SOBRE LOS INVITADOS

 


“Hay unos invitados que nunca cierran la puerta tras ellos y no apagan la luz cuando salen de su cuarto — contaba Somerset Maugham haciendo un balance de los invitados que había conocido en su vida—. Otros que se tumban en la cama con las botas embarradas para dormir una siestecilla después del “lunch”, de modo que es preciso mandar lavar la colcha cuando se marchan. Hay también el invitado que fuma en la cama y le quema a uno las sábanas. El que guarda un régimen y es preciso cocinar expresamente para él. Otros que esperan a que su vaso haya sido llenado hasta el borde para decir: “No, gracias, no quiero”. El que nunca vuelve a poner un libro en el sitio donde estaba y el que toma un volumen de una colección y no vuelve uno a verlo más. El que os pide dinero prestado y se marcha sin devolvéroslo. El que no puede permanecer sólo un momento, y el que se siente dominado por el deseo de hablaros en cuanto que vais a echar un vistazo al periódico. El invitado que, se halle donde se halle, quiere estar en otro sitio, y el que tiene que estar haciendo algo desde el momento que se levanta hasta la hora de acostarse. El que os trata como si fuera el dueño de una provincia conquistada y el que trae consigo ropa sucia de tres semanas para que uno la dé a lavar, o manda sus trajes a la tintorería y deja a vuestro cargo el pago de la factura. Invitados, en fin, que sacan todo cuanto pueden de vosotros y no os dan nada a cambio.

 

Pero también hay otros que están satisfechos simplemente con estar en vuestra compañía, que tratan de agradar, que tienen recursos propios, que os entretienen. Invitados cuya conversación es deliciosa, que se interesan por todo,  que le alegran y estimulan a uno, que, en resumen, nos dan más de lo que uno puede jamás pensar en darles, y cuya estancia se nos hace demasiado breve.”

 

 

(Imágenes—1- Felix Vallotton- 1909/ 2-Pierre Bonnard- 1915/ 3- Benny Andrews-1991)