NEUROSIS DE GUERRA

En su ”Neurosis de guerra” ( o psicología de guerra) publicada por el doctor López Ibor en 1942, se habla de que ” una emoción ”aguda” puede determinar un estado anímico ”agudo” de anormal intensidad. En situaciones de guerra la reacción de espanto es biológicamente normal en tales casos. Pero hay que distinguir — añade el psiquiatra— entre el ”reflejo de espanto’ y la ”vivencia de espanto”. Hay autores que hablan de ”sustos cristalizados”. El organismo responde por sí mismo al estímulo estable. En cambio, en la ”vivencia de espanto”, lo dominante es la experiencia psicológica . La palabra”neurosis de espanto” debería reservarse para este segundo caso. En algunos sujetos esta reacción es pasajera, pero en otros no.” López Ibor habla de seres ”sobrecogidos” y seres ”sobresaltados” a causa de la guerra: “ambos significan que el ánimo se halla prendido por un acontecimiento inesperado, pero la reacción es distinta. En el ”sobrecogimiento”, el ser se repliega sobre sí mismo y en el ”sobresalto” manifiesta su emoción por una cierta intranquilidad larvada o exteriorizada en movimientos. En el ”sobresalto” emerge imperceptiblemente la idea de defensa frente al acontecimiento y en el ”sobrecogimiento” la de entrega.”

Todo esto lo estamos viendo diariamente, minuto a minuto, en los televisores de nuestros ojos cuando acompañamos espantados a las columnas desordenadas y aterradas de los sobresaltados y los sobrecogidos, unos y otros con sus hijos en brazos y en los brazos de esos hijos los juguetes humildes y queridos, es decir, el juego infantil intentando burlar al gran Juego Dramático de las Ambiciones y del Terror. La neurosis de guerra, con sus raíces invisibles, marcha detrás de las sombras de quienes huyen, no la vemos por ahora, asomará después como larga secuela, pero ya camina dentro de las cabezas ancianas o jóvenes, se oculta en las venas de las manos que suplican la última comida caliente. Algún médico descubrirá ahí enseguida los ”sustos cristalizados”. Nosotros— al ver cómo arrojan los sagrados cuerpos en las fosas comunes, cómo arrojan amontonadas la libertad y la verdad —no podemos sino avergonzarnos del mal que asoma a veces en el hombre y llenarnos continuamente de compasión.

José Julio Perlado

(Imágenes— 1- Brittan Miller – 1946- museo de la guerra de Canadá/ 2- Tyler Hicks- the new york times / 3- la Gran Via de Madid-archivo AGA elmndoes)

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