
“Las ”Soleares”, por la variedad de sus estilos — así lo anota el flamencólogo José Carlos de Luna—, se prestan a pasar de una quejumbrosa que os cuenta una pena, a otra alegre que envuelve una chirigota; a la petulante que expresa un deseo seguro de satisfacerse; a la cadenciosa que cuenta un cariño no correspondido; a la irónica que caricaturiza una acción; a la bravía que os tira el guante desafiando; a la que martillea un conjuro.
Tu caye ya no es tu caye.
Es…una caye cualquiera
camino de cualquier parte.
Las ”Soleares” es el estilo que más acaricia la garganta del pueblo, porque traduce todos los estados del espíritu, porque calma, con su ritmo, todas las aspiraciones, todos los temores, todas las bravatas.
Los pajaritos y yo
nos levantamos a un tiempo:
ellos, a cantarle al alba;
yo, a yorá mis sentimientos.

Las ”Soleares” no es un cante en singular sino en plural. Indica que dentro del mismo “son”, y sin salirse de la pauta que la guitarra impone, puede cambiarse ”el cante” modulándolo de maneras diferentes y haciendo que participe unas veces de la grandeza de “la Caña” y otras de la graciosa inconsistencia de ”las Alegrías”.
Las ”Soleares” es ”cante grande”; siquiera la guitarra se atreve a jugar con él, participando de sus gracias y entrometiéndose con falsetas que lanza por cuenta propia, celosa de las galas del cantar y buscando ansiosa, el ”olé” que la estimula y el piropo que la enardece.
El queré quita el sentío:
lo digo por experiensia,
porque a mí me ha susedío
