LAS PEQUEÑAS COSAS : 4) El CAYADO

El cayado, la “cachava” o el bastón tosco, corvo por la parte por donde se agarra, usado particularmente por los pastores, levanta las nubes cuando se alza en el aire, al bajar conduce al aire sobre los cuerpos de las ovejas, las ovejas van apretadas las unas contra las otras, lana contra lana, pensativas, obtusas, pezuña contra pezuña. El cayado es hijo del cayado padre y nieto del cayado abuelo, aquel que colgaba en el patio de la antigua casa de campo cerca de Soria, en plenos fríos, y es una herencia como peñón de madera, igual que una muleta, lo mismo, lo mismo que una muleta para trastear animales, yo nunca les he pegado a los animales con el cayado, si acaso les he amenazado con un gesto y basta, y entonces el río de las ovejas ha tomado otra vertiente porque las ovejas saben abrir caminos y en los caminos se aprietan unas contra las otras para quitarse el miedo del lobo, yo creo que el lobo no teme al cayado, el lobo teme al perro, a lo escurridizo del perro girando y ladrando y moviendo las patas y la cola que marcan territorio, que dibujan un mapa.

Por eso el cayado no es una pequeña cosa. Me siento ante su lado corvo y allí apoyo el mentón. Repaso los pensamientos. Están las inmensidades de los montes, el recorrido de las praderas. Está mi padre con su cayado austero, está mi abuelo con su cayado antiguo, están las marcas y las cicatrices que clavé en la madera cada vez que mataron a una oveja. Un cementerio de cicatrices. Apoyo mis años en el cayado tosco y miro cómo avanza el porvenir.

José Julio Perlado

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(Imágenes- wikipedia)