«Fueron los juegos estimados en mucho, no sólo por la persona que vencía sino para todo su linaje y patria, de tal manera que le componían himnos, levantaban estatuas y escribían su nombre para eterna memoria de su virtud».
Rodrigo Caro: «Días Geniales o Lúdricos» (1884)
(Imagen: «The New York Times»)
