LA PÉRDIDA DEL OLFATO

Y debió ser a la salida de ver el cuadro de  “El Viejo Rey” de Rouault cuando me encontré de nuevo en el claustro del Museo de la Mirada a media mañana, un claustro que a esa hora se encontraba algo vacío, y me sorprendió ver de pronto en uno de los arcos que se abrían a los jardines del Botánico, al alemán  Bruno Hill en animada conversación con un grupo de gentes que enseguida descubrí muy diversas  y que charlaban ¡cómo no! sobre el tema de los olores. Eran gentes muy distintas, y por lo que pude comprobar y pronto me dijeron, algunas de ellas muy destacadas en especialidades de distintos países y que habían venido a Madrid a un Congreso sobre el olor y también sobre la ausencia de olores, causado por la última pandemia. De paso, se habían acercado al Botánico y al Museo para contemplar y estudiar el cuadro de  “El olfato”, de Brueguel el Viejo.

Se encontraba allí, en aquel grupo, según me contaron, la historiadora  neerlandesa de aromas Caro Verbeeker, una mujer joven, morena y de aspecto agradable,que hablaba en aquellos  momentos con otra mujer, también joven, la diseñadora holandesa de comidas  Marije Vogelzang, la cual, por culpa del COVID-19, al parecer había perdido el sentido del olfato. Las dos hablaban un castellano no excesivamente correcto pero bastante inteligible, yo creo que para que les entendiéramos todos, y supongo que como deferencia hacia el grupo que estábamos escuchado.

“Fue una de las experiencias más extrañas que he tenido — estaba diciendo en aquellos momentos Marije Vogelzang —-. Resulta que recibí por esos días un regalo, una crema de manos y, naturalmente, quise probarla cuanto antes y la olí. Pero no parecía tener olor alguno, a pesar de que en el envase se  leía que era una crema para manos con «perfume de albahaca y menta».

Después me di una vuelta por la casa intentando  oler algo, y no pude.  Probé queso crema con ajo, intenté oler un Camembert viejo, todo tipo de perfumes. Lo único que pude aspirar pero muy débilmente fue una vela barata con un perfume que aún contenía alguna esencia muy fuerte. Todo aquello fue una experiencia peculiar : sentía todo aquel vacío de olor. Me encontraba como si no estuviera completamente despierta. Soy muy miope y por la mañana, antes de ponerme las lentillas, mi mundo parece borroso y nublado. Y así me notaba ahora al carecer del sentido del olfato.

José Julio Perlado

(del libro “La mirada” ) ( relato inédito)

(TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS)

(Imágenes- 1- El olfato, – Museo del Prado/ 2- wikipedia)

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