927 —será una revelación. Puesto que la acción exterior aquí apenas existe, está diluida; aquí casi todo es esencialmente interior y los movimientos son casi impalpables y responden especialmente a pensamientos, deseos, cavilaciones y esperanzas parecidos a los que tenemos todos los mortales: movimientos interiores que poseen la misma fuerza que cualquier acción externa. ¿ Hay más vida en nuestros actos externos o en nuestros pensamientos?
Virginia Woolf, cuando comenzó el libro en agosto de 1925, venía de una “enfermedad creadora”, lo que ella llamó en un ensayo la “cualidad mística” que la enfermedad confiere al lenguaje literario. Redactó la primera parte ( unas veintidós páginas ) “en un ataque muy rápido y vigoroso”, como confesaría en su “Diario”. Otras partes del libro le causaron bastantes dudas, vacilaciones y gran trabajo. Alecciona ver toda la “carpintería” que precede a su redacción, todas sus notas, el dibujo preciso de las situaciones para luego ponerse a escribir con fluidez. Parecería leyendo “Al faro” que todo es fluidez y no es así. Cuando ella dice en una de sus Cartas “el estilo es una cosa muy sencilla, no es más que ritmo. Se trata de algo muy profundo, mucho más arraigado que las palabras, una imagen, una sensación , crea una onda en el pensamiento mucho antes que esa onda ha de transportar, y al escribir se hace preciso evocar esto y aplicarlo, y es después, mientras la onda fluye y refluye en la cabeza, cuando surgen las palabras justas”, no quiere decir que todo sea facilidad. Tuvo que hacer una revisión del texto, metódica y tenaz , que le llevó muchos meses. Y se abrió a todas las interpretaciones de los lectores. “No quise darle “Al faro” ningún significado —le decía al crítico Roger Fry —. Se necesitaba un eje central que vertebrada el diseño del libro. Me di cuenta de que en torno a este eje se acumularían todo tipo de sentimientos, pero me negué a planteármelos y confié en que los lectores los convertirían en el depósito de sus propias emociones, puesto que cada quien lo interpreta de un modo distinto”.
”¿Cuál es mi posición – escribía en su “Diario” —respecto a lo que es interior y exterior?.Si pudiera atrapar el sentimiento, lo haría: el sentimiento del canto del mundo real mientras una es expulsada del mundo habitable por la soledad y el silencio. Si nunca sintiera estas tensiones extraordinariamente omnipresentes — de desasosiego, o sosiego, o felicidad , o incomodidad — (decía en octubre de1929), flotaría y caería en la conformidad. Aquí hay algo con lo que luchar: cuando me despierto temprano me digo a mí misma: lucha, lucha.”
José Julio Perlado
(Imágenes —1- Foto Gisele Freund/ 2- Tullio Pericoli / 3- foto de Gisele Freund – mesa de trabajo en el jardín de Virginia Woolf)