«Los habitantes del Mediterráneo hablan menos sobre las olas que sobre los vientos, quizá porque estos influyen más en sus estado de ánimo, incluso en su modo de hablar – escribe Pedrag Matvejevic en su «Breviario mediterráneo» (Destino) que ya comenté aquí -. Las costas se prestan los vientos unas a otras, y no vacilan en cambiarles el nombre o la dirección. (…) Las corrientes marinas parecen ríos caudalosos: son obstinadas y silenciosas, indefinibles e incontenibles. (…) En nuestro mar, la pleamar y la bajamar no influyen particularmente en las corrientes. Aquí este fenómeno no cambia el escenario de la costa o el puerto, no determina el ritmo de los días y las noches, no es algo cotidiano.» El Mediterráneo va y viene entre pinturas,
hallazgos y poesías. Si el escritor yugoslavo evoca la espuma del mar, el fenómeno de las nubes. los amaneceres y los crepúsculos, las grutas marinas, los golfos y los faros – tantas cosas que admiramos y contemplamos -, el gran historiador británico David Abulafia en su amplísimo y excelente libro «El gran mar» (Crítica) nos transporta ya desde el inicio por los nombres del mar : el «Mar de en medio» de los alemanes, «Nuestro Mar» de los romanos, el «mar Blanco» de los turcos, el «Gran Mar» de los judíos, el «Gran Verde» de los egipcios. Confiesa que no niega la importancia de los vientos y de las corrientes, pero le interesa poner en primer plano la experiencia humana de cruzar el Mediterráneo o de vivir en las ciudades portuarias y en las islas que dependían del mar para su existencia. Así las olas del mar, las orillas, el olor
del alquitrán cerca de los astilleros, las redes o la pesca de las esponjas en Matvejevic se unen a los cinco Mediterráneos que recorre Abulafia desde el 22000 antes de Cristo al 2010 de nuestra era. Entre las corrientes marinas y las olas aparecen los intrusos que penetran en el mar, los mercaderes, los mercenarios, los misioneros, los héroes, y también los viajes innumerables por
los caminos del mar. «Cada viaje tiene sus tiempos – escribía Ibn Yubair en el siglo Xll -, y el viaje por mar debe hacerse en su momento y en su época determinados.» Y citaba los versos de un poeta árabe que compendiaban todo; «el mar, amargo al paladar, es difícil.»
(Imágenes:- 1.- Pierre- Auguste Renoir.-1882/2.-Odilon Redon/ 3.-Paul Signac.-Saint Tropez/ 4.-Salvador Dalí.-bahía de Cadaqués.-1925/ 5.-Claude-Joseph Vernet..- Naufragio.-Groeninge Museum.-Brujas)
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