“… Los nativos canarios eran membrudos, audaces, fuertes… Tenían los cabellos largos y rubios, y con ellos se cubrían hasta el ombligo…” Lo cuenta el viajero florentino Angiolino del Tegghia de Corbizzi en 1341, enviado a descubrir tierras por el rey Alfonso lV de Portugal y lo anota así el periodista y viajero Luis Pancorbo en su “Mapamundi de lugares insólitos, míticos y verídicos”.
Ése al parecer, después del de Plinio, fue el primer documento “ verdaderamente histórico” sobre las Canarias, según apunta Menéndez y Pelayo —y así lo cita Pacorbo. Y añade que “entre los muchos que pretendieron encontrar a las Islas Canarias en la Antigüedad figuraron los maghurinos, los engañados, que así fueron llamados los tripulantes de un viaje fabuloso, tanto que se duda si realmente sucedió, pese a que el gran geógrafo árabe El Edrisi lo diera por cierto.
Continúa Pancorbo diciendo que “se trataba de ir por el Atlántico hacia unas Hespérides que a lo mejor eran las Canarias o islas perennes para saber lo que contenía el Océano y cuáles eran sus límites. La cuestión nunca fue dilucidada. Misterios y fantasía, adobados con embustes, esa es la sal de muchos viajes. A principios del siglo XlV el célebre geógrafo Abulfeda daba a entender que las islas “eternas” habían quedado sumergidas. Sólo el sabio y juicioso Aben- Jaldún — señalaba Menéndez Pelayo —, que escribía en 1377, cuando las Canarias ya eran frecuentadas por los navegantes europeos, habla de ellas de un modo racional y positivo.”
(Imágenes— isla de la Palma- -2012– – 1, 2 , 3 y 4- fotos jjp)