Pocas veces la soledad ha sido dividida por un río, pocas veces un matrimonio se ha visto celebrar en la distancia, pocas veces las manos han arrojado flores o arroz en el silencio del aire, gestos de felicidad muda, gestos de felicidad sin compartir. El río con sus aguas sosegadas intentaba separar los corazones de los novios y las aguas del río fueron testigos de la ceremonia, esa ceremonia filmada por Theo Angelopoulos con «El paso suspendido de la cigüeña«, la película de ese gran director griego que este año falleció y del que varias veces he hablado en Mi Siglo.
(Imagen: escena de «El paso suspendido de la cigüeña»)