PERSONAJES

Recuerdo el ruido de.los libros. Yo me había quedado a oscuras a propósito en el centro de la biblioteca, en el centro la habitación, sin toser, sin moverme, los pies juntos, inmóvil. De repente apareció don Quijote apartando con su lanza la cortina de los clásicos,allí, en el rincón de Quevedo y de Manrique. Apartó la cortina con la lanza y evitó que Rocinante diera un pequeño traspiés contra la madera de la balda, apenas nada, porque pronto se irguió su figura y con Sancho detrás en la grupa avanzó por entre los lomos de los libros y los cristales de las estanterías porque iban los dos en busca de Papá Goriot, que estaba cenando con Balzac en la balda de los franceses entre una nube de café humeante, tazas y tazas de café humeante cuyas burbujas subían hasta el cerebro del novelista y le provocaban crear la Comedia Humana. Yo sabía que los personajes invadían la biblioteca del despacho y cada uno hablaba en su idioma y contaba sus hazañas, pero lo que no imaginaba era que cuando yo me iba a acostar los personajes salieran de sus estanterías como si se asomaran a un pueblo singular, a la gran plaza de un pueblo literario, en donde se

podia ver a Hamlet con su calavera en la mano preguntándose el ser o no ser de su personalidad, aunque don Quijote, mirándole, se asombraba de aquello porque él bien conocía su personalidad, la de un hidalgo que veía en en las tazas de café humeantes de Balzac molinos de viento y Sancho le decía que no, que eran volutas de humo para excitar el cerebro del novelista y que escribiera más y más.Todo aquello, sentada en un vagón de ferrocarril y asomada a su ventanilla en la estantería de los rusos, lo veía Anna Karenina, cubierta con su sombrerito azul y agarrando su pequeño bolso lleno de secretos porque allí ella no solo llevaba su lápiz de labios, las cremas y unas tijeritas, sino también una pequeña caja llena de mentiras ocultas, otra con las traiciones y las infidelidades y otra con las tentaciones y los celos

Yo seguía allí, quieto en la oscuridad, apenas me movía en el sillón del despacho, entraba una diminuta rendija de luz por los ventanales porque se habían dejado encendidas las luces de las oficinas de enfrente y la cara sombría de Juan Rulfo apenas se veía en la oscuridad. Era una cara sembrada de arrugas, como el campo, como si hubieran arado el campo, la nariz, las mejillas, los ojos, y cuando don Quijote, lanza en ristre, se acercó hasta la balda de los mexicanos y le preguntó qué significaba Comala, si era tierra o no de conquista, Rulfo levantó los ojos y los extendió sobre el campo y yo vi perfectamente la extensión del silencio y del campo, como si allí nadie hubiera vivido nunca y el silencio mostrara sus muertos.

Y así amaneció, sin yo moverme, aquella no, rodeado por los libros.

José Julio Perlado

(del libro “Relámpagos” ) ( relato inédito)

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( Imágenes- 1- don Quijote/ 2- Balzac/ 3- Hamlet/ 4 – Garbo en Anna Karenina/ 5- Juan Rulfo)