«Últimamente, durante el mes de las ofrendas, el tiempo ha sido apacible y soleado, y podría haber cruzado la montaña sin dificultad. Pero sabía que estabas encerrado con los clásicos y temía molestarte. De modo que he deambulado por la ladera de la montaña, he descansado en el templo de Kan-p´ei, he cenado con los monjes que viven allí y, después de cenar, he vuelto a casa. Cuando iba hacia el norte, he cruzado el Yüan-pa, sobre cuyas aguas brillaba una luna clara con un contorno deslumbrante. Ya avanzada la noche, he subido por la colina de Huan-tzu y desde lo alto he visto cómo las olas agitadas del río Wang lanzaban la
luna arriba y abajo. En la montaña invernal parpadeaban luces distantes y luego desaparecían; en algún sendero escondido detrás del bosque un perro le ladraba al frío, con un grito tan feroz como el de un lobo. El sonido de los aldeanos moliendo maíz en la noche llenaba los silencios entre el repiqueteo de una campana lejana.
Estoy aquí sentado, solo. Escucho, pero no oigo moverse ni hablar a mis criados. Pienso mucho en el tiempo pasado: en cómo andábamos de la mano por
senderos serpenteantes hasta la orilla de arroyos de aguas transparentes, componiendo poemas al paso.
Tendremos que esperar a que llegue la primavera: a que brote la hierba y florezcan los árboles. Entonces, cuando paseemos juntos en primavera, veremos cómo saltan las truchas en el río, cómo despliegan sus alas las gaviotas blancas y cómo se desvanece el rocío en el musgo. Y por la mañana oiremos el grito de los sarapicos en los campos de cebada.
No falta mucho. ¿Estarás conmigo entonces? De no conocer la sutileza natural de tu inteligencia, no me atrevería a mandarte una invitación tan remota. Entiendes que es un sentimiento profundo el que dicta su curso.
Escrito sin falta de respeto por Wang Wei, un habitante de las montañas.»
Carta de Wang Wei a P éi Ti invitándole para la próxima primavera (después de 730) (Cuando la correspondencia era un arte) (Elba)
(Imágenes.- 1, 2 y 4- Wang Wusheng/ 3.- Wang Wei.- wikipedia)