«Estos días que te parecen vacíos
y perdidos para el universo
poseen áridas raíces que ahondan
en la profundidad de los desiertos.
La sustancia guedejosa
por las tinieblas elegida
jamás puede detenerse,
hasta las entrañas del mundo
persigue el agua profunda
que le exigen sus alturas.
¡Paciencia y más paciencia,
paciencia en el azur!
¡Cada átomo de silencio
puede dar un fruto maduro!
Llegará la feliz sorpresa:
una paloma, la brisa,
la sacudida más dulce,
una mujer que se apoya,
hacen caer esta lluvia
donde uno se arrodilla.
Que un pueblo ahora se destruya,
¡Palmera!… ¡Irresistiblemente!
¡En el polvo que gira
sobre los frutos del firmamento!
No has perdido estas horas
si ligera permaneces
tras estos bellos abandonos;
igual a aquel que piensa
y cuya alma se gasta
en acrecentar sus dones»-
(Imagen: Rodney Smith)

¡Qué hermosas palabras sobre la subterránea labor de transformación que se opera en el silencio y el vacío! es verdad que esas secretas raíces buscan el agua milagrosa y veces la paciencia produce un fruto perfecto. Como este poema de Stevens.
Gracias y saludos
Amparo,
del valor del silencio nunca hablaremos bastante. En él se fragua la creación y la contemplación y en un mundo sin silencio en el que tantas veces vivimos la transformación interior es mucho más costosa.
Saludos. Gracias por tu comentario.
Qué poema más bonito. Alentador. En los días de vacío, paciencia. Parecen días vacíos pero no lo son. En esos días observas con pausa, callas, recoges, te llenas de lo que luego te hará disfrutar.
Mari Luz,
esos días de sosiego y paciencia preparan el futuro de la actividad.
Muchas gracias por tus palabras.
Saludos