“La ciudad de Sanjon, cuando llegamos allí, era más pequeña, más ordenada, y edificada más a lo alto de la colina que en los viejos tiempos. — cuenta Robert Graves en sus ” Siete días en Nueva Creta”—.El mercado en sí sugería una exposición de flores montada en una iglesia. Toda clase de verduras y frutos maravillosos estaba artísticamente apilada en puestos pintados; pero como no había premios, ni precios, ni regateos, ni competencia, y como la gente encargada de los puestos eran empleados públicos, y no los dueños, y no tenían nada que hacer aparte de abastecer las existencias cuando se terminaban, faltaba el elemento dramático. Nosotros los compradores entrábamos por una puerta, dejando nuestros obsequios en un altar conveniente situado cerca de la entrada arqueada, dábamos vueltas como atolondrados con nuestras cestas, sirviéndonos silenciosamente de cuanto queríamos, ni siquiera molestándonos en pesar nuestras compras; y cuando habíamos completado el círculo, salíamos de nuevo.
El procedimiento recordaba el utilizado por un supermercado americano, sólo que al salir no nos detenía ningún cajero vigilante en la barrera para sumar nuestras compras y recoger nuestro dinero. A mí personalmente no me gustaba regatear los céntimos frente a las verduleras. Pero aún menos me gustaba pensar que me daban cosa por nada; me hacía sentir como si mi libertad personal estuviese amenazada.
No, el mercado no tenía nada de la vida que había tenido en otro tiempo. ¿Dónde estaba la vieja cicatrizada por la viruela que solía traer consigo un mono doméstico y un pato turco para ayudarla a vender las medicinas patentadas de su ya fallecido marido? ¿ Dónde estaba el niño cojo que vendía fuegos artificiales y juguetes mecánicos? ¿ Dónde estaba el viejo Démosthene con sus cajas de libros de segunda mano y su bonita nieta que vendía periódicos en el kiosco? La costumbre neocretense se había desecho de todos ellos. Por otra parte, se había desecho también de idiotas congénitos, de borrachos, de perros callejeros, policías, suciedades, olores y peleas a puñetazos…”
(Imágenes—1-Ben Schonzeit-2010/ 2- Paolo Scalera/ 3 – National geographic)