GALAXIAS

Se veía perfectamente la mesa de la cocina en Canadá de Alice, y ella allí escribiendo de noche. Se veía muy bien desde la galaxia porque la bola del mundo era una especie de montículo oscuro, como un nacimiento salpicado de luces aquí y allá, exactamente igual que un nacimiento. El resto estaba oscuro. Los búfalos bramaban en la negrura, no se les veía, como tampoco se veía muy bien cuando los hipopótamos levantaban su cabeza en los ríos y soplaban con sus orificios al aire porque todo era opaco en el monte del mundo, pero no las luces de las casas de los artistas, que estaban encendidas, cada una en su soledad, envueltas en su noche, las luces por ejemplo de la cocina de Alice en Victoria, todos los trastos y cacharros recogidos, la cocina limpia, un silencio completo, las tres hijas ya acostadas, y ella escribiendo su cuento “Demasiada felicidad”. Lo hacía sobre un cuaderno y con una letra rasgada y sencilla, sobre todo auténtica y entregada..Desde la galaxia no se veía en cambio el ataque de unos leones con otros, la esbeltez aristocrático de la jirafa, el rastreo sinuoso de la serpiente porque todo estaba opaco y oscuro, pero no así la luz del enorme cuarto semivacío del Hotel Birón en Paris donde Rainer María estaba escribiendo sobre una mesa desnuda “Los cuadernos de Malte Laurids Brigge”.Desde la galaxia no se veían las carreteras cruzadas de coches, ni el remolino de las mariposas, ni la fluidez de las aguas, pero sí en cambio la luz de la hoja en la que Rainer María escribiría su testamento: “ Ese estar solo en el que me he justificado desde hace veinte años, no debe convertirse en una excepción, en unas «vacaciones» que debería pedir a una dicha que vela sobre mí, en medio de múltiples justificaciones. Debo vivir sin fronteras dentro de dicha soledad.”

José Julio Perlado

(Imágenes- wikipedia)