Por su verdadera naturaleza los ritmos y las melodías — dice Aristóteles— son copias de la ira y la benevolencia, la valentía y la templanza (con sus opuestos), y todas las demás cualidades del carácter… Lo que percibimos por los otros sentidos no son tales copias, por ejemplo las cosas que tocamos o gustamos, excepto las cosas que vemos, ya que las formas participan de ese carácter aunque sólo un poco.