Debajo de la crisis, tapado con los cartones de la necesidad, del hambre, de restos de desavenencias conyugales, de ilusiones frustradas, de todo aquello que su madre le habló cuando era niño, en la cocina de su casa, al enseñarle la proyección del mundo, descubierto su hombro a la intemperie de políticos que pisan fracasadas convenciones, los ojos horizontales reclamando ilusión, la cabeza postrada sobre la destrozada creación, inmóvil, cansado, sobre todo cansado, sin siquiera pedir una limosna, así nos mira este hombre en la acera del mundo.
Pero de pronto este hombre se pone en pie. No es el mismo hombre pero sí es la misma crisis. La crisis empezó con la bebida, al cruzarse la navaja nocturna con la mejilla y arrugarse la frente arando preocupaciones, la nariz fue hinchada a puñetazos por las deudas, esculpió el viento oquedades en los ojos, se le hicieron grutas en las pupilas, pero las pupilas aún siguen firmes distinguiendo el escepticismo en la lejanía.
Y debajo de la crisis apareció también esta otra mirada sesgada, azul, alambre eléctrico en las canas, rictus de boca despreciando promesas, todo lo escuchó, todo lo sabe, se cubre con el manto las varices del alma, pústulas de despedidas sin curar, desplantes familiares, todo lo cubre con el botón del pudor de la vida, nada hay que enseñar, nada hay que decir, ni siquiera hay que hablar, sólo mirar, mirar lo que se vivió y ya pasó, ver cuanto está pasando, otear lo que puede venir con una punta de melancolía.
Algunas de estas crisis no se protegen del frío con cartones. Es un frío interior, una inclemencia sin nombre. Algo que continuamente nos llama por las calles.
(Imágenes:-fotografías de Pierre Gonnord, algunas en la exposición madrileña «Tierra de nadie» hasta el 28 de febrero en la sala de exposiciones de la Comunidad de Madrid :.-1-«El Manuel»/ 2.-Michel.-2005.-artnet/3.-Olympe,.2006.-galería Juana de Aizpuru)
Pondría la mano en el fuego y no me quemaría al afirmar que estas miradas dicen estas palabras.
Increible acompañamiento narrativo.
Un saludo
JJ,
Un gran respeto…
Q.-
Después de lelerlo varias veces pienso que el texto nos sacude pero el autor no quiere zarandearnos; golpea pero no destroza. Intuyo que sabe mucho más de la vida , y que no es poco lo que apunta acompañando estos rostros, pero prefiere el susurro al grito.
Grande, grande, inmenso y como siempre calido y cercano.
JJ: La grandeza de tu texto y de las fotos es hacer visible lo que se ha tornado invisible, a fuerza de costumbre, para nuestra abotargada mirada: esos rostros y esos ojos que nos hablan también de nuestra enorme habilidad para seguir viviendo despreocupados, para seguir transitando junto al dolor como si nada, para seguir cultivando la indiferencia más obscena al pasar al lado de los caídos en cualquier «acera del mundo»…