UNA HABITACIÓN PROPIA

 

 

“Cuando se construyó “la habitación propia” con las ganancias obtenidas con el éxito de “Orlando”, Virginia aspiraba a tener por fin su estudio, pero la habitación resultó  no ser apropiada y terminó siendo sólo el dormitorio. —así lo cuenta la periodista italiana Sandra Petrignani en “La escritora vive aquí”, reedición actual de una primera versión publicada en 2006 —. El 26 de enero de 1930, al día siguiente de su 48 cumpleaños, anotaba Virginia  en su “Diario”: Aún no consigo escribir con naturalidad en mi nueva habitación porque la mesa no tiene la altura adecuada y para calentarme las manos debo agacharme. Necesito que las cosas sean totalmente conformes a mis costumbres”. Todo escritor se reconoce en este ser maniático; el rito de escribir tiene para cada uno su ceremonial y su utillaje. El de Woolf , dice Petrignani, requería una butaca desfondada, una tabla de contrachapado con el tintero incorporado, colocada sobre las rodillas, y grandes cuadernos con cubiertas de vivos colores que se fabricaba ella misma. Necesitaba también una mesa grande y sólida , que usaba muy poco para escribir, pero sobre la que acumulaba “montones de porquerías”: papeles varios, manuscritos, botellas de tinta, cartas, viejas boquillas para los cigarrillos, montones de plumines usados y nuevos, cajas de cerillas, los puros que fumaba de vez en cuando, clips oxidados y otras baratijas.

 

 

Sí, Virginia Woolf era muy desordenada. Por eso terminó por preferir como estudio el “lodge” que había al fondo del jardín, una caseta destinada a las herramientas del jardinero, a la que ella llamaba “mi casita”. Allí podía rodearse de silencio…y de  dejadez. “Su habitación no estaba solamente desordenada, tendía a menudo a estar “descuidada“, decía Leonard, que habla también de la “organización desorganizada y de la incomodidad” en la que su mujer se encontraba a gusto para trabajar. Es fácil imaginársela “tumbada en la cama mirando las estrellas, en esas noches de Monks House”.

 

 

Gerald Brenan — dice Petrignani — hace un retrato vibrante de los Woolf que, de paso por España, van a verle. “La primera cosa que me viene a la mente cuando pienso en Virginia Woolf es su belleza. Esqueleto fino y cincelado, ojos grises, “su conversación era como su prosa”, femenina y seductora, irónica, “inclinándose hacia un lado, un poco rígida en la silla, se dirigía al compañero en tono burlón. Leonard, sin embargo , era muy sólido, muy viril, fumaba en pipa, y no perdía nunca el hilo de la conversación y hablaba de una manera relajada y amigable”.

 

 

(Imágenes —1-Vein Magazine/ 2-Virginia Woolf y otros amigos en el verano de 1915 -avuelapluma/ 3-Virginia Woolf-   Enciclopedia británica/ 4-  reason vhy)

5 comentarios en “UNA HABITACIÓN PROPIA

    • Mariluz,
      Además de procurar tener una habitación propia real siempre he pensado que uno ha de hacerse su propia “habitación”, que puede estar en un bosque, en el refugio de un automóvil aparcado, o en otras partes. Crearse una “habitación “ aislada es esencial para crear. Hay escritoras que solo han podido escribir después de cenar, en el silencio de la noche, o al revés, muy de madrugada.
      Siempre he admirado a Virginia Woolf y comprendo su búsqueda personal de la comodidad para escribir.
      Si sirve para algo, yo he escrito libros enteros los veranos en los bosques de Galicia, dentro de mi automóvil. Aquel era mi despacho y mi habitación propia.
      Muchas gracias por tus palabras.

  1. Hoy vuelvo a leer los comentarios de hace años y su amable respuesta y no se puede imaginar cómo me son útiles. He empezado a escribir regularmente, yo siempre de madrugada, como E. Dickinson, ya me gustaría escribir sólo un poquito como ella. Es el momento en el que tengo la mente clara, despejada y hay un silencio total. Un saludo afectuoso!!

    • Mariluz,
      me alegro muchísimo de lo que me dices de tu escribir regularmente. Siempre he creído que “una habitación propia” se la hace uno mismo, no es necesario lo confortable ni un despacho. Cuando se quiere escribir uno lo hace sentado ante la naturaleza o aparcando un coche en una zona apartada. Hay que buscar la hora mejor, el silencio mejor, ser constante, aprovechar los minutos, no tener prisa pero si serenidad y paciencia. A veces hay que reescribir, otras simplemente tomar notas, hacer “esbozos de esbozos” que, al final muchas veces son los que quedan, apuntar ideas, retocar textos pasados ( alejándose muchos días de esos textos recientes para, como hacen los pintores adquirir perspectiva), dejarlos madurar, y sobre todo creer en uno mismo y no precipitarse sino mantener ls continuidad.
      Feliz Año y feliz escritura!
      Saludos cordiales.

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