
“En Chandler— anotaba Ricardo Piglia—me gusta la combinación de aventura e ironía, una épica sosegada. Marlowe busca todo el tiempo objetos perdidos, enfrenta obstáculos múltiples. Vive ese trabajo agobiante de detective privado como un héroe de Kafka, con humor, viendo la muerte de cerca y el dinero como una clave que le da sentido al juego. Finge aceptar esas reglas para ocultar la atracción por el movimiento continuo. Una formidable técnica narrativa destinada a bifurcar incesantemente los caminos, la acción va siempre dos pasos por delante del héroe, que sólo encuentra los efectos de los hechos pero nunca los hechos mismos. Muchas veces me he sentido tentado de escribir el ”Quijote” de las novelas policiales. Un solo protagonista que debe ser al mismo tiempo Quijote y Sancho, un ex comisario un poco loco acompañado por sus voces interiores que le hablan sólo a él ( o que sólo él escucha), con la sabiduría popular de Sancho Panza, dichos, refranes, soluciones inesperadas de los enigmas. Los resuelve ” por pálpito”. Tener un pálpito es adivinar el porvenir, imaginar cómo siguen las cosas. Y ése es el método que debe tener este investigador que estará en el borde del género.”
(Imagen— Nueva York – Vivian Maier- 1955)