
Cuenta Rilke que, en París, pasaba siempre junto a una mujer a la que arrojaba una moneda en el sombrero. La mendiga permanecía totalmente impasible, como si careciese de alma. Un buen día, Rilke le regala una rosa. Y en ese momento su rostro florece. Él ve por primera vez que ella tiene sentimientos. La mujer sonríe, luego se marcha y durante ocho días deja de mendigar porque le han dado algo más valioso que el dinero.

(Imágenes- wikipedia)
La rosa la reconoce como persona, alguien la ha distinguido con ese regalo, la belleza de la rosa la hace diferente
Amparo,
Muy agradecido por tu interesante comentario.