ELOGIO DE LA REPETICIÓN

A veces la repetición es muy buena. A mí me ha acompañado durante años la Séptima Sinfonía de Beethoven, sus movimientos singulares, sobre todo un “Allegretto” bellísimo, lastimero, el segundo movimiento con las sinuosidades, lamentaciones, ondulaciones que — recuerdo — , subían y bajaban por los campos de Asturias o de Galicia mientras yo conducía, ascendían de la grabación que escuchaba en el automóvil. Era una sinfonía que yo conocía bien pero que deseaba conocer mejor, un acompañamiento en las soledades. Esa repetición para escuchar se unía a la repetición por contemplar una vez más “Las Meninas”, un cuadro que he visitado muchas veces, una repetición de la mirada sobre los pliegues de la falda de Maribárbola, una repetición sobre la puerta abierta del fondo del cuadro, una repetición ante la cabeza y las patas del perro. Uno no acaba nunca de visitar “Las Meninas” porque cada día que entramos en ellas, aunque ya las conocemos, descubrimos un matiz nuevo, un detalle insospechado. Conocemos qué ocurrió allí, pero no vamos a ver qué es lo que ocurrió, ni siquiera lo que se pintó, sino cómo se pintó, cómo fue distribuyendo los personajes el pintor para que quedara para siempre su hallazgo.

Cada uno tiene sus repeticiones. Es necesario visitar las cosas muchas veces. Uno va a Brahms o a Tolstoi, a un niño de Picasso o a una flor de Monet. Ya conoce todo eso desde la primera vez que lo vio o lo leyó, pero en esta segunda o tercera visita, o todas las demás que vengan – nos mostrarán, no la historia ni la anécdota, sino el estilo, el estilo en la música, en la lectura, en la pintura, que es lo que vamos buscando y que — en la repetición de nuestras visitas — será nuestro continuo descubrimiento.

José Julio Perlado

(Imágenes- 1- las Meninas/ 2- Beethoven – wikipedia)

EL LECTOR COMO CLIENTE

 

 

“En una de las crónicas que envió Pla  al Diario “La Publicidad”,  en los años veinte y desde París, relataba la visita del pintor Domènec Carles al estudio de Picasso; visita y diálogo observado por Pla  como testigo del encuentro, y que podría clasificarse muy bien como entrevista indirecta. Carles le pregunta a Picasso: “¿Tiene alguna idea preconcebida cuando trabaja?”, y Picasso contesta:” Ninguna. El cliente. Lo más importante de un pintor es el cliente. En una sociedad como la de antes de la guerra yo no hubiera hecho nada.  Habría sido un pintor como tantos. Ahora, acabada la guerra, ha aparecido un nuevo cliente. ” Pla, gran dibujante de tipos y caracteres , deja en esa entrevista, en la que él únicamente mira silencioso, ese contorno de los ojos  y la figura de Picasso: “ Los de Picasso ( los ojos) — escribe— no son mórbidos, sino fuertes,

 

quizá porque todo el cuerpo es un poco destartalado e intenso. Sus ojos contribuyen a que su presencia sea permanente, se vuelva inolvidable y se proyecte sobre lo que le rodea. Picasso — un hombre pequeño, delgaducho, todo ojos —  tiene algo diferente del tono gris habitual de las facciones humanas y parece un hombre más frito con aceite de oliva que con manteca de cerdo o mantequilla.  Tiene el pelo duro, áspero, sin suavidad. A priori parece un pilluelo, pero después parece tender a la inocencia.”

 

 

Siempre que hay un periodista o un escritor con vigoroso estilo, éste se plasma en las entrevistas.

Actualidad de todo esto cuando se publica una selección de entrevistas de ‘The Paris Review” (Acantilado), que nos abre de nuevo la intimidad de muchos autores.

(Imágenes- 1 y 4 – portadas de “The Paris Review”/ 2- Josep Pla/ 3- Picasso)

CORPUS BARGA

 


“El rasgo más curioso de Corpus Barga – así lo definiría el político Mariano Ansó – fue su independencia de toda clase de poderes, incluso en los días propicios de la República. Otra característica de su robusta personalidad fue su elegancia espiritual, e incluso física, en medio de las situaciones más extremas. Hubo siempre en su porte algo de aristocrático, heredado sin duda de sus mayores y del medio social en que se desenvolvió su infancia (…) Jamás que yo sepa aspiró a un cargo público ni a una prebenda. Corpus Barga (seudónimo de Andrés García de la Barga) (Madrid, 1887- Lima, 1975), – que prestó un decidido apoyo a la República -, fue un gran periodista, abierto a toda clase de géneros, corresponsal, viajero, articulista, entrevistador y gran memorialista en “Los pasos contados.”

En la conferencia que Corpus pronunció en 1967 titulada Mis años de periodista: una autobiografía comprendida entre los años más cruciales del siglo (1914- 1945), evocó el primer periódico que dirigió en Madrid, Menipo, e hizo referencia a sus entrevistas a grandes personajes históricos (Mussolini, Bergson, Rodin, etc)  a las que habría que añadir el histórico reportaje del entierro de Proust, las entrevistas con Hitler, Churchill,  Lenin,  Hindenburg o las conversaciones que mantuvo con Pio Xl.  Marinetti o Pirandello. Hizo el viaje París-Madrid en avión en 1919, y en el 30 fue pasajero del Gran Zeppelin por el Atlántico Sur. Juan Ramón Jiménez, en “Españoles de tres mundos”, habla de Corpus como el hombre directo, con la distancia menor y rápida. Su escritura tiene el vuelo de rectas y ángulos de una libélula. Parece que escribe con sarmientos, con yerbas, con agua, con carbón, con hormigas, con escoria, con rocío.

 

Numerosísimos son sus trabajos en prensa: en El País, La Correspondencia de España, El Sol. España, Nuevo Mundo, Revista de Occidente, La Gaceta Literaria, más tarde Diario de Madrid, Cruz y Raya, dirige el semanario Diablo Mundo, del que sólo salieron nueve números, colabora más adelante en publicaciones fundadas por exiliados – Romance, Cabalgata, Realidad -; en sus años de América (llega a Lima en 1948) escribe en El Nacional de Caracas, El Comercio, Expreso, Visión del Perú y Mar del Sur. Luego su pluma aparecerá en Ínsula y en Papeles de Son Armadans.

Experiencias muy relevantes rodean a este excelente escritor y periodista; en París – desde 1912 a 1930 – trata a Pedro Salinas, Maiakovski, Kerenski, Trotski, Diego Rivera, Léon Bonnat, Madariaga y Picasso, y será acompañante y anfitrión de Baroja, Rivas Cherif, Azaña, Unamuno, Blasco Ibañez y Gutiérrez Solana entre otros muchos. Ayudará a cruzar la frontera a Antonio Machado en 1939. Una vida llena de incidentes y plena. “He cultivado el género literario tan español del artículo de periódico- – dirá Corpus en Papeles de Son Armadans en 1977 – Pero ni éste lo he cultivado según las reglas. He escrito mis artículos, por ejemplo a veces con preocupaciones mallarmeanas, que nadie podía descubrir, ni tenía sentido que fueran descubiertas. Cuántos artículos míos hay con todos los párrafos de la misma longitud, es decir, las pausas musicales. Durante mucho tiempo no hice más que artículos cortos con asuntos largos. Mis preocupaciones eran matemáticas y no políticas.”

 

En 1973, en conversación con José Miguel Oviedo que publicó “Triunfo”, Corpus Barga quiso hablar de la literatura memorialista a la que tantas páginas dedicó en Los pasos contados: Las memorias y las novelas – confesó – son lo mismo, tienen las mismas fuentes de información. Un novelista y un memorialista sólo se diferencian en que el memorialista es el protagonista de su obra, mientras que el novelista es, a veces, uno de los personajes de la novela. (… ) Toda literatura es coloquio. El novelista soliloquea con el lector, el memorialista soliloquea con el lector y con los personajes de las memorias, hace su obra leyendo lo escrito por él mismo, de modo que hace simultáneamente una novela con el mismo texto, interpretándolo de otro modo. Y en otra entrevista, en Ínsula, quiso comentar que puso el título Los pasos contados porque quería evitar la biografía y contar lo que sucedía a todo lo que estaba relacionado conmigo en mis pasos por este mundo. Enseguida comprobé que el recuerdo se hace con ingredientes que le impiden ser verdadero. Cuando se vuelve a un lugar de donde ha estado uno ausente durante mucho tiempo, todo suele parecer más pequeño que aquello que se recordaba. El recuerdo no es de fiar. Para fijarlo pensé en no seguir la línea cronológica sino agrupar lo recordado en torno a una persona o a un acto. Si no podía fiarme en el recuerdo, me pareció que en lo que podía fiarme era en el modo como se producía en mí el recuerdo, complicado con pensares, ideas, sensaciones y encerezado con otros, en su cristalización, en su estratificación.”

 

(Imágenes— 1-Horacio Coppola/ 2-Bernard Lamote1940/3- Gerhard Ullmann/4- Pamela J Crook)

EL CINE, LOS JUEGOS, EL OLOR

 

 

 

“Cuenta  la argentina María Negroni cómo a su vez la italiana Giuliana Bruno describió el cine de varios modos. Lo llamó archivo nómada de imágenes, viaje arquitectónico, paisaje cultural del inconsciente, y visión peripatética. En todas sus definiciones, movimiento y figura son claves.  Pero al cine — añade — lo preceden muchos “espacios para ver”: los museos de cera, las vidrieras, las vistas panorámicas, las caminatas urbanas, los museos y, en general, todo espacio donde el espectador puede volverse, literalmente, un consumidor de imágenes.

Bergman por su parte quiso fundir el cine muchas veces con su infancia y con el juego especial del momento de rodar. “Me siento — decía —  muy atraído por mi infancia, casi obsesionado. Son unas imágenes y unas impresiones muy claras y que tienen un olor. A veces, puedo recorrer el paisaje de mi infancia, las habitaciones en las que he vivido, los muebles, los cuadros en las paredes, la luz. Es como un film, como trozos de films, y yo pongo en marcha el proyector.

Muchos artistas —continuaba — se parecen a niños grandes. Pensad en Picasso, por ejemplo, tiene cara de niño; con Churchill, Stravinsky, Orson Welles, ocurre lo mismo. Podría citarse también a Mozart. Yo soy consciente de eso cuando entro en el plató, o cuando tengo una cámara en las manos y los técnicos en torno  a mí. Entonces me digo: “ Bueno, vamos a comenzar un juego”.  Recuerdo exactamente que cuando era pequeño, antes de comenzar a jugar sacaba uno todos los juegos del cofre. En el plató  tengo más o menos la misma impresión. Hay una cierta analogía. La única diferencia está en que ahora, por una razón inexplicable, alguien me paga por organizar el juego, y determinadas personas me respetan y siguen mis instrucciones, cosa que de vez en cuando no deja de sorprenderme.”

 

 

(Imágenes—1-Chiara Samugheo- Marcello Masttroiani/2-Brazier Celyn)

VIEJO MADRID (91) : EN TORNO A “POMBO”

 

 

“En 1916 Ramón fundaba la tertulia de Pombo —evocaba Juan Manuel Bonet —. Un sombrío café de la época de Larra, un espacio al que alguien le veía un algo de tartana, se convertía en  trinchera de la pequeña vanguardia madrileña. Al año siguiente —“Parade” y otros ballets rusos en el Teatro Real — iba a ser recibido ahí Picasso, con motivo del que sería su último viaje a la ciudad donde a comienzos de siglo había participado en la aventura noventayochista de “Arte joven”. Pero Madrid tiene mala memoria. A comienzos de los años cincuenta, poco después de la última visita de un Ramón ya dramático, exilado en Buenos Aires e irremediablemente nostálgico de Madrid, cerró sus puertas el café. En su lugar se instaló una tienda de maletas. Hoy —decía Bonet en 1992 — ni tienda queda: un solar siniestro ocupa el espacio del que fuera el lugar de convivencia y de banquete por excelencia. El cuadro de José Gutiérrez Solana “La tertulia de Pombo”, que a partir de 1920 presidió las tertulias sabatinas, es una de las obras maestras de su autor. Ramón iba a catalogar fantasiosamente a las vanguardias en su disperso y brillante libro “Ismos” (1931), reflejo de su comercio con los artistas de Paris, pero tuvo además la genial intuición de conservar de sus años simbolistas, la fe en en el brillo oscuro solanesco.”

(Imagen – José Gutiérrez Solana —“La tertulia de Pombo’

EL ENTIERRO DE MODIGLIANI

 

 

“El entierro de Modigliani — contaba Corpus Barga —, que fue el nacimiento de su pintura, puede tomarse como la fecha arbitraria y fatal para marcar la muerte del Montparnasse cubista. Modigliani había sido un cubista de Montparnasse que no hacía cubismo. Cuando los mercaderes empezaron a fijarse en este pintor, ya arruinado y alcohólico, el hombre se murió. La muchacha que vivía con él se tiró por la ventana para seguirle para el otro mundo que han falsificado tantos pintores antiguos. Al entierro de Modigliani asistió  todo Montparnasse, desde Picasso hasta el último mono. Desfilaron en el depósito,  por delante del cadáver, pintores de todas las nacionalidades; cada cual saludaba según su rito, con el sombrero, con la cabeza, con los brazos o con el cuerpo.  El último mono de Montparnasse, con el cuello del gabán  levantado sobre el pelo rubio —a quién quiso imitar este personaje de la selva —, le dio el último adiós, un adiós con la mano, volviendo la cara. Parecía el adiós que se daba paradójicamente todo un Montparnasse a sí mismo.”

( a los cien años de la muerte de Modigliani)

 

 

 

(Imágenes—1- Modigliani _1917 – colección privada – Washington – Wikipedia/ 2-Modigliani -1918- colección particular)

SCIASCIA Y PICASSO

 

 

“La grandeza de Picasso no está, por decirlo de manera aproximada – dice Sciascia enNegro sobre negro”-, en la vanguardia, sino en la tradición. O sea: no contempló el futuro sino el pasado, lo que ya había sido hecho y que él, con su grandísimo y febril talento, ya no podía hacer. Podía únicamente disgregar, descomponer, deformar muchas veces con ironía, otras con desprecio, siempre con la rabia de haber llegado cuando ya todo había sido hecho. Recorrió así toda la historia del arte, y también todo el arte sin historia. Y dijo sobre el hombre, sobre el pasado del hombre, reinventándolo, rehaciéndolo, todo aquello que hoy niegan los imbéciles.”

 

 

(Imágenes -1-Sciascia – milanocultura/2- Picasso por Irwing Penn – 1957;- the New york times)

ESPACIO MIRÓ

 

“Cuenta Juan Eduardo Cirlot en su “Diccionario de los ismos”  al hablar de lo que él llama la teoría infantilista en el arte que “consultados los niños de las escuelas de los Estados Unidos  sobre qué cuadros de los museos les agradaban más, contestaron unánimemente  que los de Miró, en especial su “Interior holandés”.

Ahora llega la noticia de que se reconstruye exacta y minuciosamente el taller de Miró, allí donde creó su atmósfera y su vida, “ y así reconstruir – señala la crónica – cómo Miró se movía por el espacio y cómo lo utilizó, además de identificar las manchas de pintura y asociarlas a obras concretas. El Departamento de Colecciones ubicó, gracias a filmaciones y fotografías de la época, todos los objetos, que, según el inventario, suman casi 4.000 piezas. De esta forma, se ha podido reconstruir fielmente, sin concesiones al artificio, el espacio original de los setenta, la época de máxima ebullición de Miró (…) La realización del inventario ha permitido descubrir que hay varios objetos duplicados en los talleres de Mont-roig y de Palma de Mallorca, y que dan cuenta de sus fijaciones: un retrato de Pablo Picasso, otro de Joan Prats, un sol de palma, una calabaza, un pez globo, un balancín, varias postales (…) Miró se dedicó a crear su propia pinacoteca, recogiendo objetos encontrados en la playa, en el campo o en las calles: esqueletos de caracolas, ranas, ratas o murciélagos; piedras; alambres; instrumentos de laboreo…”

 

 

También Cirlot habla de lo que él denomina  “folklorismo plástico” y comentando la obra de Joan Junyer anota que “ en su pintura se propone seguir, en ocasiones, los modelos ofrecidos  por la cerámica mallorquina: los belenes y las palomas de barro cocido, someramente recubierto de tintas fulgurantes y que le llaman al cultivo de ese estudio que, tangelcialmente, parece haber afectado asimismo a Miró y a Paul Klee, el de los objetos naturales: piedras de color recogidas a la orilla del mar, escamas, minerales diversos.”

Es en ese mundo cuidadosamente colocado por donde el pintor caminaba cada mañana, entre objetos, telas y pinceles, trabajando intensamente en su “espacio Miró”.

 


 

(Imágenes -1 – Miró – interior holandés- 1928  / 2- Miró- 1976- Andrew Weiss Gallery -artnet/ 3- Miró en su taller)

PICASSO : VOCES EN EL AZUL

 

 

“Yo vivía entonces en el número 13 de la calle Ravignan – contaba Fernande Olivier en “Picasso y sus amigos”  al evocar los primeros años del siglo en Paris -. ¿Quién habría imaginado entonces lo que llegaría a ser Picasso, un hombre de mundo, cuando se le encontraba en la Colina, en alpargatas, con los cabellos revueltos o con una vieja boina, y vestido igual que los obreros metalúrgicos? Pantalón, blusa de tela azul, cuyos lavados sucesivos  habían acabado por darle unos tonos encantadores de pastel, y aquella inolvidable camisa de algodón rojo con pelos blancos, comprada por un franco noventa y cinco en la plaza de Saint- Pierre. Picasso era quien barría el estudio, quien iba a comprar provisiones. Yo era, lo confieso, muy perezosa. Éramos jóvenes: apenas cuarenta años entre los đos. En épocas de prosperidad, por veinte céntimos la hora, venía todas las mañanas, mientras dormíamos, una mujer a hacer la limpieza. Pero, en vez de limpiar, prefería leer un periódico sentada confortablemente en el único sillón que teníamos, bebiéndose el café que había preparado para nosotros. Nos despertaba el ruido del plumero, del que apenas si le quedaba algo más que el mango, y con el que daba pequeños golpes secos y molestos sobre los muebles y objetos cuando estaba ya cansada de leer. En casa de Picasso he pasado los mejores años de mi vida. En esa época fui totalmente feliz. También, ¡ay!, dejé allí una parte de mi juventud y todas mis ilusiones.”

 

 

Son voces, voces en el azul cuando Picasso está pintando ese período o época suya, que ahora  se celebra con una magna exposición en el museo D’ Orsay. Voces también de Gertrude Stein sobre aquellos años en su monografía sobre Picasso. “Picasso parecía un torero a quien escolta su cuadrilla – se lee en la “Autobiografía de Alicia Toklas” de Stein -, o mejor, semejaba Napoleón, seguido de cuatro enormes granaderos. Derain y Braque eran muy altos, Apollinaire era alto, grueso y robusto, y Salmon no era pequeño. Pero Picasso era un jefe de pies a cabeza.” “La casa de la calle Ravignac 13 – quiso recordar Gertrude Stein – es donde se han desarrollado tantos sucesos importantes para la historia de arte del siglo XX.’

 

 

Las porteras de las casas de los pintores  tuvieron igualmente una importancia singular. También ellas de alguna forma son voces en el azul. Como cuenta Jean- Paul Crespelle hablando del Montmartre de entonces, Madame Coudray vivía en el número 13 y ayudaba a los artistas. Al hablar de ella, Max Jacob decía: “ encorvada, jioven y vieja, áspera, alegre, inteligente, nos quería. Tenía siempre a disposición de los más hambrientos un caldo de verduras. Tomó a Picasso bajo su protección y, en ocasiones, por las mañanas iba a llamar a la puerta de su estudio para anunciarle la llegada de un posible comprador.  “ Monsieur Picasso, despiértese, ¡la cosa va en serio!.. Le obligaba a levantarse y vestirse para recibir al comprador matutino.”

 

 

Voces en el azul …”muchachas, lisiados, parejas famélicas o agarradas al vaso de ajenjo, ciegos, maternidades doloridas, jóvenes angulosos, caras mortecinas, cuerpos deformes – así  iba enumerando las voces y los cuerpos del azul  Christian Zervos en su “Picasso’ – , testigos de una humanidad excluida del gozo. A veces, algún rostro parece reflejar sutilezas meditativas; pero en general son figuras ambiguas, señaladas por una profunda morbosidad, sumergidas en una sombría privación.”

Voces de aquellos tiempos, voces en el azul.

 


 

(Imágenes -1- el guitarrista ciego – Art Institute/ 2- mujer de tocado alto – Chicago -Art Institute/ 3-  mendigos a orillas del mar – Washington -Nationnal Gallery/ 4- la ofrenda – Toronto – propiedad Crang / 5 – mujer sentada con toquilla a los hombros)

MIRÓ EN LOS TIEMPOS DE PARÍS

 

 

“Fue André Masson quien me presentó  a Hemingway– contaba Joan Miró – . Enseguida se interesó por mi obra y sobre todo por “La Masia”. Hicimos gran amistad. Él vivía entonces en rue Notre Dame – des- Champs. Era cordial, simpático. Pobre como yo. Los dos lo pasábamos muy justo. Y para ganar algún dinero, Hemingway hacía de “sparring” de los pesos fuertes. Yo también hacía deporte. Me ayudaba a mantenerme en forma y a tener la cabeza despejada por completo. Solía acudir al gimnasio del Club Americano en el boulevard Raspail, y boxeaba con Hemingway.”

 

 

Se lo contaba así  Miró a Lluís Permanyer y él lo recogió años más tarde en “Los años difíciles” . “Yo boxeaba con Hemingway – decía el pintor – al igual que los demás. El pegaba. Pegaba duro. No a mí, claro. Formábamos una pareja muy divertida: él tan fornido y yo tan chico. Entonces mi horario de trabajo era el de siempre. Siempre he sido muy metódico. Solía  levantarme temprano, bastante temprano. Hacía yo mismo la limpieza del taller. Lo tenía muy ordenado. Yo trabajaba sin descanso, cada mañana y cada tarde. Me costaba concentrarme. El taller de Masson era contiguo al mío, sólo nos separaba una delgada pared. Se oía todo. El vivía entonces con Odette, la que fue su primera mujer, y solían mantener, con admirable regularidad, acaloradas discusiones. Parecía como si los tuviera en mi propio taller. Tenía que hacer grandes esfuerzos para poder concentrarme en mi trabajo.

 

 

Mis diversiones eran el deporte y salir con los amigos. A unos pocos metros del taller de la rue Blomet había un café en cuya trastienda funcionaba un baile negro. Allí acudíamos a menudo. También nos pasábamos horas y horas charlando en la Rotonde. Fue centro de reunión de los Picasso, Modigliani… Recuerdo también que solía ir a cenar “Au Nègre de Toulouse”. Joyce iba casi cada día. Hemingway me lo presentó. Era un tipo un poco raro, poco comunicativo. Le acompañaba siempre su hija, que le hacía de secretaria. Él estaba muy mal de la vista. Frecuenté la librería Shakespeare and Company. Hemingway acompañó a Sylvia Beach a mi taller.

 

 

Es difícil explicar lo que yo sufría cuando tenía que trasladar mis telas de un lado a otro de París. Al oír el ruido que hacían, colocadas sobre el techo del taxi, lo pasaba muy mal, porque temía que se estropearan.

Por mediación de Hemingway conocí a Gertrude Stein. A ella nunca le interesó lo que yo hacía, pero siempre se mostró muy hospitalaria. Stein, tan gorda, en todo momento iba acompañada de su amiga Toklas, que era como un pajarillo”.

 

 

(Imágenes -1-Joan Miró – 1927- metropolitan museum/  2- Hemingway/ 3- Joan Miró- 1934- metropolitan Museum/ 4- James Joyce y su hija Lucía/  5- Joan Miró -1925)

EVOCACIÓN DE MONTMARTRE

 

 

Mientras Scott Fitzgeral o Hemingway adoptaron Montparnasse, muchos célebres pintores se refugiaron en Montmartre. El novelista, periodista y viajero Joseph Kessel escribía en uno de sus libros: «Hay un lugar al que algunos vienen de tiempo en tiempo, cuando están hartos del trabajo, de penas o de riquezas, el banquero de Nueva York en su despacho, el propietario argentino en su hacienda, el industrial alemán en su oficina, el comisario del pueblo en su celda. Este lugar, que el alejamiento, el recuerdo y  su renombre singular y magnético adorna todos los encantos y todas las luces, se llama Montmartre«.

«En ningún lugar del mundo – recordaba Francis Carco en 1910 – me he visto sorprendido por estos parajes desde que los vi la primera tarde. Me parecía que los conocía desde hace mucho tiempo. Los descubrí tal y como me los había imaginado y, aunque parezca que no soy justo, me orienté enseguida de tal suerte que en un instante adquirí la posesión de mí mismo y del barrio. Las gentes, en vez de expresarse en verso, lo hacen en argot. No deseo ver lo pintoresco, deseo conocer la verdad de estos hombres, traducir sus pensamientos, entender sus reacciones».

 

 

El pintor Georges Michel, del siglo XVlll,  desdeñaba los paisajes mitológicos o las vistas de Italia  y pintaba los molinos de Montmartre.  Primer artista que quiso residir allí, supo traducir el carácter patético de los paisajes de las afueras y aquella tierra dominada por unos cielos plomizos cargados de nubes. Dejó una visión de Montmartre al fin de aquel siglo como colina agreste, salpicada de numerosos molinos, jardines y viñas rodeadas de agua. Es ese Montmartre cuyo nombre ha sido muy discutido. Aseguran unos que viene de “Mons Martis” ( el monte de Marzo), otros quieren derivarlo de “Mons Martyrum” ( el monte de los mártires”) recordando que en tiempos de la ocupación romana,  en la colina se levantaban dos templos dedicados a los dioses  Marzo y Mercurio y a la vez mucho más tarde del testimonio del martirio de santos.

 

 

(Imágenes -1- Montmartre- 1930/ 2-Montmartre- 1947 – Paul Almasy/ 3- Montmartre 1955 – fotógrafo desconocido)

LA MODA EN SONIA DELAUNAY

 

 

«Boccioni y Severini, a la cabeza de los pintores, –  recordaba Fernande Olivier en «Picasso y sus amigos» -, habían inaugurado una moda futurista que consistía en llevar dos calcetines de color diferente pero que hicieran juego con la corbata. Para que se les viera bien en el Café del Ermitage, que se había convertido en sede social del grupo desde que Picasso vivía en el bulevar de Clichy, se subían los pantalones hasta muy arriba y descubrían dos piernas, una verde y otra roja, que salían de los zapatos. Al día siguiente, el rojo había cedido el sitio al amarillo y el verde al violeta, pero los colores en general tenían que ser complementarios». Así se comenta el encuentro entre cubistas y futuristas hacia 1911 con las primeras manifestaciones en París de la «reforma del traje» , traje y moda en donde años después participaría la pintora Sonia Delaunay.

 

 

La moda y los pintores han ido muchas veces  enlazados en la historia. Menos de cuarenta años antes de las costumbres y los amigos de Picasso, en el mundo de los impresionistas, Louis Edmund Duranty, en 1876, en » La nueva pintura«, declaraba que » lo que nos hace falta es la nota especial del individuo moderno, en su vestido, en medio de sus costumbres sociales, en su casa o por la calle. La actitud de cada uno mostrará si este personaje camina hacia una reunión de negocios o hacia una cita de amor».

 

 

Ahora en el  museo Thyssen de Madrid tiene lugar la exposición «Sonia Delaunay. Arte, diseño y moda». En el Madrid de «Pombo» y del «ultraísmo» –  lo quiso recordar James Laver en su » Historia del  traje»-, » Sonia Delaunay es acogida con adoración. En ese ambiente se dedica al diseño de trajes y a la decoración. No era esta su primera incursión en este campo porque en 1913 ya había realizado su primer «vestido simultáneo«, pero sólo ahora se dedica de lleno a la aplicación de los principios del «orfismo» al tejido. Serge Diaghilev, que hacía entonces una gira por España con los Ballets Rusos, le encarga los trajes para » Cleopatra» y le pone en contacto con el marqués de Valdeiglesias, quien le introduce en la buena sociedad madrileña para la que realizará trajes y decoraciones. Sonia Delaunay abre una  «boutique» que tiene un enorme éxito, y pronto su moda se extiende a Bilbao y San Sebastián. Sus creaciones en el mundo de la moda suponen la primera aplicación de la abstracción en el traje y son viables gracias al respaldo que encuentra en la élite aristocrática española. Sus obras carecieron entonces de repercusión fuera de esos círculos y hubo de esperar hasta los años 60 para que Sonia Delaunay fuera descubierta».

 

 

«En 1923 – confesaba la artista – fui contratada por una casa de Lyon interesada en diseños para tejidos. Realicé 50 diseños – relación de color con formas geométricas puras, rimadas. Después de haber pasado por esta fase de pesquisas, que nunca fueron teóricas sino únicamente basadas en una sensibilidad, adquirí una libertad de expresión que se puede comprobar en mis últimas obras, sobre todo expresando estados del alma».

 

 

Y en su conferencia » La influencia de la pintura sobre la moda» en 1927 comentó : «la sensibilidad del ojo fijo sobre la naturaleza intenta reproducir la multitud de tonos elementales cuya yuxtaposición da a la retina la sensación de un color único. Una tinta que parece uniforme está formada por el conjunto de tintas diversas, sólo perceptibles al ojo que sabe ver. Es una visión atmosférica y no sintética».

Ahora Sonia Delaunay vuelve a Madrid.

 

 

(Imágenes-1- Sonia Delaunay – vestidos simultáneos – vestido para Gloria Swanson- rtve  es/ 2 y 3 –  Sonia Delaunay – el país/  4 –   pintura de Sonia Delaunay / 5-  vestido – vivir demais/ 6 – pintura de Sonia Delaunay)

DORA MAAR

 

 

«Cuando Picasso volvió a ver a Dora Maar en aquel mismo café de Deux-Magots en 1935 en compañía de Paul Eluard, que la conocía, el poeta hizo las presentaciones» : así lo cuenta Brassaï en sus «Conversaciones con Picasso«.  «Dora Maar acababa de entrar en su vida… Yo conocía a Dora desde hacía cinco o seis años. Empezaba, como yo, en la fotografía. No teníamos laboratorio, y durante algún tiempo revelamos nuestras pruebas en el mismo cuarto oscuro, en Montparnasse, que un americano, amigo común, puso a nuestra disposición. El padre de Dora era arquitecto, de origen croata o yugoslavo; su madre, una francesa de la Touraine. Había vivido mucho tiempo con sus padres en Argentina y hablaba perfectamente el español. A veces hacíamos exposiciones juntos. Su presencia cerca de Picasso hizo la mía, en lo sucesivo, delicada. Dora estaba en mejor situación que cualquier otro para fotografiar a Picasso y su obra. Al comienzo de su unión, velaba celosamente por este papel, al que consideraba una prerrogativa y  que desempeñaba además con aplicación y talento. Fotografió sus guijarros esculpidos y algunas de sus estatuas y le ayudó en sus experiencias fotográficas en el cuarto oscuro. Sus fotografías de las diferentes fases de la gestación del Guernica quedarán, sin duda, como un precioso testimonio del proceso creador de Picasso. Para no herir la susceptibilidad de Dora, proclive a borrascas y estallidos, me guardé muy bien de usurpar lo que iba a ser, en adelante, su dominio. Nuestras relaciones continuaron siendo amistosas pero distantes durante un largo período – aproximadamente la duración de la guerra civil española -. Mas a medida que Dora abandonada la fotografía para consagrarse a la pintura – que practicaba ya desde antes de dedicarse a la fotografía -, fue cambiando de actitud, desaparecidos los celos profesionales, no hubo obstáculo para nuestra amistad…»

 

 

Un fotógrafo habla aquí de una fotógrafa.

Ahora un nuevo libro aparece evocando  precisamente a la Dora Maar fotógrafa. La figura de esta mujer ha sido largamente comentada por testimonios y testigos. «De carácter impulsivo, capaz de bruscos enojos y arrebatos violentos – cuenta Pierre Cabanne en » El siglo de Picasso» -, ella será la única de todas las mujeres  conocidas de Picasso, capaz de medirse con él, de hacerle frente, de sostener su mirada de fuego (…)

 

 

Picasso dibujará a tinta un encantador retrato de Dora «hecho de memoria»  y en otra ocasión la representa en un lienzo con el aspecto hierático y un tanto distante que le había llamado la atención el primer día en el café. Varios otros retratos seguirán y los rasgos de la joven van adquiriendo las deformaciones que dramatizan la expresión. Por ejemplo: como ella tiene la costumbre de apoyar el rostro en su mano izquierda, con el codo doblado, Picasso le «aplasta» la sien y subraya la fijeza casi obsesiva de los ojos.»

 

 

Numerosos retratos de Dora serán evocados por los especialistas. André Fermigier , por ejemplo, se detiene en la tela del 19 de abril de 1938 «donde el rostro, visto a la vez de frente y de perfil, aparece con unas narices fuertemente marcadas y da la impresión de desequilibrio por la intensidad de la mirada; como ocurrirá igualmente con magníficos lienzos de 1939,  donde es suficiente un sombrero para desfigurar a una mujer».

 

 

(Imágenes -1- Dora Maar – Man Ray – 1936 – foto Alister Alexander -kamerarts/ 2-Dora Maar – saliendo de una concha -elpais/ 3- Picasso – Dora Maar – 1937/ 4- Dora Maar – heroinas/,5-  Picasso – Dora Maar – 1939- wikiart)

ESTE LIBRO

 

«Me vienen estas cosas del fondo de la vida:

acumulado estaba, yo me vuelvo reflejo…

Agua continuamente cambiada y removida;

así como las cosas, es mudable el espejo.

Momentos de la vida aprisionó mi pluma,

momentos de la vida que se fugaron luego,

momentos que tuvieron la violencia del fuego

o fueron más livianos que los copos de espuma.

En todos los momentos donde mi ser estuvo,

en todo esto que cambia, en todo esto que muda,

en toda la sustancia que el espejo retuvo,

sin ropajes, el alma está limpia y desnuda.

Yo no estoy y estoy siempre en mis versos, viajero,

pero puedes hallarme si por el libro avanzas

dejando en los umbrales tus fieles y balanzas:

requieren mis jardines piedad de jardinero».

Alfonsina Storni – «Irremediablemente» – 1919

(Imágenes.-1.- Picasso- pinterest/ 2.- Alfonsina Storni- Wikipedia)

LECTURA VELOZ Y LECTURA PAUSADA

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«»Hay gentes que van sobre el libro en volandas – decía Alfonso Reyes– y, sin embargo, no puede negarse que lo lean a fondo. Así Napoleón en Santa Elena. De Macaulay se dijo que absorbía los libros por la piel. La leyenda llegó a creer que Menéndez y Pelayo se quedaba con el contenido de una página en un solo vistazo y hasta pasándole los dedos por encima. Sterne se indigna contra estos tragones. Charles Lamb aun quiere una oración de gracias y una gradual preparación de ánimo antes de cada lectura. El Dr. Johnson decía que todo lo había leído apresuradanente en su juventud. Boswell piensa que todo lo rumió después lentamente a lo largo de los años. Y hay otros que, por obligación o por gusto, abren a la vez una novela, un periódico, un tratado de química, un ensayo filosófico, una revista de modas, al tiempo que califican varios ejercicios escolares.

(…) Al libro hay que llegar sin ser sentido. Ejercicio, casi, de faquir. Hay que acallar previamente en nuestro espíritu todos los ruidos parásitos que traemos desde la calle, los negocios y afanes, y hasta el ansia excesiva de información. Entonces, en el silencio, comienza a escucharse la voz del libro, medrosa acaso, pronta a desaparecer si se la solicita con cualquier apremio sospechoso. Por eso Sir Walter Raleigh pensaba que, en cada época, sólo hay dos o tres lectores verdaderos».

 

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(Imágenes- 1- Picasso/ 2-André Derain)

RAMÓN CASAS

 

Casas-uon- retrato de Picasso- conservado en la coleccion permanente del MNAC

 

«Bajo el gran sombrero de un pavero – escribió Miquel Utrillo sobre este retrato de Picasso hecho por Casas -, desdibujado por el clima inclemente de Montmartre, con los ojos vivos de un habitante del sur que conoce el dominio de sí mismo… su personalidad ha sugerido a sus compañeros artistas franceses el mote de «Pequeño Goya» con el que lo bautizaron». Por otro lado, y como recuerda Roland Penrose, las imágenes más exactas de las personas que visitaban asiduamente la taberna barcelonesa de Els Quatre Gats y su modo de vestir se acercaba a una especie de dandismo proletario. Se componía de sombrero negro, corbata y chaleco de amplia abertura, chaqueta oscura ampulosa y pantalones que se estrechaban a la altura del tobillo. Picasso, vestido de esta forma, comenta Penrose, le agradaba utilizar por aquel tiempo una vestimenta que lo distinguiera de la burguesía.

 

Casas- tcvvfr- cartel para la taberna Els Quatre Fats

 

Con motivo del Año Ramón Casas y de la exposición que ahora tiene lugar, el pintor modernista puede ser contemplado en multitud de facetas. Una de ellas es la relación que existió entre Casas y Els Quatre Gats . La taberna fue inaugurada el 12 de junio de 1897 y, según anota Pierre Cabanne, fue particularmente brillante. Un gran lienzo de Ramón Casas donde el propio pintor se había representado como Romeu montado en un tándem, dominaba la sala principal, recubierta hasta media altura de azulejos valencianos; una enorme araña pendía del techo, atravesado de vigas destinadas a acentuar el carácter «de época» del conjunto, recargado de cuadros, dibujos, platos, hierros, carteles y objetos diversos. Al fondo había una salita donde Miquel Utrillo hacía espectáculos de marionetas. Els Quatre Gats se afirmaba como el único y auténtico vivero del arte moderno en Barcelona.

 

Casas - tce- Les quatre gats- Ramón Casas

 

Picasso expone en Els Quatre Gats una serie de dibujos representando a sus amigos. «Lo que queremos – explicaba Sabartéses que la gente se entere de que hay otro que dibuja y que Casas no retrata a todos los que están y que en sus exposiciones no están todos los que son. Lo que queremos, más que todo, es poner a Picasso frente al «ídolo barcelonés» y que rabie la gente; la gente y Casas, si a mano viene».

 

dormir-nnhy- sueño- Ramón Casas i Carbó

 

«La delicia del aterciopelado casi vegetal en una mejilla de mujer – escribió D´Ors sobre Casas en «Mis salones«-, o de la espiral de un rizo rebelde, era la que mejor graduaba su difumino; el fuego negro de unos ojos jóvenes, lo que mejor encendía su carbón».

 

café.- rttyy.- Ramón Casas.- interior del Moulin de la Galette

 

(Imágenes.- 1.-Ramón Casas- retrato de Picasso- colección permanente del MNAC/ 2.- cartel de ELs Quatre Gats/ 3.- Casas- cartel de Els Quatre Gats/ 4.-Ramón Casas/ 5.- Ramón Casas- interior del Moulin de la Gallette)