SANATORIOS DE LIBROS

Manos que van y vienen sobre cortezas de libros enfermos, manos que deshojan páginas y arreglan sábanas de capítulos, manos que vienen y van alisando colchas, entreabriendo ventanales de márgenes, ventilando con las yemas de los dedos los lomos sueltos…, manos que vienen y van por esta habitación de la Historia en torno a la cabecera de portadas, moviéndose sin apenas ruido, manos especialistas en pergaminos, suaves cirujanos ante hierros, dedos que acarician suntuosidades escondidas, precisos dedos certificando nudos, desatando y atando cuerpos inmensos, cuerpos abandonados, letras extendidas, mapas de heridas cubiertas en batallas, cicatrices de conquistas, extensiones de reinos y de aguas, cifras agazapadas en volúmenes, marcas en márgenes, rótulos en tapas, rúbricas, fascículos…; luego lavados, cosidos, brochas, pegamentos, telas, hilos, cordeles, paños, forros, limas, ajustes, manos que vienen y van una vez más con la pericia enamorada de los viejos oficios, enfermeros de tantas encuadernaciones aplicando ungüentos y  pócimas, ponen en pie lomos articulados, luego los tumban, nuevamente los alzan, es el ejercicio de la rehabilitación, la suave flexibilidad curativa que dará vida a un cuerpo abandonado, cuerpo de hojas, índices, sumarios, cuerpo mostrando ilustraciones abiertas, tatuado de estampas, leído antes por mil ojos…, manos que vienen y van, que vienen y van paciente, despaciosamente, hasta que al libro lo resuciten vivo.