Escribe Paul Klee en su Diario, diciembre de 1897: “Después de cierto tiempo volví a revisar algunos de mis libros de apuntes. Sentí despertar nuevamente algo así como esperanza. Casualmente descubrí en el cristal de la ventana mi reflejo y comencé a elucubrar acerca de esa persona que me estaba mirando. Un tipo bastante simpático sentado en una silla; la cabeza apoyada en un cojín blanco, las piernas sobre otra silla. El libro gris cerrado sobre el dedo índice de una mano. Se mantenía inmóvil, iluminado por la suave luz de la lámpara. A menudo lo había analizado. No siempre lo conseguía. Pero hoy lo comprendí.”
(Imágenes— 1- Paul Klee- 1918/ 2- foto Josef Albers- Paul Klee- fundación Paul Klee)