Montmartre es una pequeña ciudad de provincias a las puertas de París – evocaba el crítico de arte Jules Champfleury en 1860 -; sin vehículos, sin policía, sin multitudes en las calles tranquilas; pequeñas habitaciones rodeadas de jardines, pequeños comercios que recuerdan a la provincia.»
«Para aprovisionarse de forma más completa – contaba también Jean-Paul Crespelle al hablar de la vida cotidiana de estas calles -, las amas de casa tenían que ir a la rue Lepic, donde los verduleros ambulantes colocaban en fila, a lo largo de la cuesta, sus carritos de frutas y verduras. También podían ir a la rue des Abbesses, donde había gran cantidad de carnicerías, pastelerías, charcuterías e incluso casas de comidas preparadas. Los pequeños comerciantes de la Butte procedían a menudo de Montmartre. Max Jacob era un habitual de madame Anceau, la vendedora de ultramarinos de la rue Gabrielle, que reservaba siempre algunas mesas para sus «fieles» en el comedor.»
Pero Montmarte fue también – como otras zonas de París – escenario de lo que en otoño de 1911 se llamó la «reforma del traje«, con ocasión sobre todo del encuentro entre cubistas y futuristas. Fernande Olivier, compañera de Picasso, relata el siguiente encuentro en el Café de L`Ermitage: «Boccioni y Severini, a la cabeza de los pintores, habían inaugurado una moda futurista que consistía en llevar dos calcetines de color diferente pero que hicieran juego con la corbata. Para que se les viera bien en el Café de l `Ermitage, que se había convertido en sede social del grupo desde que Picasso vivía en el bulevar de Clichy, se subían los pantalones hasta muy arriba y descubrían dos piernas, una verde y otra roja, que salían de los zapatos. Al día siguiente, el rojo había cedido el sitio al amarillo y el verde al violeta, pero los colores en general tenían que ser complementarios. Creo que juzgaban esta innovación como algo genial.»
Narra todo esto Olivier en «Picasso y sus amigos» (Taurus) – páginas a las que ya me he referido aquí en más de una ocasión -, y cuando ella se remonta al Montmartre más antiguo recuerda que, después de haber sido derribada la casita de Berlioz, en la calle Mont-Cenis, quedaba todavía una última morada célebre: la vieja casa número 12 de la calle Cortot, que albergó a muchos artistas de todas clases. «Fiesz y Dufy fueron los primeros que habitaron allí, al mismo tiempo que Émile Bernard, André Antoine y el escritor Léon Bloy. Más tarde fueron Pierre Reverdy y Suzanne Valadon, quienes llegaron a colocar allí sus tiendas, así como Utrillo.»
Viejo Montmartre de recuerdos pintado por Ramón Casas…
Viejo Montmartre de recuerdos pintado por Dufy…
(Imágenes.-1.-Montmartre.-1910.-foto Neudein/ 2.-Montmartre.-Utrillo.-1937/3,. Montmartre.-Utrillo.-1922/4.- Renoir.-jardines en Montmartre.-1890/ 5.- Montmartre.-Ramón Casas/ 6.-Montmartre.- Dufy.-sothebys.com)
Es uno de mis lugares preferidos en París, efectívamente una vez que te alejas un poco del bullicio turístico del Sacre Coeur y callejeas por el barrio, como bien comentas, se tiene la sensación de estar en un pequeño pueblo dentro de la gran ciudad.
Cuando me jubile haré mi retorno a París.
Saludos,
Javier dG
Javier,
Dentro de Paris hay muchos Paris muy distintos, y este Montmartre posee la evocación de tantos artistas memorables…
Muchas gracias por tus palabras.
Saludos
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