CEMENTERIOS MARINOS





“ En las ciudades y los puertos — dice el yugoslavo Predrag Matvejevic en su “Breviario mediterráneo” los cementerios parecen islas o penínsulas.
Hay entre ellos más diferencias de lo que a primera vista pudiera parecer: unos tienden hacia el mar, en otros prevalece el apego a la tierra. Pueden clasificarse según la posición que ocupan frente a la ciudad, sobre todo frente al puerto y su movimiento, así como según su relación con el mar y la tierra: por una parte, prevalece la creencia de que el mar salva de la descomposición y purifica, y por otra, de que la tierra es más leve y más segura que las profundidades marinas. La disposición de los templos de dimensiones reducidas ( pequeñas basílicas y capillas, o sinagogas y mezquitas) refleja en cierta medida la de los cementerios, y, muchas veces, su conexión con ellos.


Al igual que en los cementerios, alrededor de los templos también se plantan cipreses y pinos, a veces por separado, a veces juntos, mezclados. Probablemente, su distribución y sus relaciones no son arbitrarias pero determinar en ellas una pauta resulta prácticamente imposible. Los cipreses confieren a su ámbito un aire de paz y de cierta melancolía. No crecían solamente al lado de los cementerios y los templos : en el Mediterráneo se erguían sobre aras y academias.

Discurrir sobre los cementerios nos lleva inexorablemente al tema de las lenguas muertas. Hubo muchas, quizá tantas como islas. Por qué unas se perdieron en tierra firme y otras se hundieron en el mar es una pregunta a la que no puede contestar sólo la filología. Algunas palabras que formaron parte de su acervo quedaron esparcidas o subordinadas en diversas lenguas vivas: es difícil descifrarlas porque son resistentes y duras, inmemoriales y aisladas. Los coleccionistas de palabras antiguas formulan propuestas interesantes que generalmente no son prácticas: confunden las palabras y las cosas, creen que cada palabra garantiza la cosa indicada e incluso puede suplirla. Sin embargo, gracias a ellos algunos archivos se convirtieron en santuarios. Casi todas las ciudades mediterráneas disponen por lo menos de uno de estos archivos, público o privado, abierto o secreto, al igual que de un cementerio, por lo menos. El Mediterráneo es a la vez un enorme archivo y un sepulcro profundo.”

En el recorrido que quiso hacer el neerlandés Cees Nooteboom por las tumbas de poetas y pensadores, al llegar al sepulcro de Chateubriand encontró una gran Cruz que se asoma en su sepulcro frente al mar. “Desciende sobre mí playa natal — escribió en sus “Memorias de ultratumba”— en el extremo del cielo, aumenta su silencio, que comunica al mar”.

Muy probablemente bajo esa Cruz, en el fondo del mar, haya un cementerio marino.

(Imágenes—1-1- John Wohrff/ 2-Cadaqués-ºLa Vanguardia/ 3-Flotiana Barbu/ 4-Raiph Fellck)