“Caen, caen los días; cae el año
desde el verano.
Sobre el suelo mullido por las hojas,
cae el aroma,
que errando solicita la atención
del soñador.
Atento el soñador, a pie, despacio
va contemplando
cómo en los amarillos de la flora
la luz se posa,
reconcentrada ya en la claridad
de un más allá.
Más acá se difunde por la atmósfera
casi una gloria
que es ya interior, tan íntima al amparo
de los castaños,
tan dulcemente abandonada al sol
del peatón.
Con ondas breves de silencio el lago
llega hasta el prado,
propicio a recibir algunas ondas
de remadoras.
Apariciones que a los sueños dan
cuerpo real.
Y el soñador y el sol, predestinados
por tanto hallazgo,
se exaltan con asombro ante las frondas
cobrizas, rojas
de esos arces divinos en furor
de donación.”
Jorge Guillén —“Cántico” (1928)
(Imágenes—1-Michael Yamashita- National a Geographic/ 2-Lynn Geesaman/ 3-foto Elliot Eskey)