RECUERDOS DE “LA ESTAFETA LITERARIA” (1)

 


(Me escribe  desde Madrid una investigadora y  profesora titular de Universidad, Ana Isabel Ballesteros Dorado, interesada por los años en que yo estuve de redactor- jefe de “La Estafeta Literaria”, que abarcan desde 1957 a  1960, y ella me anima a que rememore los recuerdos de aquella época y de aquella Revista. Con mucho gusto lo hago por si le sirven a esta profesora o a cualquier otro investigador o curioso sobre aquellos tiempos literarios.)
(Iré publicando en MI SIGLO  mis evocaciones y recuerdos.)

 

 

En octubre de 1957–tenía yo entonces 21 años y cursaba en Madrid el último año de Filología Románica— me llamó el poeta Rafael Morales – autor, entre otras cosas de los admirables , Poemas del toro “—para ofrecerme ser redactor- jefe de “La Estafeta Literaria” en su Tercera Época, revista que entonces editaba el Ateneo de Madrid. Alguien le había hablado de mi.  Conocía  varios artículos que yo había publicado en la prensa,  especialmente hacía 3 años, en 1954,  sobre Gabriel Miró, Azorín y Juan Ramón.  Tenía Rafael Morales en ese momento 38 años y con él conviví trabajando durante mucho tiempo en una atmósfera muy cordial que él quiso reflejar varios años después al dedicarme sus “Obras completas” con estas líneas: “A José Julio Perlado, escritor y amigo auténtico, recordando los viejos días de trabajos y afanes comunes…”. Rafael y yo congeniamos de modo excelente. Me presentó a la Redacción de”La Estafeta”, constituida por el poeta José Hierro, – entonces con 35 años; ese año publicaría “Cuanto sé de mi”—, Joaquín de la Puente, fino crítico de arte, Fernando Ruiz Coca , un gran comentarista musical,  Mariano del Pozo,  dedicado a las críticas  de cine, Luis Castillo y Laureano Gómez. Y también al confeccionador, Luis Fernández Cancela, un  artista  sensible y preciso, realizador de páginas admirables de composición, gran trabajador y gran compañero. La redacción de “La Estafeta” no estaba formada, como puede verse,  exactamente por periodistas, sino por escritores, poetas, críticos y comentaristas especializados en diversas facetas de las artes. Tampoco los redactores de la Revista se encontraban físicamente en ella cada tarde; evolucionaban y se distribuían, cada uno en sus trabajos por Madrid atendiendo  a sus acontecimientos culturales. Una vez a la semana nos reuníamos  de modo informal toda la redacción, pero lo normal era que yo estuviera de modo permanente cada tarde en el despacho contiguo al de  Rafael Morales y entre los dos encargáramos  y revisáramos artículos, entrevistas , reportajes y toda clase de colaboraciones.

Los locales que ocupaba “La Estafeta Literaria” estaban situados cerca de la cafetería del Ateneo. Se subían las amplias escaleras de la entrada del edificio que daban al vestíbulo donde aparecían. —como ahora — los anuncios de libros recién publicados, con sus portadas correspondientes, así como las convocatorias de conferencias y demás actos del Ateneo, y, girando a la derecha, bajando dos o tres escalones, se pasaba al bar, y, una vez atravesada aquella sencilla cafetería, abarrotada siempre de escritores, artistas y socios del Ateneo, entrando por un pequeño pasillo, se llegaba a las tres habitaciones donde estaba instalada la redacción de la Revista.
En una de esas habitaciones trabajé durante tres años. Fue un trabajo muy agradable, muy enriquecedor, poblado de numerosos amigos, abierto a muchas corrientes intelectuales y literarias. Desde allí pude conocer directa y personalmente a las grandes figuras creadoras del momento y de allí surgieron muchas amistades que duraron años.

El 16 de noviembre de 1957 apareció el primer número de “La Estafeta Lieraria” en su Tercera Época, que figuró con el número 104 y cuyo precio era de 5 pesetas. Era un ejemplar de 16 páginas y pienso que lo preparamos bien. Rafael Morales escribió un editorial titulado “De cara a la esperanza” y en él deseaba “abrir una puerta amplia y generosa a las nuevas promociones de escritores españoles” y creo que así se hizo. No sólo se convocaban a escritores sino, lógicamente, a figuras de las artes plásticas, al cine,  a la música, a la arquitectura o a cualquier otra manifestación artística, y así ocurrió.

En ese primer número de la nueva etapa firmaron gentes relevantes: el catedrático Mariano Baquero Goyanes sobre “la novela como viaje”;  el escritor gaditano Fernando Quiñones en torno a Adriano del Valle; Francisco García Pavón sobre el Cuento español; José Hierro, comentando los retratos de Daniel Vázquez Díaz; el novelista barcelonés Julio Manegat enviando una crónica de la actualidad desde la Ciudad Condal, crónica que se repetiría como asidua colaboración durante años; Jorge Collar, comentando desde Paris la actualidad cinematográfica. Se añadía a  todo esto una entrevista a Jorge Oteiza firmada por el periodista  Hebrero San Martín, que participó en muchos números; la crítica de libros  realizada por el novelista y muy valioso crítico Alfonso Albalá ; una crónica musical de Fernando Ruiz Coca; un artículo sobre Sibelius de Federico Sopeña;  un artículo de Isaac Montero, premio “Sésamo” de cuentos;  una evocación de Juan Aparicio sobre la figura de José Jiménez Sutil, que fue redactor-jefe de “La Estafeta “ en su Segunda Época; un artículo de Salvador Salazar,  director del Teatro Popular Universitario;  un cuento —en la última página — del novelista Tomas Salvador, que había publicado “Cuerda de presos”alcanzando el Premio Nacional de Literatura. Y en ese número primero de la Tercera Época publiqué yo también un trabajo titulado “A la búsqueda de Albert Camus”.

En ese número también se presentaba un pequeño recuadro bajo el título “Prado , 21” —donde tenía su domicilio el Ateneo madrileño — y donde se reflejaba muy sintéticamente las actividades de conferencias en diversas aulas. Así, las intervenciones de Alois Dempof o de López Ibor y los recitales de la poetisa Gloria Fuertes. Era el pequeño vínculo artístico- literario  entre “La Estafeta’ y el Ateneo que luego se ampliaría con exposiciones y otras actividades.

(Continuará)

(Imágenes—1-biblioteque tumblr/ 2- Twombly- 1960)