
Ribera pintó probablemente este cuadro en Roma, entre 1613 y 1616, cuando abordó su serie sobre “los Cinco sentidos”. Aparece este cuadro en un inventario de 1764 de El Escorial. De allí pasó al Prado en 1837. Hay en este lienzo un fondo neutro en contraste con la brillante iluminación que entra por la izquierda. Se ha estudiado mucho la naturalidad en la expresión de este hombre ciego y la concentración en el acto que realiza, es decir, que con la mano izquierda sostiene la escultura y con la derecha la palpa y la siente. Se ha recordado también que a través del tacto recibimos nosotros tres tipos de sensaciones: las de contacto y presión nos permiten captar los objetos de manera muy precisa y a la vez discriminar diferentes texturas, superficies, pesos, tamaños y formas; las sensaciones térmicas, que nos proporcionan mucha información sobre las variaciones térmicas del ambiente en que nos encontramos, y las sensaciones dolorosas que son las encargadas de avisarnos del riesgo de sufrir un daño o enfermedad.
La crítica considera este cuadro — dijo el guía— como uno de los más significativos de la primera madurez de Ribera. Pero sin duda ustedes han venido hoy hasta aquí buscando una mirada y su mirada en cambio de espectadores ha tenido que desplazarse inmediatamente a la fuerza de unas manos que para este ciego son en realidad la salvación del mundo.
José Julio Perlado
(del libro “La mirada”) (relato inédito)
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(Imagen- José de Ribera- El tacto- Museo del Prado)