LA VOZ DE SHAKESPEARE

 


 

“Quizá te es desconocida esta  mísera y sublime condición de poeta —le hace decir el italiano Giovanni Papini a Shakespeare en su “Juicio Universal” —. En medio de los hombres es como un rey que puede conceder la gracia de la vida; como un nigromante que invoca de las negras sombras a inocentes y a reos; como un músico que debe entonar cantos de furor o de dulzura para aquellos que no han sabido extraer los misteriosos tesoros escondidos en cada uno de nosotros. En torno a mi mente siempre había una poblada corona de seres de toda clase que me pedían que les devolviese movimiento y palabra. Eran los muertos, eran los vencidos, eran los sacrificados , eran jovencitas bajadas al sepulcro demasiado pronto, condenados que querían gritar su inocencia, dementes que querían descubrir la verdadera razón de su locura, amantes que querían murmurar de nuevo y eternamente las extrañas y suaves paradojas de la pasión.

 


 

Durante muchos y muchos años satisfice como pude a centenares de aquellos violentas solicitantes y tuve alguna compensación en las alegrías de la creación y en el renombre. Pero también aquellas alegrías fueron superadas por el dolor. Dolor por el pesar de los excluidos, pues yo, aunque escritor fecundo, no podía llamar a la escena de la vida a todas aquellas larvas implorantes. Dolor por la insuficiencia de mi genio para decir todo lo que los postulantes me sugerían; para representarlos con aquella perfección de luz que ellos hubieran querido; porque me di cuenta de que el arte es siempre, en definitiva, un espléndido fracaso. Dolor, finalmente, por el descubrimiento que iba haciendo, a través de tantas almas, de las secretas suciedades y torturas de la vida humana. Descubrí que el poder de los poderosos se paga siempre por ellos y por los demás, con sus manchas; que la razón tiene sus absurdos y la locura, casi siempre, su inaudita razón. Descubrí que los pobres sufren, que los grandes sufren, que los perseguidos sufren, que amantes y odiantes sufren, que aun los sabios sufren y más duramente que los demás. Y, al fin, fui superado y enmudecido por este universal dolor descubierto por mí en los seres que quisieron convertirse a la fuerza en personajes de mis obras.

 

 

Dolores ocultos, no sospechados, no confesados, dolores sin remisión ni rescate. Y en el último drama imaginé una isla donde un mago que fue príncipe se ha refugiado junto a la belleza inocente, pero no es servido por hombres, sino por un ángel y por un bruto. Fue aquel mi testamento y mi despedida de mi fatigado y doloroso oficio de poeta.”

 

 

( Imágenes —1-Enrique Lvfolger- Shakespeare library/ 2-Henry Fuseli- 1793/ 3- George Rommey- 1775- Shakespeare library/ 4-nueve mujeres de Shakespeare -Milto)

CONCURSOS, JURADOS, ESCRIBIR, PUBLICAR

 

 

“Ser miembro de un jurado exige cierto talento y ser un buen estratega. Escuchar a los demás —recordaba un veterano miembro de jurados españoles —. Aceptar sus argumentos, es decir, evitar enfrentamientos. Algo muy difícil, si no imposible, porque es fácil perder la paciencia. Desde luego, el que más ha leído es el que más ventaja tiene.

Y viene el tema de la corrupción de los jurados. La gente se equivoca al escandalizarse con premios que están dados de antemano. No hay trampa. Y es una política común en las grandes editoriales y en los premios donde además de prestigio hay dinero. En las aparatosas cenas de algunos de estos premios, presididos por políticos, que es la gente que menos lee, sabemos de antemano quién es el ganador. Pero no se premia por amistad, como suele creerse, sino porque el premiado es el que mejor responde a la línea de la editorial. Difícilmente el que gana el Premio Herralde de Novela podría ganar el Planeta, o viceversa. Aunque también es cierto que están los pluripremiados, como está el pluriempleo.

 

 

Desde luego, para convencer y vencer hay que haber leído las propuestas de los otros miembros del jurado.  Algunas discusiones han provocado serias desavenencias. Yo trato de defender mi criterio con argumentos críticos. Ocurre con frecuencia que algún miembro del jurado no ha leído los libros, sobre todo cuando se trata de premios a libros ya publicados. Es a estas personas a las que hay que tratar de convencer, pues ellos van con las manos vacías, sin defender a ningún candidato. Y sólo se les puede convencer con razones sólidas. Luego, concedido ya el premio, yo me olvido de mi irritación y de la irritación ajena. Con frecuencia pienso: ¿quién soy yo para decidir si alguien merece o no un premio? ¿ No son arbitrarias  todas las lecturas? ¿No lo son nuestros gustos?  Juzgamos siempre: altos o bajos, guapos o feos, inteligentes o tontos. Establecemos jerarquías, y las jerarquías suelen nacer de prejuicios. Darle un premio a alguien es quitárselo a otro. Cada premio es un acto de injusticia. Lo es el premio por excelencia : el Nobel. ¿Quiénes son estos señores que viven en un rincón de Europa para juzgar sobre el universo?

 

 

Pienso a menudo en las razones por las que desde muy pequeño me sentí escritor y adónde me ha llevado esta inexplicable vocación. Vuelvo a mi obsesión. ¿Por qué escribimos? ¿Para qué?  ¿Para quién? Es absurdo hacerse estas preguntas. Escribimos porque nos da la gana.  O porque a alguien le da la gana. Es el amor a las letras, a las palabras, a las ideas, al misterio que encierra la escritura y que es al mismo tiempo revelación. Y escribimos porque hemos leído ¿O es al revés?  ¿ Aprendemos para escribir o para leer? En el fondo, son una misma cosa. En ambos casos vivimos la revelación. ¿Para quién?  Si estuviéramos  en una isla desierta pero con plumas, lápices o los más improbables ordenadores, seguiríamos escribiendo. Ni siquiera para nosotros. Para la misma escritura. A medida que escribimos surge la escritura. De pequeños leíamos para emular a nuestros padres. Porque les oíamos hablar de libros. Y también leíamos a escondidas, para aumentar la emoción de la lectura. Sí, en una isla desierta seguiríamos escribiendo. Pero entonces, ¿por qué la necesidad de publicar?  Pues porque de la misma forma que las letras son dibujos, los libros son objetos, cajas en las que se encierra el misterio de las palabras. Y de la misma forma que para un cuadro es importante el tipo de marco, también lo es la forma de un libro.”

 

 

( Imágenes —1-Wolfang Suschitzky – 1939/ 2-Alexa Meade -2010/3-Foto Eamon Mccabe/4-Alfred Stieglitz)

VUELO NOCTURNO

 

 

“Encima de nosotros, estrellas. Debajo de nosotros, constelaciones. A cinco mil millones de  millas de distancia, una galaxia muere como un copo de nieve sobre el agua. Bajo nosotros, algún granjero, al sentir el frío de esa muerte lejana, enciende la luz de su patio, desenfundando cobertizos y establo, de vuelta al pequeño sistema de mantenimiento. Toda la noche, las ciudades,  como novas relucientes, atraen con calles brillantes las luces solitarias, como la suya .”

Ted Kooser– “Vuelo nocturno

(Imagen —Emil Nolde -1945)

CANCIONES ESPAÑOLAS (3) : SANTANDER

 

 

“A los árboles altos

los lleva el viento,

y a los enamorados

el pensamiento.

¡Ay! vida mía,

el pensamiento.

Corazón que no quiera

sufrir dolores,

pase la vida entera

libre de amores.

¡Ay! vida mía,

libre de amores.”

”Santander” —“A los árboles altos “ —Cuarenta canciones españolas’ -Eduardo M. Torner—Residencia de Estudiantes- Madrid -1924

(Imagen —Alicia Rothman)

RESEÑAS Y CRÍTICAS LITERARIAS

“ A quien lee una reseña lo que le interesa es cómo escribe el crítico, sin que necesariamente salga corriendo de su casa a comprarse el libro comentado —dice un consumado crítico de “La Vanguardia” tras muchos años de experiencia —. Reseñar un libro cada semana puede ser agobiante. Y es también estimulante. Es imprescindible que pienses en cada uno de los lectores, por distintos que sean uno de otro. Que hay que respetar al lector.  Convendría recordar que el crítico no está formado como tal, es siempre autodidacta.  La crítica literaria es casi inexistente en las universidades y sólo se comentan los autores consagrados, que no exigen opinión sino erudición.

No toda la crítica que escribimos es para los periódicos. Casi todos nos especializamos en algún terreno y colaboramos en revistas más o menos académicas. Y el inevitable rigor que uno utiliza al profundizar en un tema, repercute positivamente a la hora de exigirnos el mismo rigor como reseñistas. Cualquier actividad literaria que hagamos en un terreno repercute en otros terrenos. ¿Cuál es el crítico literario más completo? El que sabe varios idiomas y no se limita a leer traducciones. (Es significativo que los críticos españoles muy raramente comenten la traducción; a veces ni siquiera aparece el nombre del traductor). El que ha traducido, para penetrar en los misterios del lenguaje y de la creación misma. El que ha sido profesor y experimenta de primera mano qué es la comunicación. El que además de crítico es poeta o narrador. El que se interesa por otras expresiones artísticas, como la música o la pintura. El que ha viajado. El que conoce y lee con frecuencia periódicos que no son los suyos, y aquí se incluyen los extranjeros, algo muy fácil desde que podemos leer la prensa en Internet.

Ejercer de crítico te obliga a conocer a otros críticos. Muchas veces creemos que según la tendencia ideológica del periódico lo serán las críticas que en él se publiquen. No es así. Y afortunadamente los críticos condicionados por una ideología son muy pocos.

El problema de la crítica literaria española es muy otro. Es la incapacidad de apoyarse en un aparato crítico teórico e incluso de construir su propia base teórica o que refleje un modo de pensar, no sólo de interpretar y juzgar. Y esto nos ocurre porque en nuestra cultura faltan filósofos y grandes ensayistas. Todo esto lleva a cierta banalización y frivolización que, por desgracia, está a la altura de lo que es el país.”

 

 

(Imágenes—1-Alain Pontecorvo/ 2- Adolfo Kaminsky- journal de la photographie)

EL APRETÓN DE MANOS

 

 

“El saludo por medio de la unión de las manos — o apretón de manos— significa, dice Alberto Savinio en su “Nueva enciclopedia —”, que no solamente nos acercamos inermes a aquel a quien saludamos, sino que le entregamos además nuestras manos (el apretón de manos hoy en día es señal de gran afecto) y, en consecuencia, nos quitamos toda posibilidad, no ya de herirle con un arma, sino de darle un puñetazo o siquiera un pescozón. Un ejemplo de apretón de manos completo y traidor: invierno, 1907, en Milán. Un castañero está en Vila Manzoni, en la esquina con Vía Andegari, junto a su fragante hornillo. Se le acercan dos chicos. Uno le dice: “Dame las manos”. El castañero le tiende ambas manos y el chico se las aprieta con mucho afecto  en un apretón de manos “antiguo” y completo, o sea doble. Y, mientras el primero de los chicos le tiene las manos cogidas al castañero, el segundo chico le registra los bolsillos y le roba sus ganancias de todo el día.  Éste es el “verdadero” significado del apretón de manos: tener completa confianza en el que nos saluda.”

(Imagen—Paul Caponigo—1965)

CANCIONES ESPAÑOLAS (2) : LEÓN

 

 

“Madrugaba el Conde Olinos

mañanita de San Juan

a dar agua a su caballo

a las orillas del mar.

Mientras el caballo bebe

canta un hermoso cantar;

las aves que iban volando

se paraban a escuchar:

”Bebe, mi caballo, bebe,

Dios te me libre de mal,

de los vientos de la tierra

y de las furias del mar.”

Desde las torres más altas

la reina le oyó cantar:

—Mira, hija, cómo canta

la sirena de la mar.

—No es la sirenita, madre,

que esa tiene otro cantar,

es la voz del Conde Olinos

que por mí penando está.

—Si es la voz del Conde Olinos

yo le mandaré matar,

que para casar contigo

le falta sangre real.

—No le mande matar, madre,

no le mande usted matar,

que si mata al Conde Olinos

a mí la muerte me da.

Guardias mandaba la reina

al Conde Olinos buscar,

que le maten a lanzadas

y echen su cuerpo a la mar.

La infantina, con gran pena,

no cesaba de llorar.

El murió a la media noche

y ella a los gallos cantar.”

”El Conde Olinos” —León – “Cuarenta canciones españolas” -Eduardo M. Torner – Residencia de Estudiantes -1924

 

(Imágenes—1-Andy Warhol/ 2-paperimages tumblr)

PROGRESAR EN LA VIRTUD

 

 

“Las señales por donde se conoce que un hombre progresa en el estudio de la virtud — recuerda el filósofo griego Epicteto —son : no reprender, no alabar, no menospreciar ni acusar a nadie, no alabarse nunca de lo que él mismo es ni de lo que sabe, acusarse cuando se le impide o prohíbe hacer alguna cosa, burlarse a solas de los que le alaban, no enojarse cuando le reprenden, sino hacer como los que están convalecientes, que andan muy paso a paso para no mover los humores; tener absoluto poder sobre sus deseos, no tener aversión sino de lo que repugna a la naturaleza de las cosas que dependen de ėl; no desear nada con pasión; no importarle nada ser tenido por sabio o por ignorante; finalmente, desconfiar  de sí mismo como de un enemigo doméstico cuyas asechanzas son dignas de ser temidas.”

(Imagen —Byran Hunt- 2001- artnet)

LA HUIDA DE LOS ÁNGELES EN FLORENCIA

 

 

“Hacía las once y media de aquella mañana, el ángel Baradiel, en Florencia, empezó a despegarse poco a poco del manto y de la pequeña capa que le cubría, procurando sobre todo que ese movimiento suyo pasara inadvertido: se desplazó hábilmente separando a un lado las trompetas doradas que hacían resonar sus compañeros, apartó un poco  el pequeño violín al que le arrancaba notas su amigo el ángel Casul, y procuró dejarlo todo en la pintura casi como estaba para que no se notara que él se escapaba, todo casi perfectamente ordenado y arreglado, disimulado de tal modo que los visitantes y turistas que pasaban aquella mañana por el segundo piso de la Galería de los Uffici  y se detenían asombrados ante el color de oro, resplandecidos sus rostros por aquel oro que se reflejaba como en un espejo, apenas notaron la  pequeña  mancha blanca como diminuto vacío que asomaba entre todas las cabezas de ángeles. Eran varias decenas de espíritus dorados entremezclando sus instrumentos, conducidos desde el siglo XV de la mano y el pincel y las lágrimas del Beato Angélico (puesto que Fray Angélico muchas veces lloraba al pintarlos), ángeles que habían vivido primero en la iglesia del hospital florentino de Santa María Nueva y que luego llegarían a los Uffici embaladas las cajas con las láminas de la serena contemplación y con el círculo situado bajo un haz de rayos haciendo girar como rueda y globo espacial a todos los personajes. Entre aquellos personajes, a la derecha, en la altura y muy cerca de una nubecilla, había permanecido durante seis siglos  Baradiel, inmóvil, con la trompeta dorada en el aire, pero mirando fijamente primero a los italianos y europeos y luego a los chinos y  japoneses que iban pasando diariamente delante de su pintura, organizados en grupos, deteniéndose, acercándose con sus zapatillas blancas y azules, atravesando despacio la sala y siguiendo al guía que les conducía, pero ahora Baradiel había decidido huir de todo aquello, escaparse sin que se notara, y así, conforme Baradiel procuraba despegarse completamente de la pintura del Angélico y también  de la capa y del manto, y abría con suavidad sus alas sobre las cabezas de los turistas para volar sobre la sala del museo, el escritor proseguía en su cuarto aquella  escritura suya tan  paciente y cuidadosa que los ángeles siempre respetarían, una escritura a veces titubeante e indecisa, cumpliendo sin embargo su tarea en sus páginas blancas, y asī escribía despacio con su pluma azul : Veo ahora a Baradiel —así escribía —, cómo vuela casi invisible y va rozando  con sus alas las paredes de los Uffici sin apenas hacer ruido, los japoneses y los chinos no se han dado cuenta de que está volando sobre ellos, los japoneses y los chinos caminan apretados unos junto a los otros, conviviendo gorras, pisadas, zapatillas y prismáticos, atuendos multicolores y edades mezcladas, mientras las alas de Baradiel cubren toda la sala y luego se pliegan junto a la puerta sin apenas rozarla para poder pasar con facilidad de una a otra estancia, allí donde está Giotto y su  Madonna con el Bambino, llamada también Maestà de Ognissanti,  nacida de un pincel  en el siglo XlV, pero sobre todo porque allí se encuentran sus amigos, los  otros ángeles que Baradiel está buscando, allí están  Dubilon y Egibiel  arrodillados tal y  como los pintara Giotto en 1313, vestidos con  unas túnicas blancas y sosteniendo  Dubilon, a la izquierda, una jarra con lirios, y Egibiel, a la derecha, una jarra con rosas. En un primer momento ninguno de los dos ha percibido la llegada de Baradiel  puesto que ambos están mirando hacia  la altura, pero enseguida, a una repentina seña de Baradiel, Dubilon deposita  suavemente en el suelo la jarra con lirios y  Egibiel hace lo mismo con su jarra de rosas y cada uno repliega sus alas grises y encarnadas y los dos van despegándose poco a poco de la pintura de Giotto y tomando impulso se elevan detrás de Baradiel por encima de todas las cabezas de los turistas chinos y japoneses y escapan volando por la única ventana abierta. El Arno ahora es un espectáculo para ellos. El río fluye bajo los puentes, principalmente bajo el ponte Vecchio y bajo el  ponte alle Grazie, bajo el ponte alla Carraia y el de Santa Trinita , y sobre el río las alas de los tres ángeles vuelan abriéndose y cerrándose en una libertad incomparable. ¡Ah, la libertad!, va diciéndose el escritor en su cuarto y en su cuaderno al seguir el vuelo de los ángeles por el río de  Florencia, ¡ah, la libertad de escribir, de volar, de escribir como si uno volara, de ser uno de esos espíritus que marchan sobre el Arno, de recorrer el aire de todo un libro!”

José Julio Perlado —(del libro “Relámpagos”) ( texto inédito)

 

 

 

 

Imágenes —1- Beato Angélico – Uffici – Flickr/ 2- ángel de Giotto)

OJOS DE PUENTE LOS MÍOS

 

 

“Ojos de puente los míos

por donde pasan las aguas

que van a dar al olvido.

Sobre mi frente de acero

mirando por las barandas

caminan mis pensamientos.

Mi nuca negra es el mar,

donde se pierden los ríos,

y mis sueños son las nubes

por y para las que vivo.

Ojos de puente los míos

por donde pasan las aguas

que van a dar al olvido.”

Manuel Altolaguirre—“Miradas”

 

(Imagen —Thomas Hornor)

 

EL ARPA DE MANO

 

 

“En una noche oscura, sin estrellas —escribe Robert Walser en “Lo mejor que sé decir sobre la música” —, estaba en una calle que sube a la montaña cuando pasaron a mi lado, con música y alegre conversación, tres criados o mozos y siguieron andando con paso decidido y acompasado. Pronto se perdieron en la oscuridad, y yo dejé de verlos, pero el arpa de mano que uno de los tres tocaba con corrección regresó saliendo de la oscuridad y fascinando mis oídos. Los jóvenes son a veces grandes maestros en el toque del arpa de mano. Este instrumento requiere un puño fuerte, firme, del que sin duda no carecen los mozos de las montañas. Así que me detuve a escuchar. El sonido espléndido, majestuoso, suave, grande y cálido se alejaba cada vez más con el mozo. En aquel momento debían de haber llegado al bosque, pues el sonido se tornó más suave y quedo , y subía y bajaba en oleadas. Al pensar en una comparación , el sonido me pareció un cisne que se desliza resonando por la oscuridad. En las montañas a los criados les gusta caminar tocando el arpa delante de las casas en las que habitan sus chicas. También los tres mozos iban a ver a una chica.”

 


 

(Imágenes—1- John Herschel -1842/ 2-Alfred Gockel- globalgallery)

 

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Imágenes —1-

CANCIONES ESPAÑOLAS (1) : ARAGÓN

 

 

“La mañana de San Juan,

tres horas antes del día,

salí me yo a pasear

por una huerta florida.

En medio de aquella huerta

un alto ciprés había.

El tronco tenía de oro,

las ramas de plata fina.

A la sombra del ciprés

vide sentada una niña.

Mata de cabello tiene

que todo el prado cubría.

Con peine de oro en la mano

lo peinaba y lo tejía.

Luego que lo hubo peinado

la niña se adormecía .

Ha bajado un ruiseñor

con alegre cantoría

y posado se ha en el pecho

de la niña adormecida.

Con las alas le hace señas,

con el pico le decía:

”Una dama como vos

no pretende estar dormida.”

”Romance” – Aragón – “Cuarenta canciones españolas” – Eduardo M Torner -Residencias de Estudiantes – Madrid – 1924)

 

 

(Imágenes -1-Wolfang Moersch/ 2-María Grazia)

EL CIRCO DE INVIERNO

 

 

“Necesitamos el circo de invierno. —dice Ramón  Gómez de la Serna —. En los últimos días de frío, las funciones son muy gratas en el circo de invierno. En los palcos se lucen las grandes pieles de cuarenta mil francos y se ven muchos gorritos  de marta de una moda antigua, pero muy del invierno del circo. Los focos son focos de nevada luz dicembrina y la orquesta ha sido redoblada para que pueda vencer la frialdad del ambiente, de tal modo, que si en la primavera hay veinticuatro profesores, ahora hay cuarenta y ocho.

El gran local toma un aspecto de Palacio de Invierno y en lo alto de los arcos que separan el centro de los anfiteatros y del paraíso, cuelgan estalactitas, así como en lo bajo hay estalagmitas.

La pista tiene algo de patinadores, y cuando está desierta, está más desierta que nunca, por lo que, a diferencia de lo que pasa en primavera, no puede haber casi pausa entre número y número. No se puede dejar cortar el espectáculo ni un minuto. Se necesita más premura, más rapidez, más agilidad.

Los artistas aparecen como canguros arropados en un sobretodo de pieles, que se quitan en la pista.

Los criados del circo usan sus pijamas de invierno con bocamangas y cuello pesados y recargados.

 

 

Hay artistas que se presentan vestidos con una levita adornada con cordones y llena de pieles, que les da una facha de principes rusos, así como hay otros que se presentan con la clásica chaqueta de terciopelo.

Unido al espectáculo de la ópera el espectáculo del circo de invierno, se ve que los artistas de circo tienen algo de divas… de divas que no cantan y que, sin embargo, saludan al final de su trabajo como si hubieran cantado por todo lo alto.

Sólo un número no aparece — o por lo menos no debía aparecer en el circo de invierno — y es el del hombre serpiente, que, como las serpientes, duerme en esta época, cataléptico y perdido, aunque a veces aparezca extrañamente despierto en pleno invierno, como esos lagartos o esas serpientes que resucitan entre el calor cordial de los laboratorios.”

 

 

(Imágenes—1-Roberto Inocenti/ 2-George W Bellows – 1912/ 3-Laura Knight-1892)

LA VOZ DE HAENDEL

 


“Pasión extenuadora, devoradora, consumidora —le hace decir el italiano Giovanni Papini a Haendel en su “Juicio universal” —; pasión soberana y dictadora de todo mi aliento. No sufría únicamente de la sed de escuchar música, sino, sobre todo, del hambre de componerla, crearla, darla. En mi larga y, a veces, miserable vida, únicamente soñé con expresar mi espíritu por la música, sólo me propuse traducir todos mis sentimientos y pensamientos en obras de música. Durante medio siglo seguido compuse sonatas, conciertos, dramas, oratorios, coros y  jamás estaba satisfecho ni nunca me sentí cansado. No  fui un hombre, sino un mediador de sonidos, un revelador de armonías, un dispensador de melodías. Allí estaba mi gozo, allí todo mi poder. Me agradaba  llamar para que se reunieran a centenares y millares de almas diversas que acudían al cebo del placer sensual , y yo las unía con mi música , en una misma emoción, las sometía a un único sueño, las elevaba a un orden más divino, los hacía a todos semejantes, a todos concordes, a todos mejores. Y esta victoria del arte me parecía, asimismo, obra de misericordia, milagro de caridad.

 

 

La parte superior del alma, la punta extrema, las cimas y las cumbres espirituales sólo podían  manifestarse, a mi parecer,  por medio de la música. Sólo la música podía decir lo indecible, sólo la música hacía capaz al hombre de responder a Dios en aquel diálogo eterno que, con demasiada frecuencia, fue monólogo. Dios mismo hablaba a los hombres con los truenos del cielo, con el fragor del océano, con el murmullo de la brisa, con el susurro de las selvas, con el bramido de los volcanes, con la  tumultuosa y convulsa coral de las tempestades. A estas voces divinas el hombre no podía responder con las palabras de cada día, palabras de milésima mano, ajadas, sino solamente con el canto;  canto de voces, canto de instrumentos, canto de corazones suplicantes o exultantes. Para expresar toda la felicidad del vivir, toda la maravilla de la creación y de la desesperación  era necesaria la música y solamente la música.”

 

 

(Imágenes —1-Raoul Dufy/ 2- Giancarlo rado/3- Steeft Zortmulder)

CONSEJO PARA ESCRITORES

 

 


“Aunque te mantenga despierto toda la noche,

lava las paredes y friega el piso

de tu estudio antes de componer una sílaba.

Limpia tu espacio como si el Papa estuviese por llegar.

La pulcritud es sobrina de la inspiración.

Cuanto más limpies, más brillará

tu escritura, así que no dudes en salir

al campo abierto y restregar la parte oculta

de las rocas y ordenar en las ramas más altas

del oscuro bosque los nidos llenos de huevos.

Cuando encuentres el camino de regreso a casa

y guardes esponjas y cepillos bajo el fregadero,

observarás, en la luz del alba,

el inmaculado altar de tu escritorio,

una superficie limpia en medio de un mundo ordenado.

De un pequeño florero, azul brillante, toma

un lápiz amarillo, el más afilado del ramo,

y llena páginas con frases diminutas

como largas hileras de hormigas devotas

siguiendo tu huella desde el bosque”

 

Billy Collins– “Consejo para escritores”

 

(Imagen —Brigitte Szenczi. 2000.- feminine)

GENTES (5) : EL ESTÚPIDO

 

 

“El “estúpido” es tal — dice el filósofo griego Teofrasto —, que haciendo sus cuentas y sacando la suma, pregunta después al que le acompaña qué resulta. Es el que por evitar la sentencia de los jueces, sabiendo que se acerca el día de ella, se hace el olvidadizo y se va al campo.  Es el que asistiendo a ver teatro, se duerme y se encuentra solo, al haberse ido todos los demás. El estúpido es el que cenando con exceso, y levantándose de noche  para ir al servicio (o ir al corral), le muerde el perro de su vecino. El que tomando y guardando alguna cosa, la busca después y no la puede encontrar. El que recibiendo el aviso de que ha muerto alguno de sus amigos, afligiéndose y llorando , dice : “Sea para bien “. Es el que llama testigos para recibir el dinero que le vienen a pagar. Castiga a su criado porque en medio de la fuerza del invierno no le ha comprado en la plaza melones. El que cociendo lentejas en su campo para los trabajadores, les echa sal dos veces, de suerte que no puedan comerlas. El estúpido y la “estupidez” no es otra cosa que “la pesadez del alma en las palabras y en las obras”.

(Imagen —Johannes Carlsohn)