VIAJES POR ESPAÑA (42) : LOS CIGARRALES

Se denominan Cigarrales cuando menos desde el siglo XVI — recordaba el historiador Sánchez Cantón —los que el toledano Sebastián de Covarrubias en su libro “Tesoro de la lengua castellana”, de 1611, define con precisión: 

“En Toledo —dice—llaman cigarrales a ciertas heredades, no lejos de la ciudad en aquellas cuestas, que, ordinariamente, son unos cercados pequeños. Las más tienen fuentes, con que riegan alguna cosa; tienen árboles frutales: de secano, un pedazo de viña, olivas, higueras   y una casita donde recogerse  el señor cuando va allá. Pero,  algunos cigarrales de estos son famosos, de gran valor y  recreación, aunque de tanto gasto como provecho”.

Los Cigarrales están asentados sobre la margen izquierda del Tajo, que se empina al mediodía y al poniente de la ciudad, alcanzando a dominarla donde comienzan las dehesas. Se goza desde innumerables puntos de vista la ciudad cargada de historia y de arte. El “peñón fervoroso de Toledo”, que dijo un poeta, ceñido por el foso del río, se domina sucesiva y escalonadamente de Puente a Puente,  rebasados  ambos desde las alturas. Por la parte menos abrupta  están en ella las tierras más adecuadas para el cultivo y los miradores con mejores vistas. La tradición literaria, desde el libro de novelas, con su nombre titulado, que escribió Tirso de Molina y las numerosas referencias, incluso el manejo del concepto como tópico:   Mateo Alemán decía de alguien “ que tenía más injertos que los Cigarrales de Toledo”, alusión, sin duda, a los de albaricoquero sobre almendros de que habla Marañón.

 José Julio Perlado

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