“Encontré sus ojos muy cambiados; no empañados, pero sí con la pupila rodeada por un amplio círculo azul pálido…, era como si al mirarlos, yo los atravesara, como si fuera un ojo de otra luz y de otro sol.”, dice Wilhelm von Humboldt ante la impresión que le producían los ojos de un anciano Goethe. Los ojos hablan. La importancia de lo que dicen los ojos la ha tratado el alemán Georg Simmel en su gran estudio sobre Rembrandt.” La circunstancia de que el ojo “hable” significa propiamente — señala Simmel — que dice más que lo que se puede decir. Su expresión fluye de una manera más inmediata de la oscura inefabilidad del alma de lo que podría ser utilizado por el arte barroco. Atiéndase por ejemplo al hecho de cuánto descuida Vasari en sus críticas de pinturas a la expresión de los ojos: a lo sumo habla de “ojos fijos al cielo” o en general de una mirada inmóvil cuyo significado no está en su vida sino en su posición. En Rubens es particularmente llamativa la frecuencia con que mantiene a los ojos en una chata universalidad. El barroco no tenía sentido alguno para la dimensión en profundidad del ojo, que llegó a ser absoluta, por decirlo así, en la mirada espacial de los personajes de Rembrandt.”
(Imágenes- 1- Rembrandt- autorretrato- Museo colonia Rembrandt paitingent/ -2 = Rembrandt -autorretrato)