Ahora que acaba un año, ¿qué recordamos de él? Determinados montículos en el horizonte de las noticias, ciertos sucesos que nos conmovieron. ¿Y el resto? El resto desaparece en las largas planicies del ovido, y ello es lógico, pues la memoria no nos vuelve a recordar ni siquiera lo que comimos anteayer.
Estratón, en el siglo lll antes de Jesucristo, llegó a decir:
«Día y noche, un mes y un año, no son tiempo ni partes del tiempo, sino luz y oscuridad y las revoluciones de la luna y el sol. El tiempo, sin embargo, es una cantidad en donde está contenido todo eso».
Walter Pater, en el siglo XlX señaló: «¿Te fatiga la identidad, la repetición de los espectáculos públicos? Lo mismo hace esa identidad de acontecimientos en el espectáculo del mundo. Y así será contigo hasta el fin. Porque la rueda del mundo siempre tiene el mismo movimiento, arriba y abajo, de generación en generación. ¿Cuándo, cuándo cederá el sitio el tiempo a la eternidad?». («Mario el Epicúreo«)
Y Eliot, en el XX, al que ya me referí alguna vez en Mi Siglo:
“El tiempo presente y el tiempo pasado
Están tal vez ambos presentes en el tiempo futuro,
Y el tiempo futuro contenido en el tiempo pasado.
Si todo tiempo es eternamente presente
Todo tiempo es irredimible».
«El tiempo apremia. Vivo«, hay que decirse tal vez en días como hoy.
«El tiempo apremia. Escribo«, nos dice a su vez Wislawa Szymborska en su último libro, «Aquí» (Bartleby).
(Imágenes;.-1.-Ed Ruscha .-Murayama Fine Art-artnet/ 2.-Grand Central.-Steven Katz.-2007.-Katharina Rich Perlow Gallery– New York.-artnet)