«De violines
fugitivos
ecos llegan…
Bandolines
ahora son.
…Y perfume
de jazmines,
y una risa…
Es el viento
quien lo trae…
goce sumo,
pasa, cae…
como humo
se desvae…
pensamiento
…¡y es el viento!»
Manuel Machado: «El viento» («Caprichos«) (1905)
(Imagen: Bike Path Fog.-1992-2003.- foto de Helen K. Garber.-Tepper Takayama Fine Arts.- Boston.-USA.-artnet)
Gracias Jose Julio por este lumínico verano, hermosamente hilado en verso. He aquí, en humilde respuesta, unos versos de Tagore (traducidos por Zenobia y Juan Ramón Jimenez), en honor a los muchos horizontes y océanos, brumas y olas, brisas y gaviotas, arenas y juegos que nos ofrendas cual niño eterno. Un tierno y sincero saludo.
En las playas de todo el mundo se reúnen los niños. El cielo infinito se encalma sobre sus cabezas; el agua impaciente se alborota. En las playas de todos los mundos los niños se reúnen, gritando y bailando.
Hacen casitas de arena y juegan con las conchas. Su barco es una hoja seca y lo botan sonriendo en la vasta profundidad marina. Los niños juegan en las playas de todos los mundos.
No saben nadar ni saber echar la red. Mientras el pescador de perlas se sumerje y el mercader navega en sus navíos los niños escojen piedrecillas y las vuelven a tirar. Ni buscan tesoros ocultos ni saben echar la red.
El mar se encaracola en una carcajada y brilla pálida la playa sonreída. Olas asesinas cantan a los niños baladas sin sentido, igual que una madre que meciera una cuna. El mar juega con los niños y luce la pálida sonrisa de la arena.
En las playas de todos los mundos se reúnen los niños. Vaga la tempestad por el cielo sin caminos, los barcos naufragan en el mar sin rutas, anda suelta la muerte, y los niños juegan. En las playas de todos los mundos se reúnen en una fiesta grande, todos los niños.
Rabidarath Tagore, La Luna Nueva