
“Todos los días de fiesta por la tarde — relata el capuchino Pedro José de Sevilla a finales del siglo XVll—, saldrá el rosario de la iglesia, formando su estación, hasta otra iglesia que tendrá prevenida. De cuando en cuando se tocará la campanilla para que todos callen, y se echará una saeta, a cuyo tiro cae la caza, pues se experimenta que si al oírla se introducen en el rosario los que no lo intentaban; y muchos que estaban en las casas divertidos o mal empleados, salen al punto y siguen la misión, que no siguieran si la saeta que oyeron o las voces del Rosario no les hubieran conmovido el ánimo. Cuando se pasa por algún retablo de los que hay en las calles se suelen detener y cantar la salve, y concluido se canta una saeta y se prosigue la estación. Cuando se pasa por las plazas o sitios de comercio donde hay mucha gente, sacando un sillón o una mesa de la casa más inmediata se hace una breve plática, guardando el mayor empleo del tiempo para el templo o sitio para donde se encamina.”

Las saetas antiguas — así lo recuerda el historiador Antonio Dominguez Ortiz — eran unas exhortaciones versificadas, breves y punzantes, como dardos o saetas. Y algunos folkloristas reconocen que en toda la liturgia de la Iglesia no se halla música que, como ésta, conmueva al pueblo. Se señala que la saeta primitiva — que en nada recuerda a las actuales—era pobre de estilo y con una ejecución monótona y cansina. Solamente el alma del pueblo sabía matizarlas, sentirlas y hacerlas sentir. Se conservan en Andalucía unas Saetas llamadas de ”Las monjas de Utrera”, de peculiar dulzura, pero que en nada se acomodan a la Semana Santa. Pero lo cierto es —dice Domínguez Ortiz— que ya en el siglo XVll Sevilla entera, con sus numerosas cruces e imágenes en la vía pública y los cortejos procesionales que la surcaban, era como un inmenso templo, en especial, en las ocasiones solemnes, de las que todavía es hoy ejemplo único su Semana Santa.”

Estimado profesor:
Leo su blog casi todos los días, me llega al correo la entrada diaria.
Acabo de leer «Los cuadernos Miquelrius» y me ha encantado.
No sé si llegará a leer esto porque me parece que me considera spam el sistema.
Un cordial saludo y mi agradecimiento porque me lo paso genial con su blog y ahora con su libro reciente.
Aurora,
Muchas gracias por tu comentario
Me alegro de que te hayan gustado “Los cuadernos Miquelrius” y que te acompañen estas entradas de MI SIGLO.
Saludos. Recuerdos de aquellas clases.