«Querida Amiga:
Que sin sospecharlo me haya usted mandado la flor preferida de la vida casi parece sobrenatural, y no podría confiarle a nadie el dulce júbilo que sentí al encontrármela. Todavía tengo por muy preciado el tirón con que la saqué de la tierra cuando era una Criatura maravillada, un botín preternatural, y la madurez sólo realza el misterio, nunca lo mengua. Duplicar la Visión es casi más prodigioso, porque la singular capacidad de Dios es demasiado sorprendente para sorprender.
No sé cómo darle las gracias. No se las damos al Arco Iris, aunque su Trofeo es una trampa.
Dar deleite es aureolado – quizás la dura labor de los Ángeles, cuyas diversiones están encubiertas.
Confío en que usted esté bien, y la extravagante Niña de los Ojos Profundos, cada día más insondable.
Con dicha,
E. Dickinson« (septiembre, 1882)
(Carta de Emily Dickinson a Mabel Loomis Todd agradeciéndole el envío del dibujo de una flor blanca) («Cuando la correspondencia era un arte») (Elba)
(Imágenes.-1.-Georgia O´Keeffe.-1929/ 2- John Grant.-John Grant Studios)
Esta entrada me llegó al alma. Y gracias por sus flores
Maria,
Me alegro de que te haya gustado el lenguaje hondo y singular de esta gran poeta.
Muy agradecido a tus palabras.