«La antiguedad de la lucha, a mi parecer, es tanta como la que tiene el género humano… En Grecia y otras partes hubo maestros asalariados de lo público, y lugares que llamaron gimnasios, donde lucharan en una parte que llamaban Xisto. Luchaban desnudos y para esto se untaban con aceite y polvo todo el cuerpo y fabricábanse muy bien su cuerpo primero. Por eso Garcilaso le llamó polvorosa a la lucha:
Por ti con diestra mano
no revuelve la espada presurosa,
y en el dudoso llano huye la polvorosa
Palestra, como siempre ponzoñosa.
Hacían sus acometimientos para asirse bien y tenían sus tretas particulares…Derribar con las piernas, torcer el cuerpo, pervertir, echar zancadillas…»
Rodrigo Caro: «Días Geniales o Lúdricos» (1884)
(Imagen: el indio Yogeshwar Dutt y el japonés Kenichi Yumoto.- foto: Toshifumi Kitamura.-AFP.-elmundo.es)
