“Rilke contó un día la maravillosa historia siguiente: era la víspera de su partida de Rusia; estaba en un un hotel de San Petersburgo, en verano, durante esas cálidas noches del Norte, de una claridad tan especial y en las que, a través de la noche, parece que la supervivencia del día se une al primer rayo del alba. Imposible dormir y, en la pieza contigua, oía caminar de un extremo al otro a su vecino, quien después de horas de ir y venir se ponía a tocar el violín. Una noche, después que Rilke había oído el ruido particular del violín al ser colocado sobre la mesa, se abrió la puerta y en el umbral apareció su vecino, a quien no conocía ; un hombre joven, hermoso, delgado, con un uniforme muy ajustado y una rosa entre los labios – una de las figuras más románticas que se pueda imaginar -, que le dijo : “Como yo, usted no puede dormir, y tengo necesidad absoluta de contarle a alguien la historia de mi vida”, y le dijo que estaba enamorado de dos hermanas, que no lograba saber exactamente de cuál de las dos estaba, y que tenía el oscuro presentimiento de que también las dos hermanas se hallaban en idéntica situación; que como él, ninguna de las dos sabía cuál de ellas lo prefería y que, por consiguiente, sentía que iba a decidirse erróneamente y elegir infaliblemente a la que menos amaba.
Continuó así durante tres horas;; después se fue como había venido, y Rilke no lo volvió a ver más.”
(Imágenes-1-foto Petiton Rouen – the faience violín/ 2- Rainer Maria Rilke -wikipedia)