LOS MECANISMOS DE LA CREACIÓN

 

 

”El incomprensible mecanismo de la creación literaria —así lo deja anotado en su Diario “La tentación del fracaso” el peruano Julio Ramón Ribeiro —:  durante más de un mes intenté todos los días proseguir mi  cuento apenas comenzado “Parábola de Bob”, sin lograr añadirle una línea, a pesar de mi empeño.  Ayer — escribe el 11 de mayo de 1975 —, en que no tenía ganas de hacer nada, cojo al azar el manuscrito, con la intención sólo de releer lo avanzado y, sin proponérmelo ni darme cuenta, lo concluyó. ¿Por qué? Nada estaba previsto ni preparado. La historia me fluyó como dictada, alguien dentro de mí la había estado escribiendo sin consultarme y aprovechó un momento de descuido para hacerla visible.”

En otra entrada añade el mismo día: “cuando no estoy frente a mi máquina de escribir me aburro, no sé qué hacer, la vida me parece desperdiciada, el tiempo insoportable. Que lo que haga tenga valor o no es secundario. Lo importante es que escribir es mi manera de ser, que nada reemplazará. Cuando imagino una vida afortunada, millonaria, veo siempre el lugar donde pueda seguir escribiendo. Si no fuera necesario comer, dormir, trabajar, no abandonaría este sitio, donde nada me incomoda, donde gozo del más completo albedrío, donde soy dueño del mundo, de mi mundo, sus fabulaciones, hazañas, torpezas, locuras, el mundo irreal de la creación, al lado del cual no hay nada comparable.”

 

 

(Imágenes- 1-Cig Harvey- 2008 -gallerie -Joel soroka-  artnet/2- Gerhard Richter)

EL CAMINO DE ANDREI ROUBLIOV

 

“ Se decía que el monje pintor Andrei Rubliov en 1427, envuelto en una amplia capa negra, ayudado con un largo bastón que terminaba en forma de cruz y en el que se apoyaba con rotunda fortaleza, casi cubiertos los ojos para proteger su intimidad bajo una ancha capucha, andando con los pies descalzos por llanuras inundadas de fango en una Rusia desmantelada, había marchado con decisión hasta la iglesia de la Asunción de la ciudad de Vladimir  porque quería pintar algo que llevaba ya en su mente: una serie de tres  tonos de azul con los que deseaba vestir a un angel con un trazo de paz y de concordia. Como todos los artistas de todos los tiempos, Roubliov no necesitaba las manos para crear, sólo necesitaba la mente, en la mente llevaba los tres tonos de azul y ellos iban iluminando aquel oscuro camino  por donde Roubliov avanzaba, un camino de tierras húmedas, a veces inundadas de nieve, donde las luces de los colores sólo estaban en el pensamiento del monje y cualquiera que se acercara a la comitiva podía ver el resplandor de las luces bajo su capucha. Los que le seguían por el caminodos monjes más, también pintores de iconos como él, más jóvenes e indecisos, Daniil el Negro y Cirilo no veían sino las nieblas grises del paisaje, el resplandor de las hogueras por las noches, por supuesto el fango embarrándoles los pies, pero no la luz. Porque la luz, iba diciéndose Roubliov  bajo la capucha mientras caminaba el primero de todos, no se puede mostrar a los demás ya que va en un cuenco invisible quizás dentro de mi cabeza, no lo sé, nadie lo sabe, solo sé que el azul penetrante, el oro y el rojo oscuro, casi cereza, que pinté en su momento. para el icono de “La Trinidad” salieron de mí, yo extendí la mano y el azul penetrante, el oro y el rojo oscuro, casi cereza, y también aquel color tilo claro que usé para la túnica del ángel central, ya los tenía yo en la mente y bajaron veloces hasta los dedos de mi mano, y luego hasta el pincel, y yo no tuve más que obedecer.”

José Julio Perlado – (del libro “Relámpagos” ) (texto inédito)

 

 

(Imágenes-  Andrei Rubliov: 1- La Trinidad – Galeria Tretiakov   Moscú/ 2-arcángel San  Gabriel – 1408)

TRAS ESTE DILUVIO

 

 

“Tras este diluvio

quiero ver a la paloma

y únicamente a la paloma

otra vez salvada.

¡Yo me hundiría en este mar!

si ella no volase,

si ella no trajera

la hoja en la última hora.”

Ingeborg Bachmann– “Poemas- 1957- 1961” ( traducción  Cecilia Dreymüller)

(Imagen – Rory Donalson -winkleman gallery -News York)

 

UNA BOFETADA AL PRESIDENTE

 

 

”En el tribunal de distrito de Wels — cuenta Thomas Bernhard — una mujer condenada anteriormente veinticuatro veces, que el presidente del tribunal calificó nada más abrir su por ahora último proceso, como escribe el periódico de Wels, de ladrona veterana bien conocida del tribunal, y que estaba acusada entonces del hurto de unos impertinentes para ella totalmente inútiles, que robó a una aficionada a la ópera recientemente fallecida, la cual, sin embargo, desde hacía muchos años no podía andar y, por esa razón, no utilizaba los impertinentes y, realmente, los había olvidado ya, como se reveló durante el proceso, consiguió aumentar su pena de prisión, fijada sólo en tres meses, en otros seis meses, al dar, inmediatamente después de la lectura de la sentencia por el presidente del tribunal, una bofetada precisamente al presidente.  Ella había esperado por lo menos nueve meses de cárcel, porque no soportaba más la libertad, declaró.”

Thomas  Bernhard – “Aumento” – “El imitador de voces”

(Imagen  – Alejandra Laviada)

LA INFANCIA DEL ARTE

 

 

“Las obras maestras de la historia del arte buscan revelar a los niños en su gravedad, pero también en su simplicidad y  su belleza.

 

 

¿Es que se pueden encontrar más adorables, pero también más impenetrables al mismo tiempo los niños en la pintura ? – se pregunta Cécile Barthes en su bello libro “L ‘ enfance de l’ art.”

 

 

Para tenderse  sobre la tela de las promesas, los sueños  y los miedos que contienen los ojos brillantes de las niñas y los niños, y con el fin de descubrir su naturaleza profunda, los artistas de todos los tiempos los han rodeado con una mirada llena de amor y de paciencia.

 

 

Con el advenimiento del siglo de las Luces los niños son considerados como seres humanos con el mismo título que los adultos .

 

 

El sentimiento familiar, el amor de los padres, se hacen célebres y se transforman incluso en virtudes esenciales  bajo los pinceles de Greuze, Chardin, Vigée- Le Brun y los grandes retratistas ingleses. A partir del XlX, cuando la familia burguesa triunfa, se multiplican los encargos de retratos y los propios artistas se entregan también al placer de pintar su personal intimidad familiar. Manet, Gauguin, Cézanne, Renoir o los pintores de la Escuela de París hacen posar a sus hijos, pequeños modelos o aprendices de artistas, ricos o melancólicos, una mirada que renovará en cada ocasión el arte de la pintura.

 

 

La pintura de Picasso contiene una de las más bellas celebraciones de la infancia y la que aporta  de modo más soberbio los colores. Sus propios hijos, pero también hijos quiméricos, pequeños saltimbanquis o infantas inspiradas en “Las Meninas” llenan su obra. “En cada niño hay un artista — decía  Picasso —. El problema está en saber cómo seguir siendo un artista cuando uno se hace mayor”, recuerda Cécile Barthes”.

 

 

(Imágenes-1 – detalle de “Las Meninas” -1656- museo del Prado/ 2- Lluís Léopold Boilly – Gabrielle Arnault -Siglo XlX – Museo del Louvre/ 3- Vigée Lebrun/ 4- Camille Claudel- la Petite Chatelaine -1896-museo de arte e industria -Roubaix – La Piscine/ 5-Edouard Manet -Le Fifre- 1886- museo d’ Orsay/ 6 -Francois Joseph Navez – El joven muchacho soñador -1831 –  Museo del Louvre / 7-Picasso -1901)

LOS “MOBILES” DE CALDER

 

 

La actual exposición sobre Calder en el Centro Botín, en Santander, nos lleva a una evocación de su escultura y a las páginas que Werner Hofmann le dedicó comentando sus “mobiles”. “El viento o la mano del hombre, nunca un artefacto mecánico — explicaba  Hoffmann —, se encargan de producir el movimiento. De los cuadros de su amigo Miró toma Calder las formas lobulares —- mitad escama de pez, mitad hoja — y las une mediante delgadas varillas de hierro. Con ellas construye paráfrasis de formas animales, de seres deslizantes y voladores, de pájaros y peces, e inventa metamorfosis de plantas, metálicos arbustos trepadores y temblorosas corolas que se abren a todas las direcciones.

 

 

La  gracia de este arte se produce sin justificación ni excusa. Es cósmico y alegórico en muy hondo sentido. En él se guarda  un hálito del pensamiento oriental y de la oriental economía en las formas: la delicada movilidad, la predilección por la asimetría y la excentricidad, y el equilibrio inestable susceptible  de resolverse en toda suerte de movimientos. Los “mobiles” de Calder son juegos de una larga paciencia, fruto de un moroso meditar y sopesar, y no es casualidad que recuerden el “arte floral” japonés y otros géneros  de las ‘artes aplicadas”  orientales. La figura se despierta y se vuelve en el espacio y en el tiempo, y la forma recorre muchos estadios virtuales que el aire se encarga  de suscitar.  Otro rasgo esencial es que los mobiles reciben del espacio su capacidad de movimiento, y por ello, adelgazados hasta la pura silueta, entregan recíprocamente al espacio ambiente toda su forma.

 

 

Los mobiles son como un sonido hecho forma, o como el gesto de un acróbata que por raro milagro ha quedado inscrito en el espacio.”

 

 

(Imágenes -1-foto vaux Marc – Calder en su estudio en 1931/ 2, 3 y 4- mobiles de Calder)