
“Lo que vi en Barcelona— decía Le Corbusier de Gaudí — era la obra de un hombre, de una fuerza, de una fe, de una capacidad técnica extraordinarias manifestadas durante toda una vida de cantero, de un hombre que hacía tallar las piedras ante sus ojos sobre trazas verdaderamente muy pensadas. Gaudí era un gran artista; sólo aquellos como él quedan y quedarán”
Con motivo de la exposición que se abre actualmente en el Museo Nacional de Arte de Cataluña la figura y la obra de Gaudí vuelven a un primer plano. Bruno Zevi en su ”Historia de la arquitectura” anota que ” Gaudí dobla y retuerce el propio esqueleto del edificio sensibilizándolo hasta identificarlo con unidad plástica…Las geniales coagulaciones de Gaudí no pueden ser dibujadas, sino sólo trabajosamente esculpidas y atestiguan una tremenda batalla con la profundidad de la materia.”

”El sentido orgánico del diseño de Gaudí — resume Calvo Serraller— alcanzó cotas de sorprendente atrevimiento que nunca se limitan a lo puramente decorativo, exterior, de los edificios, sino que se corresponden con la estructura y hasta con el menor de los acabados del interior. Y es que, gracias a su formación, Gaudí lo podía abarcar todo: desde el diseño de un picaporte, las rejas y forjados de las ventanas o los muebles, hasta las formas plásticas más ingeniosas de los jardines.”
