VERANO 2022 (3) : CÓMO ES EL MAR


Algunos amigos me han escrito desde Madrid pidiéndome mi opinión acerca del mar — escribe Julio Camba—-.¿Es muy grande?- me pregunta uno de ellos. Honradamente debo contestarle que no lo sé, porque no lo he visto todo; vi un trozo en la ría de Arosa, otro en la de Marín y otro en la de Vigo. El mismo amigo me ruega le diga si el mar es bonito, y esta salida me pone en un aprieto. EL mar — tal como se le ve — no es ni mucho más bonito ni mucho mayor que el estanque del Retiro. Agua, agua salada que no sirve para beber : he aquí ell mar. Ha llegado ya la hora de decirle la verdad a este monstruo tan orgulloso. El mar es un prestigio falso. No es bonito ni mucho menos. La hermosura se la dan las playas y las costas.

El mar es muy inferior a su fama. SI vale algo es en el sentido industrial, como pescadería y como vía de comunicación. Los peces marinos, en efecto, son mejores que esos que fabrican en Madrid y que luego sirven en los cafés con salsa tártara o mayonesa. Pero líricamente, el mar no tiene importancia alguna. Al mar, como a muchos hombres, lo está perdiendo el afán de cambiar los negocios por la poesía.

(Imagen- Raul dufy- 1925)

SOBRE LA ALEGRÍA

“La alegría del día, el día en flor, una mañana de agosto con su humor y su resplandor,  totalmente brillante  — escribe el francés Bernanos en “La alegría” —y ya, en el aire demasiado pesado, los pérfidos perfumes otoñales — estallaba en cada una de las ventanas de vidrios rojos y verdes de la interminable galería. Era la alegría del día y no sabemos gracias a qué esplendor perecedero, era también la alegría por primera vez en la ardiente cúpula de la canícula, la insidiosa bruma que aún se arrastraba por debajo del horizonte, pero que descendería algunas semanas más tarde sobre la tierra agotada, los prados marchitos y el agua dormida, con el aroma de los follajes secos.”

(Imagen —Raoul Dufy — 1925– museo de Bellas Artes— Nancy)

VIAJES POR EL MUNDO (41) : UN TÉ INGLÉS

 

En casa de la señora Wyndham — recordaba Isadora Duncan —asistí por primera vez a un té inglés. Estas reuniones en torno a la chimenea tienen un encanto inimitable, con el té negro en las tazas, las rebanadas de pan con mantequilla, la niebla amarillenta al otro lado de las ventanas y la civilizada parsimonia de las voces inglesas.  Una atmósfera mágica de seguridad, de cultura, de bienestar impregna la casa inglesa. Fue igualmente en casa de los Wyndham donde pude observar por primera vez el singular comportamiento de los criados ingleses, que se mueven con una especie de aristocrática seguridad, no desprecian su condición ni tratan como en América de ascender en la escala social, sino que se sienten orgullosos de servir a las “grandes familias”, como hicieron sus padres y como harán sus hijos. Éste es uno de los elementos que infunden calma y seguridad a la vida.”

 

 

(Imágenes-: — 1–Raoul Dufy- 1919/ 2- Albert Goodwin)

CANCIONES ESPAÑOLAS (5) : SALAMANCA

 

 

“Levantáivos, gañanes

para la arada;

ya se posa en los campos

la luz del alba.

Al paso de los bueyes

van los gañanes;

van cantando y arando

los surcos grandes.

El gañán en el campo

de estrella a estrella

mientras pasan los amos

la vida buena.”

”Cuarenta canciones españolas” – “ Arada” – Salamanca – Eduardo M. Torner -Residencia de Estudiantes – Madrid.- 1924

(Imagen —Raoul Dufy)

LA VOZ DE HAENDEL

 


“Pasión extenuadora, devoradora, consumidora —le hace decir el italiano Giovanni Papini a Haendel en su “Juicio universal” —; pasión soberana y dictadora de todo mi aliento. No sufría únicamente de la sed de escuchar música, sino, sobre todo, del hambre de componerla, crearla, darla. En mi larga y, a veces, miserable vida, únicamente soñé con expresar mi espíritu por la música, sólo me propuse traducir todos mis sentimientos y pensamientos en obras de música. Durante medio siglo seguido compuse sonatas, conciertos, dramas, oratorios, coros y  jamás estaba satisfecho ni nunca me sentí cansado. No  fui un hombre, sino un mediador de sonidos, un revelador de armonías, un dispensador de melodías. Allí estaba mi gozo, allí todo mi poder. Me agradaba  llamar para que se reunieran a centenares y millares de almas diversas que acudían al cebo del placer sensual , y yo las unía con mi música , en una misma emoción, las sometía a un único sueño, las elevaba a un orden más divino, los hacía a todos semejantes, a todos concordes, a todos mejores. Y esta victoria del arte me parecía, asimismo, obra de misericordia, milagro de caridad.

 

 

La parte superior del alma, la punta extrema, las cimas y las cumbres espirituales sólo podían  manifestarse, a mi parecer,  por medio de la música. Sólo la música podía decir lo indecible, sólo la música hacía capaz al hombre de responder a Dios en aquel diálogo eterno que, con demasiada frecuencia, fue monólogo. Dios mismo hablaba a los hombres con los truenos del cielo, con el fragor del océano, con el murmullo de la brisa, con el susurro de las selvas, con el bramido de los volcanes, con la  tumultuosa y convulsa coral de las tempestades. A estas voces divinas el hombre no podía responder con las palabras de cada día, palabras de milésima mano, ajadas, sino solamente con el canto;  canto de voces, canto de instrumentos, canto de corazones suplicantes o exultantes. Para expresar toda la felicidad del vivir, toda la maravilla de la creación y de la desesperación  era necesaria la música y solamente la música.”

 

 

(Imágenes —1-Raoul Dufy/ 2- Giancarlo rado/3- Steeft Zortmulder)

QUÉ ES EL TEATRO

 

 

“El teatro es a la vez objeto y vehículo de un doble vínculo: vinculo con ese misterioso personaje integrado por el autor y el actor, y con ese otro, completamente distinto de ellos, que forman el autor, el actor, el espectador y aun alguien más; vínculo también con aquellos a quienes el azar ha reunido en la misma sala, con aquellos que sienten la misma angustia, la misma alegría, e, incluso, con aquellos que no tienen conciencia de que son hermanos a quienes unirá el mismo destino.

(…) El teatro – sigue diciendo Pierre- Aimé Touchard –  sólo puede ser un inspirador de silencio, y muy bien puede no aspirar sino a provocar esa silenciosa meditación. “Haz que yo sea – escribe Claudel – como el sembrador de soledad y que aquel que escuche mi palabra vuelva inquieto y grave a su casa.”

 

 

Anhelo  éste en el que el dramaturgo coincide con cualquier otro  artista, ya que el efecto de toda obra artística ha de ser el de sumergir al hombre en su meditación;  consecuencia elemental y  necesaria, y piedra de toque para la obra de arte que muchos  escritores teatrales se sienten inclinados a olvidar, extraviados por las mil solicitaciones de su arte, rico y complejo.”

(En el Día Mundial del Teatro)

 

 

(Imágenes-1- Raoul Dufy/ 2-Drago Pérsic – engholm Galerie/  3- Audiencia en el teatro – National geographic)

EL SIGLO XXll

 

 

”Dante Darnius es el primer hombre que ha estado en el siglo XXll y el primero que ha vuelto de él. ¿Qué puedo contar entonces sin desvelar ningún secreto? No puedo contar cómo atravesó igual que un meteoro el siglo XXl y se plantó de pronto en la puerta del 3001, porque eso he prometido no decirlo. No puedo contar tampoco cómo es la puerta del siglo XXll, que es una puerta aparentemente normal, una media hoja sin frío ni calor que cedió ante Dante sin apenas ruido y que le dejó ver de un golpe la inmensidad desde el 3001 al 4000, un espacio vacío. No puedo contar todo eso porque he hecho la promesa de no revelarlo. ¿Puedo decir que el siglo XXll es un siglo sin meses, ni días, ni años? Entonces —suponiendo que eso lo contase — alguno podría preguntarme: ¿ cómo se orientaba Dante? Pues Dante andaba muy despacio, procurando adaptarse a lo desconocido, aunque lo desconocido le causaba terror.

 

 

( …) Por eso aquellos tres días y tres noches de Dante en el siglo XXll ni siquiera habían sido días, puesto que en ese siglo la palabra “día” no existe, ni tampoco la palabra “noche”, ni siquiera el tres, ya que no hay números, puesto que los números ya han sido destruidos. Entonces, sin fronteras, ni brújula, ni orientación, y engañándose con el espacio que se encogía y se dilataba a su derecha y a su izquierda, sin luz, sin agua y sin ruido, sin conocer por dónde andaba, Dante, según me dijo, dejó atrás el número último — o lo que él creía que había sido el último número —, aquel 3001 de la puerta entreabierta del siglo, y siguió andando tiempo adelante.

 

 

(…) Y sin embargo, Dante sí salió impresionado de lo que vio, porque las máquinas iban tan por delante de los hombres en ese siglo, según me dijo, que las máquinas lo decidían todo y declaraban las guerras ellas y ellas solas hacían las paces, y marcaban las pautas del amor y de los odios sin la menor consideración para los hombres,  que aparecían congregados y asustados en los rincones, sin saber cómo parar a las máquinas ni atreverse a acercarse(…) Como tampoco puedo contar lo que se me reveló sobre el hastío del amor en el siglo XXll, y cómo ese hastío ha llevado a los hombres que allí viven al olvido y a la ignorancia, de tal modo que no pueden recordar ya cómo deben enamorarse ni qué tienen que hacer con su corazón ni con sus sentimientos (…)”.

José Julio Perlado – “Mi abuelo, el Premio Nobel” (2O11) – Editorial Funambulista

 

 

(Figuras-1- Turner – 1824/ 2-Sueo Takano/ 3- Strempler/ 4- Raoul Dufy)

DEFENSA Y NECESIDAD DEL ESTRÉS

 

“El estrés no es una consecuencia de la vida agitada que llevamos – declaraba el profesor Hans Selye, de la Universidad francesa de Montreal y especialista en el tema – . Nuestros antepasados de los tiempos prehistóricos no podían tener miedo a la bomba atómica, a perder su dinero en la Bolsa, pero sí temían al hambre o tenían miedo de los animales salvajes o del frío y, por consiguiente, el estrés estaba ahí, presente, entonces como hoy. Es sólo la calidad del agente la que cambia con los siglos.

Para definir el estrés es necesario no darle una interpretación psicológica, ya que, muchas veces, no tiene nada que ver con el sistema nervioso. Se puede dar el estado de estrés en animales unicelulares, que no poseen ningún sistema nervioso. Se puede provocar el estrés al poner fuera de uso la pata de un animal, es decir, un órgano que ha perdido todo contacto con el cerebro. Y el mensaje del estrés sigue llegando al resto del organismo. Pero en el ser humano, con su sistema nervioso tan desarrollado, los agentes psicológicos constituyen una fuente muy importante, pero no es la única.

 

 

En otras palabras, todo puede producir el estrés y sólo hay diferencias de matiz. Uno trata de evitar el estrés, porque hay enfermedades que se deben al estrés pero al mismo tiempo, la ausencia del mismo quiere decir la muerte. Si uno reacciona ante esta exterioridad atacante, quiere decir que tiene estrés, pero también que tiene vida. La manera más literaria y más laica para definirlo sería ésta: todos los fenómenos vitales poseen un acompañamiento que no es específico. Por ejemplo, el uso de la energía. Necesitamos la energía para cualquier cosa, es psicológico, mecánico, etc, todo lo que uno hace está relacionado con la energía, todo lo que hace la materia viviente. Esta energía produce unos agentes químicos que pueden ser los agentes llevando el mensaje del estrés.

 

 

(…) Los médicos han podido demostrar que tal microbio produce tal enfermedad. Pero los especialistas no han podido convenir, hasta hoy, que hay enfermedades sin causa especifica. ¿ Cuál es la causa de un dolor de cabeza? Si usted tratara de encontrar el gérmen o la sustancia química que provoca el dolor de cabeza, lo buscará en vano. Y así para otros males, considerados hoy como provocados por una constelación de causas, una pluricausalidad. No se puede recetar una vacuna para estas enfermedades. En estas enfermedades pluricausales el estrés tiene un papel decisivo. Bajo el efecto del estrés yo puedo tener un infarto y usted una úlcera. Por esto, usted puede tener su úlcera debido a una intervención quirúrgica, a una quemadura de la piel o debido a su oficio u ocupación de todos los días y con el cual no está usted de acuerdo.”

 


 

(Imágenes- 1-Julián Opie – vidrieras personalizadas / 2- Raoul Dufy/ 3- Yong Sin – 2009 – andrewsShire gallery -artnet/ 4- Hannes Kilian)

LA HABITACIÓN SORDA DE JUAN RAMÓN

 

 

“En la calle del Conde de Aranda donde vivía antes Juan Ramón – contaba Alfonso Reyes en suTertulia de Madrid” -, él se compuso un cuarto sordo, acolchado, que le costó mucho dinero y paciencia. Los obreros no le entendían, y él mismo se equivocaba al principio en la elección de los medios.

Comenzó por forrar los muros de corcho. Pero yo, que tenía mis dudas – continuaba Reyes -, consulté a un mecánico belga, vecino mío. Y mi vecino me explicó que el corcho interrumpe las vibraciones motrices, pero no las acústicas, que contra los ruidos, lo mejor era el fieltro.

Juan Ramón rehizo la obra, apuró un poco, y al fin dió con una sustancia ensordecedora especial que le trajeron de los Estados Unidos, donde las cosechan para sanatorios de hombres fatigados. El resultado fue fantástico.

– Parece – decía el poeta Moreno Villa – que le arrancan a uno los tímpanos al entrar aquí.

Pero lo peor no era esto, sino que se apagaba del todo la atmósfera sonora, ese ambiente o baño de rumores indefinibles en que vivimos como sumergidos; se borraba, en fin, el fondo del paisaje – ! pero en cambio, resaltaban, únicos, individuales y más discernibles que antes, los ruidos más fuertes, los ruidos esporádicos, acaso los más turbadores de todos! Así, el fotógrafo de al lado, el loro del piso bajo, el pavoroso ruido que lanzan los muebles de tiempo en tiempo, y, sobre todo, la pianola de los cubanos de arriba, que todo el día bailaban tangos argentinos con unos tacones matadores…

– Estoy seguro – decía en su exasperación el poeta – estoy seguro  de que usan tacones metálicos.

 

 

Al fin, derrotado, Juan Ramón decidió mudarse. Y en la nueva morada – una pequeña terraza de una de las calles más amplias y señoriales de Madrid – se oía de tiempo en tiempo el chirrido del tranvía en la curva y, al anochecer, el grito de la castañera.

Juan Ramón se ha acostumbrado a levantar la pluma y suspender la labor unos segundos, mientras acaba su quejido el tranvía. Y en cuanto a la castañera, afortunadamente, ha desaparecido con el buen tiempo.

(…) Azorín, curioseando un día en unas ediciones escogidas, le descubrió un antecedente a Juan Ramón Jiménez: resulta que Lamartine padecía del mismo mal y también había caído en el error del cuarto acolchado. Sólo que Lamartine tenía un cuarto al parecer espacioso, y el de Juan Ramón era diminuto, aunque daba la ilusión del espacio, y aún del aire libre, un espejo que duplicaba la longitud y reproducía la ventana de la calle.”

 

 

(Imágenes -1- Juan Ramón Jiménez – Daniel Vázquez Díaz/ 2- Carl Holsoe/ 3- Raoul Dufy)

IMPRESIÓN : AMANECER

 

 

«En 1874, Edmond, el hermano de Renoir que publicó el catálogo de la exposición inaugurada ese año en París,  le pidió a Monet que le diera una lista de todos los títulos. Para su cuadro del amanecer en Le Havre  pintado en 1872 Monet sugirió, sin duda algo distraído – según recuerda Sue Roe en «La vida privada de los impresionistas» -, el título de «impresión». El cuadro apareció con el título de «Impresión : Amanecer ( Impression soleil levant).

El crítico Louis Leroy, de la revista satírica «Le Charivari», escribió un artículo a modo de parodia, y cuando a lo largo de la exposición llegó ante la contemplación del  cuadro de Monet, preguntó :

– ¿Qué representa eso? ¿Qué dice el catálogo?.

Su acompañante  le contestó:

Impresión : Amanecer»

– Ah, claro, impresión. Debe de haber una impresión en algún lugar, aquí metida. ¡Qué libertad!, ¡qué flexibilidad de estilo! – dijo irónicamente – El empapelado en sus prineras fases estaba mucho más terminado que eso».

Bela Lázár describió así este famoso cuadro: «El sol se eleva sobre las casas de la orilla ; su luz tiembla en zigzag en el espejo de las aguas del río. Por encima de las casas y del agua se extiende un aire azul, en el cual surgen, como luminosas manchas, las siluetas de los campanarios y de los barcos que cruzan el río. El cuadro representa la pugna entre la niebla y la luz del sol, entre los valores cromáticos del cielo y del agua, así como la compenetración y mutua influencia de sus colores. Los matices se funden, las formas se hacen insensibles. El pintor toma, como punto de partida, un efecto real: la observación de las relaciones que existen entre las masas de color y el ambiente inundado por ellas. Tales son sus motivos».

 

 

Ahora el Museo de Arte Moma en Le Havre expone este cuadro y lo rodea de célebres amaneceres o atardeceres, entre otros, de  Eugene Boudin, Turner, Raoul Dufy o Gustave Le Gray

 

 

«Impresión: Amanecer» , la palabra de donde surgirá después el «impresionismo», y sobre cuyo estilo Whistler, el impresionista norteamericano, quiso comentar : » cuando la niebla del crepúsculo tiende sobre las márgenes del río el velo de la poesía, y las pobres viviendas parecen flotar en el cielo turbio; cuando las elevadas chimeneas se convierten en esbeltos campanarios y los bazares fulguran en la noche tenebrosa como si fueran palacios y toda la ciudad parece colgar del cielo, transportándonos a un mundo fabuloso…»

 

 

Distintos amaneceres y atardeceres mostrándonos la mirada del artista.

 

 

Impresiones de luz y pinceladas, sombras y enfoques.

Fotografía y pintura.

 

 

(Imágenes -1- Monet – «Impresión: Amanecer» – museo Marmotan/ 2- Eugène Boudin- 1882 – colección particular/ 3- Turner – 1834 – tate – Londres/ 4- Raoul Dufy – 1925 – museo de  Bellas Artes de Nancy/ 5-. Gustave Le Gray – Le Havre -1856/ 6- Eugène Boudin- Le Havre- 1888 – Muma – Le Havre)

FOTOS DE MI PADRE

 

 

» La primera fotografía de mi padre, recuerdo, la estuvieron preparando a media tarde en el jardín al que acudíamos cada año la familia y es una foto delante del arco de nuestra antigua casa veraniega, una casa señorial con un jardín presidido por un gran olmo. Yo estoy observándolo todo desde lo alto de una buhardilla en donde me he refugiado a escribir, algo que he hecho en todas partes y toda la vida, y entreabriendo la pequeña ventana de esta buhardilla veo desde la altura a mi padre abajo, de pie, junto al olmo. Se alarga una fina línea de sol que ilumina el sendero cruzando el jardín. Está mi padre sonriente junto al árbol, debe de tener unos cincuenta o cincuenta y cinco años, viste una chaquetilla blanca, unos pantalones azules y unos zapatos blancos de verano y esa foto la pasaré luego a mis hermanos y se la comentaré a mis hijos. Pero ya viene al fondo, por el sendero que recorre el jardín, andando muy despacio, la foto de la madre de mi padre, mi abuela paterna, una figura pequeñita apoyada en un bastón, la cara ligeramente inclinada, un moño limpio y cuidadosamente recogido, un vestido negro con fondo de pequeñas flores y sobre todo una bondad andante, una expresión apacible y alegre, la mujer que años antes me enseñó a rezar. El césped del jardín se va abriendo a sus pasos muy cortos y cuando llega frente al olmo y contempla la foto de mi padre se detiene, apoya su bastón en la arenilla y observa despacio a su hijo como todas las madres observan a sus hijos, con una felicidad que la fotografía revelará.

 

 

Todas esas fotos y muchas más que observo desde la buhardilla me parecen fotos muy jóvenes, mantienen esa frescura en papel de los primeros tiempos, antes de enmarcarse, antes de ser recubiertas por cristales, y ahora las veo pasar de mano en mano y oigo cómo las comentan en la tertulia familiar que solemos tener después de comer en verano, al aire libre, mientras unos tomamos café y otros juegan a las cartas. Estoy sentado en una de esas sillas de rejilla esparcidas por el jardín, entra ahora un sol pálido por encima de las tapias y voy viendo que por esas fotos aún no ha pasado el tiempo, aún no se ha abierto ningún cajón para guardarlas, son imágenes que van de mano en mano fijando un instante irrepetible, todas las fotografías lo fijan, van acompañadas de palabras, las yemas de los dedos cuando las rozan resaltan aquí y allá un gesto o un contraluz. Yo aparto un poco la taza de café para extenderlas sobre el mantel, junto a la servilleta y las cucharillas, y me detengo en esa mirada de mi abuela contemplando el olmo y en esa sonrisa de mi padre junto al árbol, madre e hijo en un momento que no volverá a suceder. No volverá a suceder porque los instantes cambian y ese instante de mi padre junto al árbol, en cuanto pase poco tiempo será enmarcado y colocado en el aparador de nuestro comedor como algo irrepetible al lado de una fotografía de mi madre también irrepetible, tomada a contraluz, como si la envolviera una gasa; ella apoya su mejilla en su mano derecha y sonríe, y esos dos instantes de los padres los tendremos como presencia íntima durante años. Pero ahora, de pronto, quiero buscar esta foto de mi padre para escribir algo sobre él y no la encuentro : son los caprichos siempre de estas mudanzas porque el pasillo durante toda esta mañana ha estado invadido de cajas, yo he salido de mi cuarto a buscar la foto y sin querer he ido tropezando una tras otra con pequeñas montañas de libros que aguardan apilados en el suelo, cuatro hombres de la mudanza cargados de trastos me están pidiendo paso entre las cajas, son hombres rudos, hercúleos, intentan como pueden no rozar las patas de los muebles con las esquinas de las puertas, yo logro llegar hasta el comedor pero el comedor ya está vacío, es una habitación desolada e irreconocible, han descolgado cuadros y cortinas, pregunto en el pasillo dónde pueden haber colocado el aparador para salvar la foto de mi padre pero el aparador, me dicen, ya lo bajaron a la calle, ya está metido en el camión. ¿Y la foto?» ( …)

José Julio Perlado – (del libro «Relámpagos«) ( texto inédito)

 

 

(Imágenes -1- Gustav Klimt/ 2- Raoul Dufy/ 3- Paul Cezánne- la casa de Père Lacroix en Auvers)

 

ESCRIBIR EN EL CAFÉ

 

 

«Creo yo  que lo de escribir en el café – decía Ruano en sus «Memorias’:  «Mi medio siglo se confiesa a medias»- puede obedecer a dos razones: una de pura costumbre, puesto que desde muchacho ya lo hacía, y otra de tipo subsconsciente en la que ahora pienso: es bien probable que yo lleve íntimamente un terrible vago que no ha sabido serlo y que el escribir en el café me produzca menos sensación de trabajar en serio que encerrándome en mi casa. El café es un típico lugar de ocio y lo que se escribe en el café tiene algo de «chiripa», algo así como si hubiera bajado un ángel a escribirnos las cuartillas. También me gusta mucho la tertulia y siempre he procurado hacer compatible el trabajo con la charla, para lo que tuve una gran facilidad. No he necesitado casi nunca abstraerme ni escribir en un ambiente de silencio y recogimiento. Claro que quizá mi obra no necesitara, para lo que era, de tales cuidados. Sin embargo ahora, con los años, en vez de ser mayor la costumbre  y el entrenamiento , comienza  a fallarme algo lo de escribir mientras oigo y hablo. Ciertas cosas prefiero hacerlas en casa mejor que en el café, y también se va resistiendo la rapidez que en mí era famosa».

 

 

En todos los países los cafés han ejercido una enorme influencia en la creación y en el ambiente artístico. Escritores trabajando en los cafés como Sándor Márai o como Claudio Magris cuando lo relata en «Microcosmos». Escritores franceses, escritores húngaros. El crítico húngaro Dezsó Kostolányi, al hablar concretamente de la literatura de su país – y así lo recuerda Antoni Martí en su «Poética del Café» – anota que «el primer cliente habitual de los cafés fue Sándor Petófi. A partir de entonces la literatura húngara se desarrolla con la industria del café. Es en los Cafés donde estallan y se apaciguan las revoluciones. Corresponde a los futuros historiadores establecer  la influencia del consumo de café en los poemas, las novelas, los artículos, determinar quién bebía cafeína y quién achicoria. Si la literatura se debilita, el café se hace menos fuerte. No sabemos en qué cuartucho habitarán  nuestros genios; de hecho, la mayor parte de nuestros escritores se conforman con una cama. Pero será imprescindible colocar una placa conmemorativa en cada Café».

Marañón, en su discurso de recepción de Pío Baroja a la  Real Academia Española, habló  de «nuestro hombre del café»: «No es entre nosotros – dijo –  este hombre del café, como en otras latitudes, el mismo hombre de la calle que entra unos minutos en el café o en el casino para descansar de la tarea diaria o para hablar o negociar con gentes distintas de las de su medio habitual. Nuestro hombre del café es sólo esto: hombre del café , desde la mañana hasta cerca de la mañana siguiente».

 

 

(Imágenes.- 1- Raoul Dufy – 1934- pinterest/ 2- Edouard Manet – 1869/ 3- café – pinterest)

EL MAR DE RAOUL DUFY

mar.-r55r.-Jean Dufy.-marina.-1946-1950

 

«Romper no es nada si en la espuma

un día algún perdido marinero

encuentra de lo que fue un trozo.

Así de este despojo en su desierto

nacerán acaso el ídolo y el secreto,

un brazo de mármol mutilado,

la noche rodeada de diosas:

«Oh hermanas mías, ¿dónde tomó

esta forma nuestra misma semejanza?»

murmuran cerca del hombre.

Per él duerme al fin confiado,

duerme en su sueño de siempre

entre las algas acariciantes».

Yanette Delétang- Tardif

 

 

mar.-rccrr.-verano.-Raoul Dufy.-Museo de la Anunciación.-Saint-Tropez

 

«¡Desciende, cielo ahogado, hacia el fondo submarino!

El nadador, desplegando su danza horizontal,

dedica a tus miradas engañadoras de arrecifes

las anémonas cuyos dedos afloran los pétalos.

Sumérgete antes de que los lentos caballos de las olas,

llenos de espuma bajo el freno de las mareas,

te lleven lejos de los viveros del sol,

a los confines de los vapores apenas desgarrados

y los muros de lluvia semejantes las tinieblas.

 

mar-es55- paisajes.-verano.-Raoul Dufy- 1906

 

Ebrio ya, el viento vacila sobre sus arcos

de un horizonte a otro,  y el nadador,

entre el piar de los pájaros y las dunas movedizas,

boca arriba, imita a un nautilo adormecido.

Que se abra, almendra en el hueco de su cáscara, víctima

para los dientes de la ola y para los azules cuchillos

de las olas, amoroso holocausto de los abismos,

miembros separados por los puntos cardinales.

¡Memoria, oh poema mío que en sí mismo se baña!»

(…)

Luc Estang

 

mar.-ttgn.-pueblos.-Raoul Dufy.-Regatas.-1907

(Con motivo de la exposición sobre  Raoul Dufy en el Museo Thyssen de Madrid)

 

teatro-4vio.-Raoul Dufy.-Musee des Beaux Artes de Valenciennes

 

(Imágenes.- 1.- Raoul Dufy.-Marina- 1950/ 2.-Dufy.-Museo de la Anunciación de Saint-Tropez/ 3.-Dufy- 1906/ 4.- Dufy- regatas-1907/ 5.-Dufy- Museo de Bellas Artes de Valencienes)

NINGÚN DESORDEN

ciudades.-3rtt.- París.- Raoul Dufy

«Yo descendía por la calle Soufflot. ¿Qué edad tenía? Veintidós años.

Sobre los árboles del Luxemburgo, la torre Eiffel, el sol poniente,

parecía hecha de vidrio amarillo y polvoriento.

ciudades.-t700o.-París.-Maximilien Luce.-1901

Yo no buscaba ningún recuerdo: creía volver a ver brillar unos ojos

y se me aparecía la profunda escena que volvía a abrirse de nuevo.

El sol de la tarde me guiaba desde la Contrescarpe al Louvre,

los cafés se encendían, pero yo cerraba el libro

sintiendo la delicia y el suplicio de vivir.

ciudades.- 4ftt.- París.- Albert Marquet.- le pont neuf

Por todas partes las luces tejían los mágicos espacios

y el amor desconocido se mostraba en esta roja música,

y el silencio, el desierto de la habitación donde yo tarde regresaba,

la lámpara, que era siempre faro de todas las separaciones,

nada zozobraba, todo crecía en el espejo de diciembre,

sobre el futuro donde se abría siempre la antigua habitación.»

Henri Thomas.- «Ningún desorden»

interiores.-399h.-Helena Rubinstein.-apartamento de París

(Imágenes.- 1.-Raoul Dufy.-1934-wikipanting/ 2.-Maximilien Luce– La Sainte Chapelle- 1901/ 3.- Albert Marquet- le pont Neuf- 1935-39/ 4.-Helena Rubinstein- apartamento de París)

ÚLTIMAS LUCES DE RENOIR

Renoir.-ervvb,--.Andreé con un vestido rosa.-1917.- colección privada

«Fue un prolongado martirio el de Renoir en los últimos tiempos – comentaba Henri Matisse -: las articulaciones de sus dedos estaban hinchadas y tremendamente deformadas  – ¡ y, sin embargo, ahora estaba pintando sus mejores cuadros! Mientras su cuerpo se desgastaba, su alma parecía cobrar fuerza, y él expresaba sus ideas con una gran facilidad.»

pintores.-4frf.-Renoir pintando en ek jardín, en Gagnes-Sur-Mer.-1917

Varias veces he hablado aquí de Renoir y también de Sandblonm cuando aborda su estudio sobre «Enfermedad y creación». Recuerda este último que en su vejez Renoir recuperó su personalidad. «A pesar de su dolorosa artritis senil, que le obligó a envolverse la palma de la mano con algodón a fin de poder sostener el pincel, tal como se observa en uno de sus autorretratos, se deleitó pintando niños, muchachitas y flores primaverales» (…) ; su escala de color se tornó más brillante, debido quizá a su mala vista, pero no cabe duda de que también fue intencionalmente por su deseo de conseguir un tono

Renoir.-r8uuu.-Cagnes.-1914-1919.- colección privada

más cálido.» Y añade Sandblom que «debemos mencionar la hipótesis de que la artrosis de Renoir pudo haber sido una enfermedad ocupacional que se debió al envenenamiento causado por los pigmentos que empleaba. Como sus colores claros requerían de mucho plomo, es posible que el precio de su radiante luminosidad, y de nuestro deleite, lo haya pagado con su salud». Compara la dolencia de Renoir con la artritis reumatoide de Dufy, «pero en el caso de Dufy su enfermedad se inició tempranamente y era aún más invalidante que la de Renoir, pero lo alivió notablemente el tratamiento

pintores.-600j.-Pierre Auguste Renoir.-Museo Marmottan.- Paris.- AKG imágenes

médico. «La historia clínica de de Raoul Dufydecía su médico – es una de las pocas en las que la medicina logra mejorar al paciente en el momento justo para conservar el funcionamiento creador de una persona importante y, de esa manera, enriquecer nuestra herencia».

Renoir.-3bngg.-árbol de cal y casa.-1919

«Existen varias fotografías de Renoir al final de su vida – cuenta uno de sus hijos, Jean, el célebre director de cine -. El cuerpo se le iba petrificando cada vez más. Las manos engarfiadas no podían ya asir nada. Se ha dicho y se ha escrito que le ataban el pincel a la mano. No es del todo cierto. La realidad es que se le había vuelto la piel tan tierna que el contacto con la madera del mango le hacía heridas. Para evitar ese inconveniente, mandaba que le pusieran en la palma de la mano un trocito de tela fina. Los dedos deformados

pintores.-4fnn.-Renoir.-busto de Renoir.-1907.-por Aristide Maillol

más que sujetar el pincel se aferraban a él. Pero hasta el último aliento, el brazo siguió firme como el de un hombre joven y los ojos tuvieron una precisión estremecedora. Aún lo veo poniendo en el lienzo un puntito de color blanco del grosor de la cabeza de un alfiler. La meta de aquel toque era indicar el reflejo en el ojo de una modelo. Sin un titubeo, el pincel salía lanzado como la bala de un buen tirador y daba en la diana.»

Renoir.-tynnn.-paisaje con la casa blanca.-1916.-colección privada

«Es cierto que de vez en cuando decía «Estoy fastidiado», pero sin convicción – le escribía en diciembre de 1919 uno de los hijos del pintor a Durand- Ruel -, y lo había dicho mucho más a menudo hace tres años. Los cuidados constantes lo irritaban un poco y no dejaba de hacer mofa al respecto. El martes se acostó a las siete, después de fumarse un cigarrillo tranquilamente. Quería dibujar un modelo de vaso, pero no encontramos lápiz. De repente, a las ocho se puso a delirar ligeramente. Nos sorprendió mucho y pasamos de una confianza relativa a la mayor aprensión. Su delirio aumentó. Vino el médico. Mi padre estuvo agitado hasta medianoche, aunque no sufrió ni un instante. Seguramente no sospechó que iba a morir. A medianoche se tranquilizó y, a las dos, se apagó muy suavemente.»

(Imágenes.-1.-Renoir-.-Andrea con un vestido rosa.-1917.-colección privada/ 2.-Renoir pintando en su jardín.-1917/ 3.-Renoir.-Cagnes.-1914-1919/ 4.-Renoir.-Museo Marmottan.-París/ 5.-Renoir.-árbol de cal y Casa.-1919/ 6.- Renoir.-por Aristide Maillol/ 7.- Renoir.- la casa blanca.-1916.-colección privada)

RECUERDOS DE MONTMARTRE

ciudades.-t7uu.-París.-música.-rue Saint Vincent.-Montmartre.-1910.-foto Neudein

Montmartre es una pequeña ciudad de provincias a las puertas de París evocaba el crítico de arte Jules Champfleury  en 1860 -; sin vehículos, sin policía, sin multitudes en las calles tranquilas; pequeñas habitaciones rodeadas de jardines, pequeños comercios que recuerdan a la provincia.»

ciudades.-52sw.-París.-Maurice Utrillo.-Montmartre.-1937

«Para aprovisionarse de forma más completa – contaba también Jean-Paul Crespelle al hablar de la vida cotidiana de estas calles -, las amas de casa tenían que ir a la rue Lepic, donde los verduleros ambulantes colocaban en fila, a lo largo de la cuesta, sus carritos de frutas y verduras. También podían ir a la rue des Abbesses, donde había gran cantidad de carnicerías, pastelerías, charcuterías e incluso casas de comidas preparadas. Los pequeños comerciantes de la Butte procedían a menudo de Montmartre. Max Jacob era un habitual de madame Anceau, la vendedora de ultramarinos de la rue Gabrielle, que reservaba siempre algunas mesas para sus «fieles» en el comedor.»

ciudades.-9yy.-París.- calles.-Maurice Utrillo.-Montmartre 1922

Pero Montmarte fue también – como otras zonas de París – escenario de lo que en otoño de 1911 se llamó la «reforma del traje«, con ocasión sobre todo del encuentro entre cubistas y futuristas. Fernande Olivier, compañera de Picasso, relata el siguiente encuentro en el Café de L`Ermitage: «Boccioni y Severini, a la cabeza de los pintores, habían inaugurado una moda futurista que consistía en llevar dos calcetines de color diferente pero que hicieran juego con la corbata. Para que se les viera bien en el Café de l `Ermitage, que se había convertido en sede social del grupo desde que Picasso vivía en el bulevar de Clichy, se subían los pantalones hasta muy arriba y descubrían dos piernas, una verde y otra roja, que salían de los zapatos. Al día siguiente, el rojo había cedido el sitio al amarillo y el verde al violeta, pero los colores en general tenían que ser complementarios. Creo que juzgaban esta innovación como algo genial.»

jardines.-ttyyn.-Renoir.-el jardín en Montmartre.-1890

Narra todo esto Olivier en «Picasso y sus amigos» (Taurus) – páginas a las que ya me he referido aquí  en más de una ocasión -, y cuando ella se remonta al Montmartre más antiguo recuerda que, después de haber sido derribada la casita de Berlioz, en la calle Mont-Cenis, quedaba todavía una última morada célebre: la vieja casa número 12 de la calle Cortot, que albergó a muchos artistas de todas clases. «Fiesz y Dufy fueron los primeros que habitaron allí, al mismo tiempo que Émile Bernard, André Antoine y el escritor Léon Bloy. Más tarde fueron Pierre Reverdy Suzanne Valadon, quienes llegaron a colocar allí sus tiendas, así como Utrillo.»

ciudades.-6uun.-Montmartre.-París.-Ramon Casas i Carbó

Viejo Montmartre de recuerdos pintado por Ramón Casas…

Montmartre.-ttggb.- Jean Dufy

Viejo Montmartre de recuerdos pintado por Dufy…

(Imágenes.-1.-Montmartre.-1910.-foto Neudein/ 2.-Montmartre.-Utrillo.-1937/3,. Montmartre.-Utrillo.-1922/4.- Renoir.-jardines en Montmartre.-1890/ 5.- Montmartre.-Ramón Casas/ 6.-Montmartre.- Dufy.-sothebys.com)