La música nos sirve para desplegar los sentimientos comprimidos en nuestro fuero interno — escribe el poeta chino Han Yü —. Escogemos los materiales que más fácilmente resuenen y con ellos fabricamos instrumentos sonoros : metal y piedra, bambú y seda, calabazas y arcilla, piel y madera.
El cielo no procede de otro modo. También él escoge aquello que más fácilmente resuena: los pájaros en la primavera; el trueno en verano; los insectos en otoño; el viento en invierno. Una tras otra, las cuatro estaciones se persiguen en una cacería que no tiene fin. Y su continuo transcurrir, ¿no es también una prueba de que el equilibrio cósmico se ha roto?
Lo mismo sucede entre los hombres; el más perfecto de los sonidos humanos es la palabra; la literatura, a su vez, es la forma más perfecta de la palabra. Y así, cuando el equilibrio se rompe, el cielo escoge entre los hombres a aquellos que son más sensibles, y los hace resonar.
José Julio Perlado
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