
Mis ventanas dan al kalisch, que es la calle de El Cairo más frecuentada – escribe el noble polaco Jan Potocki en un viaje de juventud—Lo es sobre todo, y mucho, por los espectáculos de toda suerte que han dado fama a esta ciudad
Me he.fijado ya en gente que hacía bailar a una especie de babuino de larga cola, otra que se las veía con culebras de más de diez pies de largo o que saltaban a través de muy estrechos aros provistos de puñales. Pero el espectáculo que más reputación tiene en El Cairo es el de las danzarinas que en general son bastante bonitas. Junto a esas sacerdotisas, una mujer me mostraba a su hijo que acababa de expirar por falta de alimento.

Otros hambrientos, que no tenían ya fuerza para sostenerse, se apoyaban contra los muros para poder llegar hasta bajo mis ventanas , algunos caían por el camino. Arrojé dinero a la calle: pero esa generosidad hizo mal efecto, pues todos los mendigos del barrio se han puesto a asediar la casa y están ahí todavía lanzando horribles gritos.

La calle de la que hablo se habrá convertido mañana en un canal pues las llenarán la aguas del Nilo que se introducen en ella con gran pompa. El objetivo de esta ceremonia es avisar al pueblo de que el Nilo ha llegado a su crecida ordinaria.
