
De entre los muchos misterios de la vida se encuentra el misterio de la enfermedad que dispara su bala blanca y hace desaparecer de pronto a quien está a mi lado y no a mí, hace desaparecer de pronto al joven escritor José María Sanjuan, premio Nadal 1967 con su novela “Réquiem por todos nosotros” y que está a mi lado en el antiguo aeropuerto de Barajas mirando al suelo. Ha venido a despedirme, es 1963, yo me voy a Roma y José María Sanjuan mira el suelo, suelo de incógnitas sin respuestas, él no sabe que la silenciosa bala blanca con su enfermedad cargada y a punto de disparar viene mansamente por el aire, como una cápsula silenciosa, como un submarino aéreo, avanzará sobre el tiempo y herirá de muerte cinco años después a este joven y brillante novelista, gran amigo mío, que tiene mi edad, al que yo, en 1966, le llevaré hasta su cama de enfermo uno de los muchos premios que conquistó. Pero ¿por qué él y no yo? ¿Por que no desaparecí yo en vez de él? La bala blanca viene disparada por el antiguo aeropuerto de Barajas, busca su punta a dos figuras que se despiden, a dos amigos que miran al suelo. A uno lo respetan, a otro lo hieren mortalmente. Sigo mirando aquella foto de entonces llena de misterio.
José Julio Perlado
(Imagen – José María Sanjúan)